vuelta al cole complicada

Catalunya empezará el curso con 12 alumnos por aula en primaria y 15 en secundaria

coronavirus escuela Francia

coronavirus escuela Francia / periodico

María Jesús Ibáñez / Olga Pereda

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Catalunya planea que el próximo curso escolar los centros educativos acojan grupos "reducidos y estables" de entre 12 y 13 alumnos en primaria y de una quincena de estudiantes en secundaria. El objetivo de la Conselleria d'Educació es, en principio, "que toda la formación sea presencial", pero en los colegios o institutos en los que no haya espacios suficientes para dar cabida al aumento de grupos, se deberá poner en práctica una modalidad "híbrida", con clases presenciales y telemáticas, según desveló este sábado el director general de Centres Públics de la Generalitat, Josep González-Cambray.  Este junio, el objetivo es comenzar a abrir centros en aquellos territorios que vayan llegando a la fase 2 (previsiblemente, todas las comarcas de Tarragona y las del Pirineo lo harán ya el 25 de mayo), pero no para avanzar materia. Educació detallará la próxima semana el plan de desconfinamiento educativo, dijo el director general.

"Todo el alumnado debe poder volver en algún momento a la escuela o el instituto", declaró González-Cambray, poniendo énfasis en la voluntariedad de la medida. Será, como ha explicado en otras ocasiones el 'conseller' Josep Bargalló, para realizar tutorías o clases de refuerzo y acompañamiento a los alumnos, especialmente a aquellos que cierran una etapa educativa, es decir, los de segundo de bachilleratoúltimos cursos de grados de FP y cuarto de ESO. La propuesta de Catalunya será, con todo, "menos restrictiva" que la que han planteado ya algunas autonomías, aseguró González-Cambray, en unas declaraciones a TV3.

Ya de cara a septiembre, el objetivo sí es poder iniciar el curso de forma presencial y esto implicará encontrar más espacios y más docentes para dar respuesta al aumento de grupos a que obligarán las medidas de distanciamiento. Con los criterios que establezca la 'conselleria', cada centro deberá elaborar su propio plan de desconfinamiento. Como el aumento de grupos implica un aumento de docentes, Educació hará "lo posible" para que así sea. En los casos en que no sea posible que todos los alumnos vayan a la escuela por falta de espacios, habrá que ver "qué niveles y grupos educativos se priorizan".

Fin de curso con clases virtuales

Con la irrupción del coronavirus en España, de un día para otro, la educación presencial ha sido sustituida estos dos últimos meses por la virtual. Ahora, a las puertas del fin de curso, docentes, estudiantes y progenitores empiezan a tener asumido que lo que comenzó siendo una especie de experimento -clases, deberes, tutorías y hasta exámenes online- formará parte de la nueva normalidad. Aunque es difícil hacer planes a largo plazo, el curso escolar 2020-2021 (ya lo admitía este sábado el director general de Centres Públics de la Generalitat) muy posiblemente tendrá que abrir el telón con un modelo mixto de enseñanza virtual y presencial. La segunda es mejor que la primera. En eso no hay dudas. Pero no ha quedado otra opción más que adaptarse, una guerra en la que no todos van igualmente armados. No es lo mismo un niño en cuya casa hay cuatro pantallas a otro en la que no hay ninguna. No es lo mismo una niña con problemas de aprendizaje a otra que no los tiene. 

La fundación para la innovación COTEC ha calculado que cerrar las brechas abiertas en el alumnado por el impacto del coronavirus y el cierre escolar supondría una inversión de 5.000 millones de euros. Con esta cifra en la mano, Save the Children llama a las puertas del Gobierno y pide un 'plan Marshall' para el rescate escolar.

La escuela online implica un esfuerzo titánico no solo por parte de los profesores (ellos también se han tenido que poner al día en muchos aspectos tecnológicos) sino de los padres y las madres, que tienen que combinar la vida doméstica diaria con el teletrabajo y el apoyo académico a sus hijos, especialmente los más pequeños. Y eso en el caso de que puedan teletrabajar. Si son taxistas, obreros, médicos o camareros la pregunta es qué están haciendo con los niños pequeños. Una alternativa es combinar los horarios laborales con la pareja. Y otra, lanzar una llamada de auxilio a los abuelos, opción peligrosa en términos sanitarios ya que los mayores son los más vulnerables a la nueva enfermedad covid-19.

Además del estrés que provoca en profesores y progenitores, la principal consecuencia de la educación virtual es la brecha social y digital. No en todas las casas se disponen de la tecnología necesaria como para ‘engancharse’ a las clases. Las autonomías han facilitado recursos a los centros, pero no se han cubierto todas las necesidades. "Hemos hecho una adaptación. Y seguro que imperfecta. No es lo mismo la educación online que la presencial. Invadir de tareas a los alumnos no tiene ningún sentido. No puedes repetir el horario habitual”, explicaba hace días en EL PERIÓDICO Pere Mármol, director de Germanes Bertomeu (en Mataró), una escuela pública inclusiva e innovadora que incluye los ciclos Infantil y Primaria. "Toda esta experiencia digital que llevamos acumulada en este tiempo nos servirá mucho para septiembre. Estaremos más organizados”.

"No hay duda de que la mejor educación es la presencial, pero dentro del momento complicado que vivimos nos hemos adaptado. La educación virtual permite a los estudiantes mantener la rutina, y eso es importante. Aunque es muy preocupante la brecha social y digital", añade Pepa Maymó, profesora de Lengua y Literatura Catalanas en Stucom, un centro concertado de Barcelona donde se imparte Bachillerato y ciclos formativos. "En nuestro centro no nos ha costado mucho adaptarnos. Teníamos la tecnología necesaria y algunos de mis compañeros ya combinaban las aulas físicas y digitales. Pero no todas las escuelas ni todas las familias son iguales. Tengo colegas en la escuela pública que, ahora mismo, lo único que pueden hacer es llamar a sus alumnos por teléfono para hablar un rato con ellos”.