ALIVIO COMERCIAL

Las tiendas de Barcelona se preparan para la reapertura

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Natàlia Farré

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La Barcelona de este domingo es muy parecida a la del domingo anterior. Poco tráfico, un montón de deportistas madrugadores asaltando los espacios más agradecidos para ejercitar el cuerpo y otro montón de ciudadanos paseando según edad y franja horaria. La diferencia, si acaso, reside en el ligero rastro de actividad comercial que se intuye detrás de las persianas con el fin de preparar la reapertura de las tiendas decretada para este lunes, según prevén las medidas de la fase 0 con alivio comercial de desconfinamiento, también conocida como fase 0,5.

El poco trasiego tiene explicación: desde que el pasado 14 de marzo se decretó el Estado de alarma y con él, el cierre de negocios sin una actividad esencial, que las tiendas de Barcelona se han estado organizando para poder volver a franquear la entrada a sus clientes. No en vano puerta cerrada significa cajones vacíos o, lo que es lo mismo, cero ingresos. De manera  que hace más de dos meses que empezó la cuenta atrás de la reapertura. Y de manera que la fase de hoy pilla a los comerciantes con los deberes hechos. Y a muchos, también con quince días de ensayos, los que lleva en activo la venta con cita previa.

La centenaria Cotilleria Mercè

Es el caso de Elisenda Carbonell, tercera generación al frente de <strong>la centenaria Cotilleria Mercè de la calle de Girona,</strong> uno de los pocos lugares, si no el único, de Barcelona que aún elabora ropa interior a medida. Fajas y 'cotilles' (que es como aquí antaño se llamaba a los corsés) desde la primera puntada a la última, además de vender toda suerte de ropa interior, pijamas y bañadores 'prêt-à-porter' de tendencia. Pues eso, Carbonell lleva días practicando como adoptar las medidas de seguridad necesarias. Ello significa no más de dos personas comprando a la vez, mascarilla obligatoria y gel hidroalcohólico  por todos lados. El acceso al baño estará prohibido, y los tres probadores del establecimiento funcionarán por turnos: cada vez que se usen pasarán desinfección y cuarentena antes de volver a ser utilizados. ¿Y la ropa? Lo mismo: cuarentena cuando sea probada y espray desinfectante si se tercia.

El mismo entreno ha pasado  <strong>la librería Calders de Sant Antoni.</strong> Este ha sido el segundo domingo de persiana subida. Nada que ver con las jornadas festivas precovid en las que hacer el vermut por el barrio y hojear libros era un todo en uno. Ahora los ejemplares no se tocan. Y ni se piensa en reunir a 40 personas para una actividad. Este domingo, los clientes –todos fieles, pues la Calders, con Isabel Sucunza y Abel Cutillas al frente, es de los establecimientos que crea parroquia devota– entran de uno en uno; este lunes, con permiso para llenar el 30% del aforo, podrán coincidir en el establecimiento cuatro personas a la vez. El resto, lo sabido: distancia de seguridad, mascarillas, geles y desinfección.

Decálogo en la entrada

Treinta y cuatro son los clientes que pueden acoger la <strong>cadena de moda sevillana Scalpers</strong> en su local de dos plantas de la calle de Provença. Los va a contar el personal que controlará la puerta. Y si se llena, la entrada se cerrará. La firma es de las pocas que este domingo ha preparado estantes y percheros con sus famosos trajes y sus no menos conocidos complementos. Y de las pocas que no se ha entrenado en las medidas de seguridad durante los últimos 15 días de citas previas permitidas. Han preferido abrir de golpe. Pero la falta de entreno no significa desconocimiento: un decálogo con todas las medidas a tomar por parte del cliente y las previstas por el establecimiento dan desde el sábado la bienvenida a la tienda.  Al igual que los dispensadores de gel para las manos. O sea, nada nuevo bajo el sol poscovid.

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