Detenido y en prisión preventiva

El viajero estafador anotó engaños a las aseguradoras por valor de 5 millones

Agentes de la Policía Nacional.

Agentes de la Policía Nacional. / periodico

Guillem Sànchez

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Alberto no es un delincuente "común" al que podría detener una patrulla policial por la calle en una identificación "ordinaria". La advertencia es del sargento Miquel Martín, responsable de investigación de los Mossos d’Esquadra en el distrito de Les Corts. Alberto (42 años) es un profesional del engaño, un tipo inteligente que lleva años viviendo de los sablazos que pega a las compañías de seguros. El último que dio fue al RACC, la empresa que lo denunció y que puso a la unidad del sargento Martín tras sus pasos. Arrestado a finales de diciembre y entre rejas a la espera de su juicio, lo único que quedaba por aclarar es cuánta pasta había estafado. Meses después de su detención, y según fuentes policiales consultadas por EL PERIÓDICO, los investigadores han llegado a la conclusión de que podría haber alcanzado la suma de 5 millones de euros y haber enredado a una veintena de empresas distintas de varios países del globo. 

Los Mossos, entre la documentación intervenida a finales del 2019, hallaron un diario en el que el propio estafador anotaba la contabilidad de sus acciones. Si el tío fue sincero en su escrito, ha estafado cinco millones de euros a 17 aseguradoras.

Que los Mossos hayan podido acreditar, sin embargo, hay solo 400.000 euros. El desnivel entre una suma y la otra se debe a que los policías catalanes han contrastado únicamente las estafas perpetradas contra siete empresas españolas, las extranjeras, la inmensa mayoría, no han presentado denuncias todavía.

Los investigadores también sospechan que Alberto ha cometido un delito de blanqueo de capitales con la fortuna amasada y han contactado con Hacienda para que estudien el alcance del fraude perpetrado.

Los 27 hombres

Para enredar al RACC usó la misma técnica que de costumbre. Bajo una identidad falsa contrató una póliza de viaje de 100.000 euros para ir a Singapur. Días más tarde, llamó para decir que había tenido un accidente y que necesitaba atención sanitaria. Desde el RACC le respondieron a qué hospital debía dirigirse. Al cabo de una semana acudió a las oficinas de Barcelona –simulando acabar de regresar de Singapur– y presentó facturas médicas falsificadas por un valor de 60.000 euros.

Alberto no fingía haber acudido al centro indicado por el RACC porque allí sí le habría servido la cobertura de la aseguradora, sino a otro hospital arguyendo que los servicios de emergencia no supieron conducirle hasta el lugar que él había indicado siguiendo las instrucciones telefónicas del RACC. De ese modo, pudo simular que él había avanzado de su bolsillo esos 60.000 euros que ahora esperaba recuperar después de haber contratado –y pagado– una póliza de viaje tan costosa. El RACC le 'devolvió' el dinero pero también puso a trabajadores a comprobar su coartada y descubrió lagunas que comunicó a los Mossos d’Esquadra.

Los policías supieron que la identidad que había entregado al RACC era falsa pero no pudieron llegar hasta el nombre de Alberto fácilmente. Lo lograron gracias a un error que este cometió, al transferir una cantidad de dinero que los Mossos seguían a una cuenta corriente que estaba a su verdadero nombre. El siguiente paso, explica el sargento Martín, fue consultar las bases de datos para ver si tenía antecedentes. Los tenía, por supuesto. Y no solo en España. Alberto es un ciudadano originario de Chile que "se mueve por todo el mundo", que ha creado y usado 27 identidades distintas, que se ha convertido en un experto en sacar dinero a las compañías que menos dinero se dejan sacar –las aseguradoras– y que acumula arrestos por ciudades tan lejanas como Nueva York o países como Malta.

Más complicado todavía fue dar con él físicamente. Sabían quién era, no dónde estaba. Martín explica que prefiere no revelar cómo supieron que tenía una visita médica en Barcelona. Pero el caso es que lo averiguaron y ese día se presentaron a la consulta con el doctor. A la salida, se acercaron y le comunicaron que estaba detenido. "No se lo tomó mal", aclara el sargento, "creo que ignoraba que sabíamos tantas cosas e imaginó que sería por una única estafa". De camino al coche patrulla, "con clase", Alberto les propuso arreglarlo "de otra manera". Dijo que había tenido el mismo problema en otros países y tentó a los policías con un soborno. No coló.

Alojado en el hotel Vela

No iba a estar alojado en cualquier hotel. Alberto alquiló una habitación en el Hotel Vela, uno de los más caros y ostentosos de la ciudad, en más de cien ocasiones. Prácticamente vivió allí siempre que 'trabajó' en Barcelona. Como la Canción del Pirata de Espronceda, este ladrón de guante blanco también decía viajar "viento en popa a toda vela". Aunque a diferencia del pirata, la 'vela' que interesaba Alberto era la que daba nombre al hotel del que no salía a pesar de que las pólizas que contrataba sí parecían que fuera "del uno al otro confín". Desde su habitación con privilegiadas vistas a la playa de la Barcelonera El Vela, esperaba la fecha de regreso del viaje falseado. Y después, vestido de forma "elegante" y luciendo en la muñeca un reloj deslumbrante, acudía con cara de perrito mojado a cobrar los gastos médicos de accidentes o enfermedades que no había sufrido.