Reto en el ecosistema

Los osos afianzan su vida en el Pirineo

RÉCORD DE NACIMIENTOS DE LOS OSOS DEL PIRINEO_MEDIA_1

RÉCORD DE NACIMIENTOS DE LOS OSOS DEL PIRINEO_MEDIA_1

Carme Escales

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Está claro que llegaron para quedarse. Y procrear. El último censo de población de osos pardos en el Pirineo contempla ya 52 ejemplares, 12 más respecto a los que el grupo de Seguimiento Transfronterizo de plantígrados contabilizó hace un año.

En el recuento de este año constan "17 hembras y 11 machos en edad adulta -en su cuarto año de vida-, 5 hembras y 9 machos subadultos –nacidos en el 2016, 2017 o 2018, y 10 oseznos", según confirma el biólogo del Servei de Fauna i Flora de la Generalitat de Catalunya, Santi Palazón. Las 10 nuevas crías identificadas nacieron el pasado año de cinco hembras diferentes, igualando el récord histórico de nacimientos registrado en el 2016. "La población crece a un ritmo del 10%. Y los oseznos tienen un 75% de supervivencia, al cabo de un año todavía viven. Eso nos dice que el hábitat es bueno pero también que las madres los cuidan mucho", añade Palazón.

 El balance de las actuaciones de conservación y seguimiento de esta especie se lleva a cabo simultáneamente por equipos de Catalunya, Francia, Andorra, Aragón y Navarra. Y en el repaso de datos de este año se constata también que el área de distribución de los plantígrados también ha aumentado 3.000 quilómetros cuadrados más que en el 2018. De estos datos se desprende que en la actualidad, la especie campa a sus anchas por una superficie de 10.400 quilómetros cuadrados, sobre todo con presencia mayoritaria en los pirineos centrales, "área que no hay que confundir con presencia permanente de estos animales, sino que en algún momento ha habido indicios de su presencia", puntualizan desde el Departament de Territori i Sostenitiblitat. En Catalunya, el Vall d’Aran y la zona norte del Pallars Sobirà son las áreas donde más veces se los ha localizado.

"La franja de latitud que más le gusta es entre los 1.200 y los 1.800 metros de altitud, que es el área que coincide con los bosques", explica Santi Palazón. "Sobre todo le gustan los bosques de abetos y selecciona positivamente también las áreas de coníferas como el pino rojo, el pino negro y los caducifolios como hayas, abedul y avellano", añade el biólogo. Palazón también explica que en los últimos 10 o 12 años, la pendiente de crecimiento de la población ha sido más elevada que la de los años anteriores, gracias a la segunda reintroducción, llevada a cabo en el 2006.

Nacimientos y muertes

Según datos de Territori i Sostenibilitat, "las hembras que se han reproducido son Sorita (2 crías), Isil (2 crías), Caramelles (2 crías), Bambou (2 crías) y Fadeta (2 crías). Con ellas, el recuento total de crías nacidas en los Pirineos entre 1996 –cuando se inició el programa de reintroducción del oso pardo en el Pirineo- hasta el 2019, han sido 45 embarazos que han dado lugar a 82 nacimientos.

En este último balance se han dado por muertos 6 osos, entre ellos la hembra Hvala, detectada por última vez en el 2017, el macho Fifonet, y dos hijos de Sorita. Se dan por muertos aquellos ejemplares de los que no se tiene rastro en dos años.

Inquietud de pastores y ganaderos

La coexistencia del oso con la ganadería extensiva y la apicultura planteó desde un inicio la necesidad de un plan de prevención de daños al ganado. Pero pagar a sus propietarios las reses que los osos puedan matar no resta en ellos el temor a seguir perdiendo ejemplares en las estancias del ganado en las cimas durante el verano. "Hace unos tres años que dos personas suben caminando o corriendo por las montañas donde hay vacas y caballos para ir controlando", explica Montse Barado, de casa Armengol de Sorpe (Pallars Sobirà). En verano llevan vacas y yeguas al Port de la Bonaigua y el Pla de Beret.

"Antes de la llegada de los osos, subir los animales a la montaña era una liberación. Ahora cada semana es un malvivir, no sabemos cómo los encontraremos y nos vamos con el corazón encogido. Nuestros animales no han sufrido ningún ataque, pero no estamos a favor del oso. Supone mucho más control y trabajo. Nuestras yeguas antes iban siempre a una zona más alta donde extrañamente de repente ya no van", expresa Barado.

En la vecina comarca del Vall d’Aran, a la espera de los resultados definitivos de la necropsia de Cachou, el oso que apareció muerto en el municipio aranés de Les el pasado 9 de abril, después de sus diversos ataques a yeguas y potros, la probabilidad de que en su muerte pueda haber intervenido alguien del territorio está aún sobre la mesa. En el caso de las ovejas y cabras, las especies que los osos habían atacado mucho más al inicio de la repoblación, la reagrupación de rebaños vigilados por un mismo pastor que vela por ellas durante toda la temporada en las montañas –antes permanecía solo el ganado-, y la instalación de vallados especiales contra el oso "ha reducido más de 7 puntos la escala de ataques", explica Nicolàs Espinós, al frente del equipo de prevención de daños en el Pallars Sobirà. "Gracias a la reagrupación de rebaños, además, se ha recuperado el mastín del Pirineo", añade el naturalista Marc Alonso.

Reclamo ecoturístico

El éxito de la experiencia de reintroducción del oso pardo en el Pirineo, además de confirmar el buen estado de salud del entorno natural para una supervivencia tan elevada de plantígrados, es también un valor añadido al atractivo para visitantes sensibles a la fauna y flora y a los espacios naturales en general. La Casa de l’Ós Bru dels Pirineus, inaugurada en el 2012 en el municipio de Isil, un proyecto impulsado por el propio núcleo del Pallars Sobirà y la <strong>Fundación Oso Pardo</strong>, con el apoyo de la Generalitat de Catalunya, es uno de los puntos de partida de actividades de ecoturismo vinculadas a la presencia de osos. Itinerarios en los cuales se hallan miradores y paneles que ubican sobre rastros de plantígrados, como La senda de l’ós, inaugurado el pasado año, en la que se recorren 25 km del hábitat natural del oso.