las fases del desconfinamiento

Desescalada aplazada en Les Botigues de Sitges

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Elisenda Colell

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"¡¡El lunes abrimos la terraza!!", indicaban este domingo varios carteles pegados en los cristales del restaurante Vegans & Roses en el Port Ginesta, de Les Botigues de Sitges (Garraf). Unos panfletos que su dueña ha tenido que descolgar al final del día. El núcleo urbano pertenece al municipio de Sitges y a la comarca del Garraf, que este lunes pasa a la fase 1 de la desescalada. Sin embargo, esta urbanización está anexada a la región sanitaria de Castelldefels, es decir, en el Baix Llobregat, que se queda a la fase 0. Entre este desbarajuste de órdenes, los restauradores de la zona han recibido este domingo la confirmación oficial de que no podrán abrir sus terrazas, a pesar de que muchos ya se habían hecho ilusiones de reapertura. "Es desesperante", se quejaba la propietaria del local, Ester Duplàa, que ha vivido esta decisión final como si le cayera encima un jarrón de agua fría. Un 'coitus interruptus' en toda regla. 

Los barcos siguen amarrados, los rayos de sol hacen brillar el agua salada y permiten que muchos vecinos de Castelldefels se animen a recorrer todo el paseo marítimo hasta cruzar el municipio de Les Botigues de Sitges y llegar a los garitos del Port Ginesta. "¿Mañana abrís, no? Ya nos veremos en la terraza a hacer una cervecita", dicen con una sonrisa de par en par unos clientes habituales del Frankfurt Dimas a sus propietarios . "No, al final se ve que no, solo os podréis comprar fránfurts para llevar, pero nada de terracita...", les responden abatidos Dimas Nogueras y Montse Pedrosa, copropietarios del local en el Port Ginesta. En cuanto se enteraron de que Sitges se incluía a la fase 1, redoblaron sus existencias de bebidas y comida para atender a la previsible clientela para el lunes. Ahora, les toca plegar velas. "Todo lo que es fresco, nos lo estamos llevando para casa, tenemos el congelador a tope", lamentan. 

Lo mismo le ha pasado a Duplàa, y a tantos otros restauradores de la zona. "El sábado la Conselleria de Salut nos dijo que sí, que como éramos de la comarca del Garraf entrábamos a la fase 1, la policía local no sabía nada y esta noche releyendo el BOE nos enteramos que no se puede abrir... ¡nos han mareado!", se quejan. Esta mañana dos comunicados de los ayuntamientos de Sitges y de Castelldefels confirmaban la desgracia: si abren, habrá multas. "Es que estamos en tierra de nadie", se queja Pedrosa. "Siempre nos llevamos lo peor de pertenecer a Sitges, como los impuestos o las obras en el paseo marítimo que nunca llegan, pero nunca nos toca lo mejor", dicen. De hecho, hace dos años este vecindario ya pidió dejar Sitges y anexionarse a Castelldefels.  

Duplàa se lleva las manos a la cabeza. "Esto es tremendo", suelta, mientras la única trabajadora de su comercio sigue desinfectando las sillas y esperando un desescalado que no va a llegar esta semana. Algunos ya habían medido sus establecimientos, colocado las mesas según la distancia de seguridad y descrito las normas de la nueva normalidad en varios paneles. Es el caso de El Salón, un comercio que también sirve pizzas y tiene terraza. "Lo habíamos preparado todo para el lunes, y nada, nos tocará esperar...", se queja la dependienta, Mercedes Mendoza.

Material estropeado

Ellos han sufrido ya varios meses de parón. De hecho, Dimas acude a esta entrevista mojado hasta arriba mientras arreglaba varios electrodomésticos. "Estaba revisando la maquinaria y se nos han estropeado el tirador de la cerveza y el lavavajillas por no usarlos", lamenta. De momento han hecho ertes a toda la plantilla. "Si esto nos pilla en octubre lo vivimos de otra forma, pero es que nosotros trabajamos estos meses de verano, ya estábamos esperando con ganas la Semana Santa... pasar a la fase 1 era una bendición", añade Duplàa. 

La bendición, pues, tendrá que esperar. Igual que esperan los restauradores de Castelldefels (Baix Llobregat), que se han transformado en pueblo fronterizo de la desescalada. "Esto hoy estaría repleto de gente, lleno de vida, sería un no parar de trabajar", describe Víctor Rubio, dependiente del restaurante Marae, del Grupo Tiburón, en medio del paseo marítimo. "Yo personalmente lo llevo mal, soy de aquí y estoy acostumbrado a trabajar de abril hasta octubre, ver ahora el paseo así, me duele", cuenta. El restaurante sigue haciendo pedidos a domicilio, pero son solo tres trabajadores los que suplen el turno. "Dinero no estamos ganando, suplir las pérdidas... veremos", comenta el chico. Lo que si está claro es que los chiringuitos de la playa no van a poder abrir este verano. 

También Montse Ortega, desde el restaurante Spritz en esta misma localidad costera del Baix Llobregat confirma que el coronavirus les ha dado donde más duele. "Hemos tenido que hacer un erte a todos los trabajadores, está siendo bastante duro, la verdad es que nesesitamos volver a la actividad", explica en este negocio familiar que, por primera vez, se plantea abrir también en horario de aperitivos, además para las comidas o las cenas. "Ya lo tenemos todo a punto, ahora solo falta que la gente sea responsable y podamos volver a abrir", agrega. 

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