Pederastia en la Iglesia

Víctimas de abusos en colegios jesuitas, claretianos o en Montserrat claman una reparación

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Guillem Sànchez

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El pasado 10 de febrero se firmó un acuerdo entre el <strong>Institut Germans Maristes </strong>y <strong>31 exalumnos</strong> de colegios de la orden católica víctimas de abusos sexuales. Los delitos cometidos por profesores habían prescrito y ninguno de ellos podía aspirar ni a procesar a su abusador ni tampoco a recibir indemnización alguna. Alcanzar ese acuerdo extrajudicial, que impulsó la fundación Mans Petites –a través de Manuel Barbero, padre del primer denunciante en el 2016–, ha sido la única opción de lograr una reparación económica para secuelas que, a diferencia de la responsabilidad penal de los agresores, no se extinguen.

La firma del contrato entre Maristas y Mans Petites ha supuesto que por primera vez en España una institución religiosa acepte reparar a víctimas de pederastia sin una condena judicial. Pero en Catalunya, y en el resto del Estado, hay víctimas de pederastia oculta en otras órdenes que siguen donde estaban, en la vía muerta de la prescripción y sin ninguna posibilidad de ser indemnizadas a menos que las respectivas organizaciones asuman que deben repararlas. ¿Cómo han reaccionado estas al saber del acuerdo entre Maristes y Mans Petites? EL PERIÓDICO ha contactado con exalumnos abusados en centros de los Jesuitas, de los Claretianos o de la Abadia de Montserrat. Todos creen que las órdenes, en tanto que responsables de las escuelas, deben responder económicamente por el daño que les hicieron

"No hay otra forma de pasar página"

Los Jesuitas de Catalunya abrieron una investigación interna para investigar las denuncias en el colegio Sant Ignasi de Sarrià de Barcelona. En al menos un caso, el del sacerdote Pere Sala, la Doctrina de la Fe –organismo vaticano encargado de juzgar los casos de pederastia–, concluyó que los hermanos Jordi y Oriol de la Mata decían la verdad cuando relataron su caso en EL PERIÓDICO. Los Jesuitas, al recibir el veredicto condenatorio del Vaticano, afirmaron que tomarían medidas contra el exprofesor, de quien se hacen cargo y que actualmente tiene más de 90 años. Pero no dijeron nada sobre reparar a los hermanos de la Mata. O al resto de víctimas.  

"Claro que tendrían que hacer lo mismo que los Maristas. A nosotros nos pidieron perdón pero nada más. Son abusos que los propios Jesuitas han admitido. Y no solo nuestro caso, en todos", explica Jordi de la Mata, que sigue pagando gravemente las secuelas del maltrato sexual que padeció a principios de los ochenta siendo un niño en el Sant Ignasi. "No es solo por dinero, hay gente que está peor que yo, que necesita ayuda psicológica. Los Jesuitas tienen que demostrar que quieren, de corazón, comenzar desde cero. Todos sabemos qué ocurrió, si quieren pasar página tienen que reparar a los que jodieron". 

Montserrat, una mujer víctima del sacerdote Lluís To en la década de los 80, docente del mismo colegio que los hermanos de la Mata, cree que la reparación extrajudicial de los Maristas "debe sentar un precedente". "Y si los Jesuitas no lo ven así, que salgan y que expliquen públicamente por qué no están de acuerdo", reta. "Los abusos los cometió alguien que estaba bajo sus órdenes, la organización debe responder de sus subordinados. Porque lo que hicieron ha tenido consecuencias en la vida de todos", zanja.

"Tienen miedo de que aparezcan más"

Miguel Hurtado, el primer denunciante del monge Andreu Soler –tras publicarlo en este diario en enero del 2019, le siguieron una decena más de hombres que fueron atacados por el mismo pederasta del Monasterio de Montserrat–, critica que la abadía, como los jesuitas, creara una comisión de investigación que no incluyera una reparación a las víctimas. "Cuando se presentaron las conclusiones de esta comisión fui muy crítico y el acuerdo entre Maristas y exalumnos creo que me ha dado la razón", mantiene.

"El abad de Montserrat ha pedido perdón públicamente pero no ha propuesto ningún tipo de indemnización, a pesar de que recibe 2 millones de euros en subvenciones cada año", critica. "Nadie se cree que fueron solo 14 niños –esa fue la cifra que finalmente cuantificó la congregación– y no quieren pagar por miedo a que afloren cincuenta o cien nuevos casos", interpreta. "Indemnizar ayudaría a conocer la cifra real de abusos", asegura. Hurtado acaba de publicar el libro 'El manual del silencio', un relato autobiográfico en el que narra los abusos sufridos en la abadía y cómo comenzó su lucha de activista contra la ocultación de la Iglesia. 

"Pagar es admitirlo de verdad"

Mireia, una mujer de 43 años, fue la primera denunciante por abusos contra un trabajador del colegio Claret de Barcelona, centro de la orden de los Claretianos, por abusos sufridos durante el curso escolar 1984-85, cuando tenía 8 años. "El dinero no cambiará nada de lo que viví pero sí sería una manera de que ellos acepten lo que ha pasado realmente. Para las víctimas eso es importante porque pasan los meses y reaparece la sensación de que la institución no se lo cree del todo. Y de esta forma, reparando económicamente, queda claro que sí aceptan que ocurrió", subraya. "Todos nos hemos dejado mucho dinero en psicólogos que deberían haber pagado las instituciones. Una fortuna".

En marcha la comisión de los Maristas 

La comisión está formada por profesionales independientes que son expertos en la atención a víctimas de la violencia sexual en la infancia y la adolescencia. Su objetivo es evaluar "la plausibilidad de los hechos denunciados y de las secuelas posteriores" y decidir, en base a la jurisprudencia, qué cantidad deben percibir como reparación.