VIVIR LA CRISIS DESDE LA LEJANÍA

El triple estrés del inmigrante ante el coronavirus

Los extranjeros viven con ansiedad la distancia con sus seres queridos, más cuando se encuentran en países especialmente vulnerables a la pandemia

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Mauricio Bernal

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Las noticias que llegan de Guayaquil no son buenas. Las autoridades tardan varios días en recoger los cadáveres de los que mueren en sus casas. Por miedo al contagio, la gente saca los cuerpos y los deja en la calle. "El domingo al amanecer, un cuerpo yacía, tapado con plásticos, en Escobedo y Padre Solano, centro de Guayaquil", explicaba un artículo publicado el miércoles en el diario 'El Universo'. "Guayaquil vive una pesadilla. Vive escenas de película de terror, de desesperación", añadía el texto. En todo Ecuador, la situación es alarmante. El mismo diario consignaba que de cada 100 pruebas de coronavirus, 54 dan positivo.

"Yo no sé que puedo hacer por ella desde acá", dice Ana Sigüenza sobre su tía de 70 años que vive en Guayaquil, no tiene comida y se niega a salir a la calle

Nacida en Guayaquil, Ana Sigüenza lleva 20 años instalada en Barcelona. Vive en un piso de la calle de Casanova y allí pasa los días confinada, como todos: con su marido, sus dos hijos y el perro. Desde que empezó la crisis, cada día se comunica con su familia al otro lado del Atlántico. Son gente de pocos recursos. Su tía Gloria tiene 70 años y vive sola, y se niega a bajar a la calle por temor a enfermar. Dice que se le acaba la comida, pero aún así no quiere salir. "Yo no sé qué puedo hacer por ella desde acá", dice Ana. "Es horrible, todos los días me escribe y no sé qué hacer". No solo le preocupa su tía. En Guayaquil tiene varias hermanas en situaciones de riesgo, desde la que es enfermera en un hospital hasta la que padece asma. Con ellas también habla a diario. Es el drama añadido de los que tienen lejos a sus seres queridos. Todo se vive por partida doble, la incertidumbre, el estrés. "Lloro cada noche", dice Ana.

"No puedo coger un avión"

La mexicana Fabiola Eme es editora de la revista cultural Tusitala y vecina de Barcelona desde hace 13 años. Vive en Gràcia. En México están su madre, sus dos hermanas y su hermano, además de un numeroso segundo círculo familiar. "Estoy muy preocupada, sobre todo por mi mamá, que tiene 75 años y está en la franja de riesgo", dice. "Ella está bastante bien de salud, pero me preocupa cuando tiene que salir a comprar, que salga bien protegida, y que la gente del entorno que le está llevando cosas también se proteja". Las comunicaciones con la familia se han multiplicado en estos días. Fabiola llama a su hermano y le insiste: tienes que estar pendiente, tienes que pasar a verla cuando puedas. "La preocupación de que se enferme y le pase algo es algo que he tenido siempre, por la distancia, pero esta situación la acentúa, y además está el hecho de saber que no puedo coger un avión si pasa algo grave".

"La máxima preocupación de la gente que está lejos es que sus padres enfermen y no poder estar allí", dice la psicóloga experta en duelo migratorio Celia Arroyo

Psicóloga experta en duelo migratorio, Celia Arroyo subraya lo “frustrante” que resulta la distancia en estas circunstancias. "La gente tiene tendencia a sentirse culpable por estar lejos de sus padres o sus seres queridos", dice. Últimamente, su consulta está llena de preguntas acerca de cómo gestionar esta situación. "Atiendo a algunas personas que tienen a sus padres en países como Ecuador o Perú, muy preocupados porque son países de bajos recursos y con sistemas sanitarios deficientes. Con temor porque allí las circunstancias son peores o tienen aspecto de que van a ser peores". Arroyo habla de una situación de "triple estrés": el estrés del virus, el de estar lejos de los seres queridos y el de saberlos en un lugar más vulnerable a los efectos de la pandemia. Ante lo cual recomienda, sobre todo, comunicación: "Que hablen más que nunca. Es muy importante sentir en estos momentos el calor de los seres queridos".

Preocupación de ida y vuelta

En estos días de incertidumbre global, la preocupación, en realidad, es un intercambio de ida y vuelta. Las noticias que llegan a Ecuador o México desde España tampoco son buenas. Allá también están preocupados. "Sí, claro, ellos saben que estamos en un país y en una ciudad donde hay muchos casos, y también me preguntan cómo estamos, cómo está la situación aquí", dice Ana. "Tengo familia en Estados Unidos que ven las noticias y llaman a preguntar". Fabiola, lo mismo: que sus familiares de México le escriben cada día para comentar las noticias y preguntarle cómo está. "Están todos muy preocupados", dice. "En estos momentos", dice la psicóloga Arroyo, "la máxima preocupación de la gente que está lejos es que sus padres enfermen y no poder estar allí". Distancia y coronavirus son una combinación desagradable.

En Ecuador o México también están muy preocupados por la situación de sus familiares en España

Martín Robledo es argentino. De Río Cuarto, Córdoba. Tiene 44 años, vive desde el 2002 en Barcelona y tiene una peluquería en el Raval, Rulo. En Río Cuarto viven sus padres y su hermano, y aunque de momento hay registro de solo un caso de coronavirus en el municipio, Martín dice que está "preocupado", "porque son mayores". "Están bien de salud, pero son mayores, y eso en estas circunstancias siempre preocupa". Sus padres tenían previsto venir en mayo, ya tenían los tiquetes comprados, las reservas, y todo lo tuvieron que anular. "Es un bajón, se ha suspendido todo". La distancia Martín la reduce hablando más a menudo con ellos, y aunque preocupado, es optimista. "Creo que tienen la actitud adecuada. Se cuidan, hacen cosas. La actitud es muy importante para salir de esta".