JUICIO POR EL 'CRIMEN DE LA URBANA'

Rosa Peral: "Vi a Albert con un hacha en la mano y sangre en la cara"

'Crimen de la Urbana': Rosa Peral dice que tenía miedo de su examante y que éste odiaba a la víctima

'Crimen de la Urbana': Rosa Peral dice que tenía miedo de su examante y que éste odiaba a la víctima. / periodico

J. G. Albalat

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"Vi a Albert saltar la valla de mi casa. Llevaba una braga en la cara, unos guantes y una mochila de la que sobresalía un palo. Se acercó hacia mi. Se levantó la camisa y enseñó la pistola. Primero me quedé inmóvil, pero después salí corriendo y me encerré en el piso de arriba de la casa. Después oí muchos golpes (...). Vi a Albert con una hacha en la mano y com manchas de sangre en la cara. Me dijo: baja aquí y limpia (....) Yo estaba cagada (...) Me asusté como no me había asustando nunca". Con estas palabras culpó Rosa Peral, la guardia urbana acusada de asesinar a su novio, el policía local Pedro R., al otro acusado, el también agente Albert López, que había sido su amante. Los perros no ladraron. La procesada ratificó este miércoles la versión dada durante la investigación de lo ocurrido en la madrugada del 1 al 2 de mayo del 2017, cuando se cometió el crimen. E insistió en que no tenía ningún plan con Albert, como sostiene la fiscalía.

Acorralada por el fiscal Félix Martínez, Rosa explicó que Albert le obligó el 2 de mayo, al día siguiente del asesinato, a que constestara desde el móvil de Pedro todos los mensajes que llegaban y reconoció que, incluso, se hizo llamadas a ella misma. Por la tarde, según sus palabras, el agente procesado le instó a que se subiera al coche. Los  dos fueron a casa de su exmarido, Ruben, lo que la acusación atribuye como un intento de implicarle en la muerte de Pedro R..

Tras ese trayecto, Rosa y Albert volvieron a la vivienda de ella en Vilanova i la Geltrú. La acusada admitió que cogió el coche de Pedro R. y Albert el suyo y se dirigieron a las inmediaciones del pantano de Foix. "Él sabía donde iba", aclaró. "Me dijo que aparcara el coche y le vi con dos bidones de gasolina. Creía que iba a por mi y sali corriendo por la carretera. Pensé: si me tiene que pegar un tiro, que lo haga por la espalda. Luego escuche una explosión. En ningún momento pensé que Pedro estaba en el vehículo (...) Pensaba que iba a volver", sostuvo la acusada. El 4 de mayo apareció en cadáver calcinado de Pedro R. en el maletero de su coche en un camino forestal cercano al pantalo de Foix.

Precisamente ese dia 4, Rosa y Albert fueron a comer con unos compañeros. El fiscal volvió a acorrararla y preguntó como era posible con tantos policías no explicara a nadie lo que había pasado. "Ninguno de ellos me daba confianza". La acusación pública fue rápida: "¿Tan mala imagen tiene usted de la Guardia Urbana de Barcelona, de sus propios compañeros?". Respuesta: "Tenía miedo. No creo que nadie me pudiera proteger entonces". Abert se quedó esa noche con ella. "Vino a controlarme", ha precisado. Cuando se presentaron los Mossos a las 12 de la noche, según su versión, Albert le dijo que no dejara entrar a los agentes en casa y que si lo haría daño a sus hijas. "Ese día también llevaba la pistola", ha recalcado.

Relación tóxica

Al principio de su interrogatorio, Rosa describió una relación toxica con Albert. "Lo que he tenido con Albert no puede considerarse una relación. No ha aceptado nunca a mis hijas, no sabía sus horarios. Todas las veces que nos veíamos quedábamos en Badalona (donde vivía el procesado). No lo entiendo como una relación y menos familiar. Teníamos solo una relación sentimental. Nunca le he dado un beso o un abrazo en público. No hemos convivido", precisó. El fiscal repreguntó: "¿Qué considera relación sentimental?". La procesada contestó: "Como si fuéramos una pareja, pero sin serlo".

Rosa Peral durante la sesión del juicio del 'crimen de la Urbana'

Rosa Peral durante la sesión del juicio del 'crimen de la Urbana'. / periodico

Ante el intento de Rosa de desmarcarse de Albert, el fiscal reprodujo correos electrónicos en los que la procesada le profesaba su amor. "Te he querido mucho durante los cinco años", rezaba uno. Y otro: "Solo tu me has tenido y quiero que me sigas teniendo". "Cuando hacía lo que Albert quería, no había problema. Lo había cuando le decía que no (...) Le tenía miedo", afirmó. El ministerio público le espetó si con sus palabras estaba "minimizando" su contacto con Albert para desmontar la imputación de que los dos planearon el asesinato de Pedro. R.

Obsesión enfermiza

Albert nunca se ha interesado por mi vida", reclacó Rosa, para después añadir que el que fuera su compañero de patrulla estaba obsesionado con ella. "Él pensaba que se le había quitado algo que era suyo", detalló. "Le tenía miedo", argumentó, tras relatar cómo en enero del 2017 se presentó en su casa en Vilanova i la Geltrú y no llegó "a las manos" con el que era su novio, Pedro R.,  porque le dijo a este que no saliera de la casa y no discutiera. "Para mí, esta persona (Albert) tiene un problema mental", afirmó. En su opinión, el procesado no asumía su nueva relación. A pesar de ello, quedó acreditado que Albert le regaló un anillo. Las incisivas preguntas del fiscal tensó a la acusada, hasta llegar a crisparla. Le bombardeó con fotos, mensajes de móvil y audios de llamadas telefónica. La presión hizo mella y a Rosa le saltaron las lágrimas.