PENDIENTES DE LA NATURALEZA

El confinamiento ayuda a avistar más delfines

El interrogante es si se ven más porque nos fijamos más o porque las playas están vacías

Delfines en la costa catalana, en una imagen de archivo.

Delfines en la costa catalana, en una imagen de archivo. / periodico

El Periódico

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El confinamiento provocado por el coronavirus ha provocado que la gente, ahora disfrutando de más tiempo, esté más observadora y más pendiente de lo que ocurre en el exterior. Estos días, en las redes numerosas personas comparten que están viendo más delfines cerca de la costa catalana. Suele ser habitual ver delfines, aunque el interrogante que se abre ahora es determinar si se ven porque nos fijamos más o porque las playas están vacías, sin presencia humana.

Se han avistado delfines en Sant Pol (Maresme) y en Tamariu (Baix Empordà). Y así lo han certificado los afortunados que los han visto.

La presencia de delfines y ballenas en la costa catalana viene siendo habitual. El pasado mayo, sin ir más, lejos, se registró un espectacular avistamiento de cachalotes y delfines frente al Garraf. Y la presencia de rorcuales suele ser habitual en los alrededores de Vilanova i l Geltrú. La Barceloneta o la Costa Brava son otros puntos donde se han visto delfines en anteriores ocasiones.

La fauna recupera terreno

Lo cierto es que con el confinamiento, que ha dejado espacios desiertos, vacíos de presencia humana en todo el territorio, diferentes especies de animales han aprovechado para recuperar terreno. Es el caso de los jabalís que, en Barcelona, han bajado hasta la avenida Diagonal. También patos, pavos, cabras han aprovechado la ausencia de seres humanos.

Lo resumía Jordi Serrallonga en su artículo 'Confinamiento humano y libertad animal' publicado en EL PERIÓDICO este lunes 30 de marzo: "Mientras la humanidad se ve obligada al confinamiento, ha despertado la rebelión de los animales: la libertad para muchas especies. 'La vida se abre camino' podría ser el grito revolucionario y reivindicativo del oso que paseaba el otro día por el municipio asturiano de Ventanueva, o de las cabras montesas que filmaron en la población de Chinchilla (Albacete). Otro buen amigo, Gonçal, desde su cuarentena en Arenys de Mar, me hacía partícipe de unos vídeos que convertían en mera anécdota el avistamiento de jabalís en pleno Eixample de Barcelona: bandas callejeras de estos suidos –idolatrados, a nivel culinario, por Obélix (nos acaba de dejar el gran Uderzo)–, irrumpían en las vías de la localidad costera con nocturnidad y alevosía".