CRISIS SANITARIA

La peste es inspiradora

Las sucesivas epidemias de peste que asolaron a Europa entre los siglos XIV y XVII cambiaron el rumbo de la pintura e inspiraron a artistas y escritores

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Mauricio Bernal

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Corre desde que existe esta pesarosa conciencia de que vamos a pasar un buen tiempo encerrados el dato de que William Shakespeare escribió tres mayúsculas piezas mientras estaba encerrado por culpa de la peste: 'El Rey Lear', 'Macbeth' y 'Antonio y Cleopatra'. Hay que tener cuidado con las palabras: al parecer, no existe prueba alguna de que semejante frenesí creativo haya tenido lugar durante una cuarentena; sí, en cambio, de que ocurrió cuando los teatros de Londres estaban cerrados por la epidemia, y su compañía, de gira por las provincias. En 1603, 1604 y 1606 Londres estuvo sitiada por la peste, y fue durante esos años, y en esa atmósfera, que brotaron de las manos del escritor inglés las tres obras, según declaró hace poco el especialista en Shakespeare y profesor de literatura británica en la Sorbona François Laroque. De hecho, Laroque dice que las epidemias fueron una constante en la vida del escritor. Hasta 98 veces aparece la palabra "peste" en sus obras de teatro.

Shakespeare escribió tres mayúsculas piezas mientras las salas de Londres estaban cerradas por la epidemia de peste

Lo que supuestamente intentan transmitir quienes han vuelto a divulgar el dato estos días es que el confinamiento puede ser un lugar creativo: un tiempo y un espacio idóneos para que florezca el arte. Para que florezcan, en general, las ideas: fue debido a un brote de peste, como también se recuerda en estos días, que la Universidad de Cambridge cerró temporalmente sus puertas en 1665, obligando a Isaac Newton a refugiarse en su casa de Woolsthorpe Manor, en el condado inglés de Lincolnshire. Y fue allí, un día, en el jardín, viendo una manzana caer del árbol, que halló la inspiración para formular la que sería a la postre la ley de la gravedad. Le contó la historia a William Stukeley y este la consignó en su obra 'Memoir of Sir Isaac Newton’s Life', publicada en 1752. La casa fue convertida con los años en museo. El manzano sigue allí.

Muerte, desolación y cultura

Las epidemias que asolaron a Europa entre los siglos XIV y XVII marcaron social y políticamente al continente, pero también culturalmente, más allá de lo que algunos genios pudieran concebir en condiciones azarosamente vinculadas a las crisis. Dicho con crudeza, la peste siempre dejó tras de sí una estela de muerte y desolación, pero también un legado cultural. "Hay obras pictóricas, arquitectónicas, literarias y musicales inspiradas y originadas a raíz de las epidemias", dice la profesora de Historia moderna de la Universidad de Málaga Milagros León Vegas, autora del extenso artículo 'Arte y peste, del Medievo al ochocientos, de la mitología a la realidad local', publicado hace unos años en el 'Boletín de arte'. "Las obras artísticas inspiradas en desastres epidémicos –explica– suponen un eterno recordatorio de la fragilidad humana, un estado de conciencia muy presente entre los siglos XIV y XVIII".

"Las obras inspiradas en epidemias son un eterno recordatorio de la fragilidad humana", dice Milagros León Vegas

De esa realidad que marcó a Europa durante más de cuatro siglos brotaron obras literarias de signo perdurable como 'Diario del año de la peste', de Daniel Defoe, y 'Los novios', de Alessandro Manzoni, ambas escritas con posterioridad a las epidemias que retratan en sus páginas (la peste londinense de 1665 y la milanesa de 1630, respectivamente). Aunque las dos son alabadas por su capacidad, desde técnicas literarias distintas –más notario Defoe, más poeta Manzoni–, de trasladar al lector el ambiente propio de ciudades sitiadas por la epidemia, hay obras como el 'Diario', de Samuel Pepys, que tienen el valor agregado de hacerlo, por así decirlo, en directo: Pepys escribió su obra monumental (más de un millón de palabras) entre 1660 y 1669, y entre los acontecimientos que narra está la peste de 1665, la misma de Defoe.

Bruegel, Serre y un anónimo

Dicho todo esto, es sin duda la pintura la que más se dejó influenciar y la que más retrató los siglos de la peste. Según León Vegas, algo muy importante ocurrió entonces, y es que las continuas epidemias cambiaron radicalmente la representación que hasta entonces se había hecho de la muerte. Puede que el ejemplo paradigmático sea 'El triunfo de la muerte', la impresionante pintura de Pieter Bruegel, hoy parte de la colección del Museo del Prado, en la que "la Humanidad es llevada por un ejército de esqueletos a un inmenso ataúd". La profesora destaca otros ejemplos como 'La peste de Marsella de 1720', de Michel Serre –francés nacido en Tarragona que fue testigo directo de la epidemia que pintó–, "donde se plasman las tareas de evacuación de cadáveres y limpieza de espacios públicos", así como el cuadro ex voto, de autor anónimo, 'La epidemia de peste de 1679', conservado en la Iglesia de Santo Domingo de Antequera, que representa, como explica León Vegas, "enterramientos colectivos en grandes fosas, quemaderos para los objetos infectados, prácticas médicas como las famosas sangrías y la cauterización de bubones, además de cultos religiosos que propician la intervención de la Virgen del Rosario".

El profesor de Historia del Arte Fernando Quiles destaca la "gran influencia" que tuvo la peste de 1649 en la pintura sevillana

En su artículo 'Resurrección de una escuela. La peste de 1649 y el quiebro en la evolución de la pintura sevillana', Fernando Quiles, profesor de Historia del arte de la Universidad Pablo de Olavide, reseña la "gran influencia" que tuvo la epidemia sobre la pintura sevillana, tanto en términos de "cambio generacional" como en términos de "la profundización de los sentimientos religiosos", motor de "una clara reorientación artística". En conversación con este diario, Quiles explica que el cambio fue liderado por pintores como Murillo ("que vivió con dolor la enfermedad, puesto que dos de sus hijas murieron en ese trance") y Zurbarán ("que perdió a su hijo, también un prometedor artista"). La trayectoria artística de ambos quedó irremediablemente condicionada por la experiencia.

Es probable que vuelva a ocurrir lo mismo, y que de esta pandemia –del encierro, del dolor por los muertos, del redescubrimiento de nuestra fragilidad–, brote arte y broten ideas. Paolo Giordano, el italiano de 'La soledad de los números primos', ya publicó la primera novela sobre el coronavirus, a una velocidad que es recordatorio del sino de los tiempos. Seguramente otros se lo tomarán con más calma, reflexionarán. "Creo que el arte se va a hacer eco de lo ocurrido. En realidad, ya lo está reflejando", dice Quiles. "Creo en el dinamismo del arte y de los artistas, pero dudo mucho que se produzca un cambio sustancial", añade. León Vegas no descarta que "surjan creaciones inspiradas en el miedo y el horror de esta pandemia", pero dice que el papel de relator de la realidad que en tiempos desempeñó la pintura esta vez recaerá en la fotografía. Hubo un arte del sida en los peores momentos de la pandemia. Es seguro que habrá uno del coronavirus.