La legendaria resiliencia de las mujeres de Yemen se enfrenta a una nueva prueba: el coronavirus

Save the Children Yemen

Save the Children Yemen / periodico

SUKAINA SHARAFUDDIN. RESPONSABLE DE COMUNICACIÓN DE SAVE THE CHILDREN EN YEMEN

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Di a luz a mi hijo hace cuatro años, mientras fuera caían bombas. Desde ese día, he estado rezando para que él y nosotros vivamos lo suficiente como para ver que hay más allá de la guerra que ha destrozado a mi país, Yemen, durante más de cinco años. Sin embargo, hoy tengo un nuevo miedo: el Covid-19.

Trabajo en Save the Children. Estamos interviniendo en primera línea en una de las peores crisis humanitarias del mundo. He conocido a niños, niñas y personas adultas que fueron testigos de la pérdida de miembros de su familia en ataques que destruyeron su hogar y los hirieron gravemente. He hablado con padres y madres que no pueden satisfacer las necesidades básicas para que sus hijos o hijas sobrevivan. He visto a familias perder su hogar y mudarse a campamentos para desplazados donde el agua y la comida son a menudo un lujo. Me he encontrado con cientos de niños y niñas que no iban a la escuela para tratar de ayudar a sus padres y madres llevando a casa trozos de pan seco que encontraban o botellas de agua limpia. También he conocido a niños y niñas que intentaban sobrellevar una nueva discapacidad física causada por restos explosivos que confundieron con juguetes.

A pesar de todo, he visto a mujeres mostrar una fuerza y una resiliencia inconmensurables. Se podría pensar que una mujer cuyo hogar consta de dos habitaciones para una familia desplazada de 10-15 personas o una cuyo hijo ha sido ingresado en un centro de salud después de que la desnutrición los convirtió en piel y huesos no tendría voluntad para seguir viviendo, pero nada de eso.

Cada vez que pregunto a estas mujeres cómo se encuentran responden con la misma palabra: "alhamdulillah", que se puede traducir como "agradecida". Siempre me he preguntado cómo se puede estar agradecida cuando estás pasando por tantas dificultades. En Yemen el 21% de las mujeres que son cabezas de familias son menores de 18 años, es decir, siguen siendo niñas. Muchos de ellas han tenido que saltarse comidas para asegurarse de que sus hijos o hijas tengan suficiente comida. Otras han vendido todo lo que poseen (joyas, tierra, ganado) para llevar pan a la mesa. Y muchas, muchas otras han acumulado deudas.

No me di cuenta de lo que realmente significaba "alhamdulillah" hasta que conocí a una mujer en la ciudad portuaria de Hodeida. Se trataba de una madre de cuatro hijos que un día salió a buscar verduras para cocinar para su familia. Un ataque aéreo impactó en su casa, matando a su esposo, hija y nieto e hiriendo a sus otros dos hijos. Estaba llena de lágrimas mientras me contaba la historia, pero luego me miró directamente a los ojos y dijo con una sonrisa: "alhamdulillah, ¿qué podemos hacer? ¿Había algo en mi mano que pudiera haber hecho para detener lo que sucedió? No. Estaban en casa, donde se suponía que debíamos sentirnos seguros. Afortunadamente todavía tengo vivos a mis otros dos hijos. Otras mujeres probablemente perdieron a toda su familia mientras dormían. Ahora que perdimos nuestro hogar, nos mudaremos a vivir con un pariente y apuntaré a mis hijos pequeños en una nueva escuela y la vida continuará”.

Fue entonces cuando me di cuenta de que las mujeres yemeníes no pueden permitirse el lujo de ser débiles. Encuentran fuerza y resistencia en medio de una vida insoportable acorralada por la triple amenaza del hambre, las bombas y las enfermedades.

Y ahora no solo el coronavirus está tocando a la puerta, sino que amenaza con derribarla. Ya hay una persona en Yemen que ha dado positivo en Covid-19 y estamos muy poco preparados para lo que puede suponer. Si no logramos limitar la propagación, este será el comienzo de una nueva pesadilla. Solo la mitad de los centros de salud en el país están en pleno funcionamiento y hay 700 camas en las UCI, incluidas 60 para niños y niñas, y 500 respiradores para toda la población, para más de 30 millones de personas.

¿Cómo pueden el país y sus mujeres, quienes hacen todo en el hogar, desde lavarse hasta cocinar y limpiar, mantener a todos seguros y aplicar las reglas de prevención (lavado de manos y distanciamiento físico) en esas circunstancias?

No tengo la respuesta, pero debe ser un esfuerzo colectivo de todas las partes involucradas, las autoridades, los donantes internacionales, las organizaciones humanitarias y las comunidades locales…, para hacer todo lo posible para limitar el impacto de un brote. Necesitamos todo el apoyo que podamos obtener, equipo médico, capacitación y financiamiento para el trabajo humanitario. Las necesidades que ya eran altísimas ahora van a aumentar.

Cuando nació mi hijo lo miraba durante horas por la noche, observaba su hermoso rostro en paz y me sentía triste y culpable por traerlo a una vida tan insegura. Pero desde que conocí a todas estas mujeres inspiradoras me he hecho la promesa de ser tan fuerte como ellas.

Me han enseñado a decir "alhamdulillah" todos los días porque soy capaz de brindar seguridad, salud y amor a mi hijo. Y con la ayuda de mis compatriotas, hombres y mujeres, y la comunidad internacional, espero que mantengamos a los niños y las niñas de Yemen y sus familias a salvo del Covid-19 para que puedan crecer y cumplir sus propios sueños.