día internacional de la danza

Bailando en línea y en directo para ponerse en forma en el confinamiento

Sol Picó baila en su casa en tiempos de coronavirus

Sol Picó baila en su casa en tiempos de coronavirus. / periodico

Irene Dalmases/Efe

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Un paquete de arroz, una escoba o unos bidones de agua son adminículos que uno puede encontrarse en todas las casas y que durante el confinamiento por la pandemia de coronavirus pueden ayudar a personas de todas las edades y condición física a poner sus cuerpos en danza.

Cuando se cumplen 293 años del nacimiento de Jean-Georges Noverre, creador del ballet moderno, este miércoles vuelve a celebrarse el Día Internacional de la Danza y varios bailarines, desde la coreógrafa Sol Picó, al bailaor José Maldonado, el talentoso Ricardo Castellanos o la practicante de hip-hop Karol Galindo, explican  cómo están viviendo estas semanas, en las que no paran, aunque no puedan subirse a un escenario.

En pleno barrio barcelonés del Poble Sec se encuentra La Piconera, la residencia de la Compañía Profesional de Danza Contemporánea Sol Picó, donde la bailarina alcoyana, que vive al lado, pisa sus tablas estos días, en soledad absoluta, según precisa, igual que el comedor de su casa.

"La declaración del estado de alarma -indica- me pilló a dos semanas de estrenar el solo 'Malditas plumas' en el Teatre Nacional de Catalunya y con todas las escenografías en La Piconera, una prolongación de mi casa, donde puedo entrenar y repasar este espectáculo que espero estrenar el mes de noviembre".

Asimismo, en este período y a raíz de una conversación con su madre, de ochenta años y que reside en Alcoy (Alicante), ha grabado diversos vídeos, que se han emitido por la televisión de esta ciudad, así como por la valenciana À punt, donde propone diferentes movimientos, "muy pensados para personas mayores, vulnerables, pero que se encuentran bien, encerradas, y sin redes sociales".

En una jornada como la de este miércoles, pero también el resto de días del año, insta "al mundo entero a moverse por sus casas, no son necesarios grandes gimnasios, porque con una silla y un palo de escoba podemos mover el cuerpo y que no se nos oxide".

Volver a los espectáculos

Respecto al futuro del sector, considera que hay que ir pensando en nuevas fórmulas "desde poder estar en salas con aforos que permitan volver a poner en marcha espectáculos, a presentar montajes en línea, en directo, porque lo que no podemos es pararnos. No podemos ponernos barreras ahora", apostilla.

En su pequeño ático del Eixample, el bailarín Carlos Fernández, con una larga trayectoria en la que ha trabajado, entre otros, con Cesc Gelabert y Sol Picó, entrena a diario, acostumbrado como estaba a hacerlo durante siete horas, y se monta sus propias clases de gimnasia, con barra incluida.

Como el resto de los entrevistados, ha visto como la covid-19 ha suspendido sus proyectos, desde sus clases en el Centro de Danza de Cataluña, a piezas con Vero Cendoya o con la compañía OtraDanza, y aunque advierte que lo está llevando bien, admite tener ganas "de que termine la pesadilla, y de que entre otoño y finales de años podamos volver al teatro".

Por otra parte, recomienda que la gente se mueva en casa "con cualquier objeto que te haga mover las articulaciones, como unos bidones de agua, y haciendo un itinerario por las habitaciones. Desde edades remotas -prosigue- lo llevamos en el gen, bailamos para pedir que llueva o para celebrar nacimientos".

Al bailaor José Maldonado, el estado de alarma le cogió en Madrid, donde vive habitualmente, pero decidió regresar de forma inmediata a Barcelona, donde residen sus progenitores, ya mayores, y a los que ayuda en este momento en la intendencia doméstica.

El flamenco, también pintor autodidacta desde hace años, hace ejercicios de mantenimiento en la terraza del piso familiar, donde ha improvisado un gimnasio, "pero no estoy bailando, porque lo que hago es pintar, puesto que tenía muchos encargos de otros artistas y estoy plasmando retratos de Carmen Amaya, Lola Flores, Camarón o Paco de Lucía en varias chaquetas".

Además, a golpe de pincel está frente a varios lienzos, mientras rememora que ahora tendría que encontrarse en Toronto, y que después debía ir a Francia e Italia para iniciar, a continuación, una gira por Asia y luego le esperaban en Nueva York durante dos semanas.

Karol Galindo, una de las grandes maestras en España, especializada en Hip Hop Freestyle, House y Dancehall, el coronavirus tampoco la para y, en el piso que comparte con otras dos chicas ensaya sus bailes y descansa en la terraza.

"No me puedo quejar, aunque claro, a mi lo que me gusta es contactar con la gente y ahora es muy difícil, pero estoy conectada a través de directos de Instagram y, por suerte, hemos podido continuar las clases que antes daba presencialmente en Sabadell y que ahora podemos hacer por internet", subraya.

Tampoco esconde que a través de las redes sociales puede contribuir a subir el ánimo, "porque en esta situación hay gente que sufre y quiero ayudarla".

La navarra, a sus 44 años, se considera una "superviviente" y como "he tenido que empezar de cero muchas veces, estoy acostumbrada a adaptarme a lo que sea y para mi todos los cambios son retos para avanzar. A pesar de todo, debemos seguir celebrando la vida y la danza".

El joven Ricardo Castellanos, nacido en Barcelona, hijo de bailarines cubanos, y que actualmente forma parte del Ballet Nacional de Noruega, abandonó Oslo en marzo, donde vio cancelada su última obra, "Voluntaries", el mismo día del estreno, el 11, cuando ya estaba vestido y maquillado para salir a escena.

Los responsables del teatro noruego esperan volver a abrir el 15 de junio, pero "no sabemos si podrá ser", advierte Ricardo Castellanos, que mientras tanto ensaya con sus padres y en este Día Internacional de la Danza llama a no perder la motivación, a la vez que no esconde que le encantaría volver a España a actuar, especialmente en el Gran Teatro del Liceu o en el Tívoli de Barcelona.