Crisis sanitaria internacional

El linchamiento de los héroes

La ginecóloga Silvana Bonino muestra una foto con la pintada amenazante que le pintaron en su coche.

La ginecóloga Silvana Bonino muestra una foto con la pintada amenazante que le pintaron en su coche. / periodico

Nacho Herrero

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Cada tarde, a las 20.00 horas, España aplaude desde los balcones al personal sanitario que batalla contra el coronavirus, un reconocimiento que puntualmente se ha extendido a otros colectivos, como los <strong>empleados de supermercados.</strong> Pero esa unanimidad se acaba de puertas para adentro: en los últimos días, algunos de estos profesionales han denunciado acoso e incluso insultos que les señalan como focos de contagio.

El último caso se conoció este jueves. La Policía Foral de Navarra investiga un mensaje contra varias trabajadoras de supermercados de un mismo edificio. “Pedimos a dichas personas que utilicen las zonas comunes lo menos posible o busquen alojamiento el tiempo que dure la pandemia, ya que sois un foco de contagio importante y tenemos familias que cuidar”, reclamaba el cartel, anónimo como el resto.

En Murcia, otra empleada de un súper denunció públicamente que había recibido un mensaje por debajo de su puerta en el que le instaban “por el bien de todos” buscar “otra vivienda”. Miriam, la afectada, expuso públicamente tanto el mensaje como su contestación, en la que recordaba a los anónimos que gracias a su trabajo ellos pueden comer. Y aprovechaba para explocar que necesita desinfectarse para besar a sus hijos y les reclamaba que “en vez de tanto aplauso a las ocho” tuvieran “un poco de empatía”.

Pero el caso más grave ha sido el de una doctora de Barcelona, Silvana Bonino, que al ir a buscar su coche al garaje comunitario donde lo aparca  descubrió que alguien había pintado en su carrocería <strong>“rata contagiosa”</strong> y le había pinchado dos ruedas. “Al principio, no me lo podía creer, no entendía nada. Sentí sorpresa y tristeza”, explicó la víctima.

Odio o coacciones

La policía ha dejado abierta estos días la opción de que se pudiera tratar de delitos de odio. “Nuestros profesionales siguen persiguiendo criminales, entre los que se incluyen aquellos que pueden cometer delitos de odio, como pueden ser estas conductas”, deslizó la comisaria principal de la Policía Nacional, Pilar Allué.

Pero hay expertos que discrepan. “En mi opinión, eso no puede tener recorrido porque ni el colectivo sanitario ni el de los trabajadores de supermercados son colectivos vulnerables y el artículo 510 del Código Penal, que recoge estos delitos, está pensado para los colectivos estructuralmente más vulnerables, como minorías raciales o de una identidad sexual”, explica a EL PERIÓDICO Antoni Llabrés, profesor titular de Derecho Penal, ahora en la Universitat de les Illes Balears.

Recuerda que en otros casos los tribunales han frenado este camino cuando los denunciantes han sido las fuerzas de seguridad o los políticos “por no ser vulnerables” y cree que, en algunos casos, podría encajar en “otras figuras delictivas ordinarias como la de coacciones o amenazas”, en el caso de que hubiera violencia o intimidación, o acoso inmobiliario, si no existen.

Defensa ciudadana

A la espera de ver el recorrido judicial, muchos otros vecinos han respaldado públicamente a los acosados. Así lo hicieron los de Bonino. Tras los aplausos del miércoles, micrófono en mano, una vecina pidió un aplauso para ella. “Silvana, estamos todos con vosotros, no estáis solos”, le dijo mientras crecía la ovación.

No han sido los únicos apoyos. Algunas cuentas en redes sociales que recogen estos anónimos también se han hecho eco de ofrecimientos para lavar la ropa, planchar o hacer la comida a estos colectivos. Uno de ellos, recogido por la cuenta  Medicina Cabreada, es un mensaje dirigido a una doctora: “Nosotros también tenemos hijos… es por eso que te pedimos ¡Que sigas siendo fuerte! Gracias por cuidarnos y luchar por nosotros”.