CRISIS SANITARIA

El papel higiénico, la inesperada estrella del carro de la compra del coronavirus

Nacho Herrero

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De ser el patito feo del carro de la compra, el papel higiénico ha pasado a ser el producto estrella de la crisis del coronavirus, sin contar con mascarillas y guantes. La gente lo acumula y se graba videos dando toques al rollo, incluido Messi. Algún uso hay que darle, porque es imposible que se esté gastando todo en el inodoro.

Mientras los científicos se afanan investigando la vacuna para el covid-19, el resto de la población se entretiene buscando el motivo por el que algunos de sus vecinos han decidido comprar rollos como para empapelar sus casas. En algo hay que invertir las horas de confinamiento.

“No hay absolutamente ningún motivo racional”, explica a EL PERIODICO Carlos Reinoso, director general de la Asociación de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón. Pero, como el buen papel, la mente humana tiene varias capas y se ve que una de las de abajo empuja a algunos a querer tener en una casa los rollos que debería haber en todo un edificio.

“Hay bastantes estudios psicológicos que dicen que en las crisis se tiende a acumular productos que sean imprescindibles, baratos, no perecederos y que ocupen bastante, porque nos da tranquilidad ver la despensa llena. El papel los cumple todos pero más allá de eso no hay ninguna razón”, asume Reinoso. Al menos, se trata de un fenómeno mundial y no solo propio y la explicación rebate la desalentadora teoría de que miles de personas han pensado que es útil hacerse mascarillas con el papel.

Hay una doble esperanza para que los que se están quedando sin rollos en casa no tengan, tengamos, que acabar en manos del aún duro papel de cocina. “La producción está asegurada, las fábricas y las líneas de suministro están funcionando con normalidad, el desabastecimiento es absolutamente puntual y se tarda en revertirlo lo que tarda en llegar el camión”, apunta el directivo de ASPAPEL. Por otro lado, en los últimos días se ha incrementado casi un 5% la producción y se han extremado las medidas de protección de los trabajadores. Ahora mismo, después de los sanitarios casi están ellos.

De la lechuga al rollo

Para ser objeto de tertulias, telemáticas o a metro y medio de distancia, el papel higiénico es un gran desconocido. Y tiene su rollo. El papel como tal se inventó en China hace más de dos mil años y durante mucho tiempo solo allí se dieron cuenta de que podría servir también para ‘eso’ aunque en un formato sábana no muy funcional. 

El resto echó mano de lo que tenía cerca y eso variaba mucho según la clase social y el lugar: lana, hojas, paja, musgo….. Dicen también que hojas de lechuga pero es difícil de creer.

Hubo que esperar hasta 1857, ¡dos años después de que Antonio Meucci inventara el teléfono!, para que Joseph Gayetty creara un papel humedecido con aloe pensado para los (ricos) que tuvieran hemorroides. Pese a su fracaso se le considera responsable del invento pero fueron los hermanos Edward y Clarence Scott en 1879 los que triunfaron comercializándolo como ahora lo conocemos.

Bueno, no exactamente. Al parecer, en 1935 salió una nueva marca que prometía un “papel libre de astillas”, lo que da una idea de la suavidad anterior. Lo que es seguro es que la bendita doble capa no llegó hasta 1942.

La suavidad del eucalipto

¿Se fabrica aquí o fuera?, ¿cómo?, ¿se puede hacer en casa? Conforme pasan los días y los lineales siguen vacíos las preguntas se acumulan. El que se vende en España está hecho aquí. Hay una decena de fábricas y se elabora a partir de fibras de celulosa de distintos árboles. Cada especie tiene su aquel, cuenta Essity, que lidera el sector.

Las de eucalipto aportan suavidad, las de pinos y abetos resistencia. El típico dato que sin esta crisis nunca se hubiera sabido. Mezclada con agua la fibra se diluye y una máquina retira el líquido y crea una hoja continua que otras máquinas convertirán en papel higiénico, de cocina o pañuelos, entre otros.

Y, ahora, lo más importante, ¿va a haber papel higiénico en los supermercados esta próxima semana? Solo esta marca puede hacer cuatro millones de rollos al día. Podrían ir y volver a la Luna estirando los que hacen en una semana, cuentan. No hay perrito que se dé ese paseo, ni estos días. Por producción no será así que como muchas cosas en esta crisis dependerá del comportamiento de la gente. 

El 'efecto rebaño' hace que si ves a otro comprar algo te lleve a hacerlo también. Otra capa más del cerebro humano. “Estamos trabajando para que no se vean estanterías vacías porque cuando la gente ve que hay solo se lleva lo que necesita”, explica Reinoso. “Con la despensa llena no tiene sentido seguir comprando”, insiste. Pero es que ya antes nada de esto tenía sentido.