Carlos Ferrando: "Queremos ser un símbolo de cambio de comportamiento"

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Gemma Tramullas

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La premiada empresa valenciana de diseño Closca ha pasado de tener la caja vacía a fabricar miles de mascarillas al día pensadas para ser llevadas como complemento habitual cuando pase el vórtice de la pandemia. Su fundador, Carlos Ferrando (València, 1977), explica la filosofía detrás de un producto que quiere ser símbolo de un cambio de comportamiento de la humanidad.

Ustedes diseñaban botellas y cascos.

Yo ya tenía la idea de la mascarilla en la cabeza, pero no por un virus sino porque están muriendo siete millones de personas al año por la contaminación. Ahora ya no se trata solo de protegerte tú, sino de proteger a los demás, porque puedes contagiar el virus a una persona más vulnerable.

Esto lo tienen muy asumido en algunos países asiáticos.

Y nosotros también tendremos que acostumbrarnos. Hay marcas que están sacando mascarillas fashion, pero nosotros queremos que la nuestra sea un símbolo de cambio de comportamiento. Las personas que la lleven estarán dando el mensaje de que el ser humano tiene un impacto muy negativo en el planeta y juntos tenemos que cambiarlo.

Empezaron a desarrollar el producto el 18 de marzo y ya tienen 15.000 unidades compradas en preventa.

Lo importante es que por cada mascarilla comprada en preventa donamos cinco mascarillas sanitarias. El producto le llegará al cliente en cuatro o seis semanas pero ya estamos entregando 75.000 mascarillas. Ahora fabricamos en China pero estamos evaluando traer la producción a la zona de Alicante.

¿Cuánto cuesta la Closca Mask?

20 euros, que incluyen una bolsa de transporte, 6 filtros FFP2 y las 5 mascarillas sanitarias. La comunidad Closca prefiere gastarse más dinero en una mascarilla que es un símbolo porque parte de ese dinero va a quienes más lo necesitan.

¿Piensa que tendremos que llevarlas habitualmente?

Sí, es la primera vez en la historia del ser humano que no podremos expresarnos a nivel facial. Nos pondremos y nos quitaremos la mascarilla varias veces al día, por eso la Closca Mask, que han diseñado José Navarro y Carles Soler, se dobla y va protegida en una bolsita de transporte que se puede llevar en el bolso o la mochila.

La mascarilla actual es molesta, da calor y quita visión. ¿Cómo lo han solucionado?

A nivel estético seguimos las pautas de la Bauhaus, es decir, lo más simple posible. A nivel funcional hemos sustituido las gomas en las orejas por una banda elástica y tenemos tallas. La Closca Mask está hecha de tela técnica transpirable, como la ropa de deporte. Es una mascarilla certificada que incorpora un bolsillo interior para meter y sacar los filtros.

Han pasado de tener la caja vacía a producir 4.000 unidades al día.

Me encontré en la tesitura de tener el mejor equipo pero no tener mercado. Nadie quiere comprar botellas y cascos ahora. Al principio me invadió el miedo y buscaba a quien echarle la culpa, pero tras una reunión con emprendedores saqué la conclusión de que en momentos de crisis nosotros tenemos que ser los líderes del cambio.

La perspectiva económica es aterradora.

Yo creo que hay una oportunidad para motivar a la sociedad y ojalá nuestro proyecto inspire a otros empresarios.  España está invirtiendo millonadas en mercados que ahora no tienen sentido, como el turismo, cuando hay países que yan visto que los innovadores son clave para que la crisis sea más corta y menos profunda. Aquí nos están dejando caer en caída libre.