Profesiones imprescindibles durante el confinamiento

Papel, bolígrafo y un testamento ológrafo en tiempos de covid-19

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undefined52935318 madrid 26 03 2020 coronavirus traslado de fallecidos en e200326203712 / JOSÉ LUIS ROCA

Noelia López/Efe

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El primer día de confinamiento general José Luis Lledó recibió una llamada temprana en su despacho y durante 45 minutos auxilió a un hombre que no sabe si llegará a conocer: estaba en el hospital por coronavirus, sentía que iba a morir y quería hacer testamento.

Había escogido al azar el teléfono de su notaría sevillana y Lledó, sin el material de protección necesario para acercarse al centro hospitalario, optó por la única solución que vio posible en ese momento: "¿Tiene un bolígrafo a mano? Coja un papel y yo le ayudo".

Juntos hicieron, explica, un testamento ológrafo. "Es una fórmula sencilla en la que el interesado escribe en un folio de su puño y letra, sin tachones, con expresión del lugar y la fecha, su última voluntad. Cuando fallece, quien lo tenga en su poder lo lleva a un notario y con ayuda de un perito se comprueba que es la firma y la letra del autor".

"Los testamentos ahora son lo que más preocupa a la gente", señala este profesional, vicepresidente del Consejo General del Notariado, ante el goteo continuo de consultas en su despacho. Conscientes de la orden de confinamiento, aconsejan el testamento ológrafo y envían un correo con las normas básicas, para evitar que puedan ser invalidados por un defecto de forma.

El hombre que le llamó desde el hospital lo redactó con su ayuda al otro extremo del teléfono. "Cuando colgué, me sentí orgulloso, más notario que nunca. Enseguida me mandó un correo agradeciéndomelo y preguntando cuánto era. Nada, nada... No he sabido nada de él, no sé si habrá muerto o no", relata con la esperanza de encontrárselo un día en la puerta del despacho.

El testamento ológrafo está regulado en el artículo 688 y siguientes del Código Civil, un texto que data de 1889 y que incluyó también un artículo particular (el 701) con las reglas para redactar testamento "en caso de pandemia".

"A finales del siglo XIX, en una situación agónica ante la peste, se estableció la posibilidad de hacer testamento en tiempo de epidemia, sin intervención del notario y ante tres testigos mayores de 16 años", comenta Lledó recordando el escepticismo con el que él y sus compañeros estudiaban ese artículo cuando opositaban, cuando las epidemias parecían cosas del pasado.

Es un testamento que no hace falta ni escribirlo, los testigos dan fe de él, aunque hoy se podría grabar sin problemas con un móvil, apunta. 

Servicio esencial

De acuerdo con los reales decretos aprobados en este estado de alarma, los notarios quedaron incluidos entre las profesiones que prestan un servicio esencial.

"Estamos abiertos, pero con la puerta cerrada", explica. Al despacho solo vienen los casos urgentes, lo que es perentorio, y el notario solo sale, tras consultar a su respectivo colegio, cuando se considera imprescindible".

La casuística de lo "urgente", lo que de no hacerse puede provocar un daño irreparable, es muy amplia.

Está quien necesita financiación del banco y al notario para firmar el crédito; quien debe firmar unas escrituras porque, de no hacerlo, pierde la señal que dio en su día y debe seguir viviendo en casa de su cuñado, o en un hotel; quien quiere donar dinero a su hijo, que lo necesita ahora; el señor mayor que pide darle un poder a un familiar para que le venda unas acciones...

"Estamos filtrando, no queremos que haya desplazamientos innecesarios y vemos lo que admite demora. Comprarse un trastero, por ejemplo, no tiene ninguna prisa. Hay gente que lo entiende, gente que no lo entiende, que se enfada, para cada uno lo suyo es lo más importante del mundo, pero, aparte de notarios, ahora nos toca hacer de jueces de la situación y hacer entrar a la gente en razón". 

La flor cortada

En el despacho de Lledó, donde trabajan habitualmente diez personas, han hecho tres turnos, para no coincidir, respetan las distancias de seguridad y han colocado mamparas para proteger a quien está en el mostrador. 

Pero hay ocasiones en las que "no queda más remedio" que salir del despacho, para lo que se pide autorización a la junta directiva del colegio respectivo. 

Lledó, decano de los notarios andaluces, destaca entristecido el caso de la flor cortada, un sector con importante implantación en Cádiz y otras provincias de la comunidad y sobre el que acecha la crisis tras la cancelación de la Semana Santa y el encierro generalizado. 

"Son muchas empresas las que trabajaban en la flor para la Semana Santa. Como tienen un seguro, o esperan ayudas que aprueben las distintas administraciones, han necesitado un notario que dé fe de la situación en la que están sus flores", explica. 

Han gestionado varias salidas a empresas y cooperativas de Chipiona, Lebrija.. "Fíjate cómo salen las vírgenes en las procesiones... Aquí hay mucha tradición de flor, invernaderos tremendos y los pobres están arruinándose con la flor ya cortada", se lamenta.