CRISIS SANITARIA INTERNACIONAL

"¿Y yo dónde me meto?": el coronavirus desata el miedo entre los sintecho de Barcelona

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Elisenda Colell

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"¿Qué hago si me pilla el virus, donde me meto?", se pregunta una mujer, junto a un carro de chatarra, mientras hace cola en el comedor social. Dice que lleva diez años viviendo en la calle. Alex, en cambio, ha ido cambiando: de pisos patera, albergues, pensiones y calle. "Ahora, estoy en la calle", admite. "No sé donde tendré que ir, nosotros no podemos hacer el aislamiento", añade. El temor se apodera de las personas sin hogar. Y es que la entidad Arrels alertó ayer que el 30% de las personas sin techo en Barcelona tiene patologías previas y que, por tanto, es colectivo de riesgo.

Todos ellos esperan en la cola para entrar en el comedor social de la Avenida Paralelo a media mañana. El servicio deja entrar a las personas de 15 en 15. "Nunca hay colas, esto no es normal, pero esperemos que no lo cierren, sino, ¿que haremos?", reza Alex. "En la sala Baluard [centro de venopunción del Raval]solo te dejan entrar a consumir de uno a uno, a la gente le cuesta mucho aguantar el mono", relata un tercero. Albert, un hombre que lleva tres años en la calle, explica que "en el centro de día y en las duchas no nos dejan entrar a todos". "Pues en el mío han cerrado, no he podido ir al ropero y voy con lo puesto, esto seguro que es fatal para el virus", se queja otra persona. 

Las colas en el comedor del Paralelo "no son normales", apuntan desde el servicio. Otro comedor, el de Navas, ha optado por abrir el centro a todas las personas: "no estamos revisando el carnet ni la documentación, debemos cumplir una necesidad básica en plena emergencia", explican trabajadores a este diario. El criterio es disperso. "Es que el Ayuntamiento no nos ha dicho nada, esto es un foco de contagio, deberíamos entregar la comida para llevar, no tenemos ni mascarillas, hacemos lo que podemos", critican algunos trabajadores. Desde los centros de día explican las medidas restrictivas por "falta de personal", o por el deber de "mantener las medidas de seguridad" contra las aglomeraciones.  

Entre el tercer sector también preocupa el abastecimiento de comida a las familias que no pueden pagar la compra, y a los niños que se alimentan gracias a las becas comedor de su escuela. "Estamos contactando con familias que no pueden dejar de trabajar para ayudarles en todo lo que podamos", explican desde el Casal dels Infants, que ha tenido que desinfectar y suspender todas las actividades en sus centros. 

Si bien el presidente del Banc dels Aliments advierte que "hay comida para más de un mes", el problema está en la falta de manos para repartirlos. "La mayoría de voluntarios son jubilados que han dejado de venir por protección, necesitamos que los estudiantes nos ayuden a traer la comida a las personas más vulnerables", señalan desde Cáritas

Tras reunirse con varias entidades sociales, la Generalitat ha acordado que los 'centros abiertos' para niños podrán abrir para servicios de comedor a los menores, y ha recomendado que se entreguen alimentos a domicilio a las personas vulnerables que viven solas. Quien deberá hacer este trabajo es un servicios que está cada vez más tensionado: el Servicio de Atención a Domicilio (SAD). "Hemos dejado de ir a las casas de las personas confinadas porque no tenían alta vulnerabilidad", exponen a EL PERIÓDICO fuentes de estos servicios, que añaden que problema está en si flaquean sus trabajadoras. 

Una de las medidas tomadas que pueden llevar al optimismo, ni que sea temporal, es que se han suspendido los desahucios en Catalunya hasta terminar la crisis del coronavirus. La decisión la tomó el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya al suprimir las actuaciones judiciales hasta nuevo aviso. Por la mañana la alcaldesa Ada Colau y el conseller de Territori, Damià Calvet, mandaron una carta al poder judicial pidiendo la paralización de los desahucios.