EDUCACIÓN

Los jóvenes confinados que preparan la Selectividad: "Esta situación es muy estresante"

Imagen de archivo de los examenes de selectividad del curso pasado en la facultad de Biología de la UB

Imagen de archivo de los examenes de selectividad del curso pasado en la facultad de Biología de la UB / periodico

Luis Benavides

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Incertidumbre, inquietud, nerviosismo, angustia y muchas otras palabras de este cariz servirían para expresar lo que sienten muchos alumnos de segundo de bachillerato después de que el Gobierno central, las autonomías y los rectores decidieran el martes aplazar la Evaluación de Bachillerato de Acceso a la Universidad (EBAU), antes conocida como selectividad, por culpa del coronavirus. Solo les faltaba quedarse con la incógnita sin resolver de la nueva fecha que tendrán las pruebas. 

Los exámenes tenían que realizarse antes del 18 de junio, pero la comunidad educativa ha acordado que es imposible sin recortar el temario.  «Esta situación es muy estresante», explica Marc Anduenza, de 17 años y alumno del instituto público INS Ronda de Lleida. Le gustaría cursar el grado de Matemáticas o el de Filosofía, Política y Economía. Todavía no se ha decidido. Las dos carreras tienen una nota de corte elevada. «No hemos terminado el temario, no sabemos cuánto tiempo nos quedará para estudiar… Vivimos con muchas dudas», añade el joven, que se organiza estos días para hacer todos los ejercicios que le encargan  y encontrar un rato para evadirse en pleno confinamiento por el estado de alarma. 

El cóctel formado por el coronavirus y las pruebas de acceso a la universidad inunda estos días  los grupos de Whatsatsap de los estudiantes de segundo de bachillerato. «Además de nervios hay mucho malestar porque se han cancelado viajes. Con el instituto teníamos que ir esta semana a París y se ha anulado del todo, claro», lamenta Anduenza, que espera que los centros educativos sepan adaptarse tecnológicamente con videoconferencias, por ejemplo, si se alarga el estado de alarma. En la mayoría de los institutos solo tienen aulas virutales, una especie de foros donde los docentes pueden colgar todo tipo de archivos y los alumnos pueden participar.

Anduenza se ha puesto en contacto sin mucho éxito con algunos profesores. Imagina que van desbordados. Mientras llegan las respuestas prepara los ejercicios y adelanta esquemas del temario. Como su compañera de instituto Irene Ruiz, que esta semana ha empezado con una estricta rutina académica autoimpuesta. «No me levanto tan pronto como cuando tengo clase, pero a las diez ya desayuno y me pongo con los deberes», puntualiza Ruiz, que tiene claro que sea cual sea la fecha escogida, será peor que la original. «En junio podías tener el temario fresco –continúa–; si lo retrasan a julio, muchos tendrán que anular vacaciones, y si vamos directos a septiembre es muy arriesgado y te fastidian todo el verano».

De Youtube a Fortnite

Ruiz está cursando el bachillerato humanístico y más o menos puede seguir las clases sin dificultad, no así sus amigos del científico. Sin un profesor a mano, aunque sea virtual, algunos ejercicios se ponen muy cuesta arriba. «Si te quedas atascado tienes que mirar vídeos, tutoriales, en Youtube», apunta Brais Testa, estudiante de segundo de bachillerato del INS Miramar de Viladecans. «Con la asignatura de Química necesitará ayuda de algún compañero por Skype o algo así; el resto de materias no me preocupan», añade el joven, que asegura estar algo sobrecargado de deberes. 

En el instituto de Testa hacen trimestrales, cuatro días de exámenes en los que entran todo el trabajo realizado en clase. «Si se juntan los trimestrales con la selectividad, sin tiempo entre una prueba y otra, será un estrés total», vaticina este joven, que se sube por las paredes por el confinamiento. Está acostumbrado a entrenar cuatro días a la semana con su equipo de fútbol e intenta consumir toda su energía con entrenamientos caseros.

Para liberar tensiones también juega por las noches a juegos tipo Fortnite. Se le echan las horas encima y no se da cuenta. Dice que encerrado pierdes «la noción del tiempo». También le pasa a Daniel Campos, de 17 años, alumno del mismo instituto. «Soy bastante responsable y me levanto pronto para estudiar», puntualiza Campos, preocupado por su futuro. Se juega mucho, dice. «Nos han metido mucha presión durante todo el año explicando lo importante que esta prueba, y ahora todo se ha parado. Da miedo pensar que podemos llegar sin estar suficientemente preparados».