EN MADRID

Coronavirus: Padres y madres sobreviven al cierre escolar

Un padre teletrabja mientras su hijo juga con el iPad, hoy en Madrid.

Un padre teletrabja mientras su hijo juga con el iPad, hoy en Madrid. / periodico

Olga Pereda

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Con una angustia que roza el pánico, madres y padres trabajadores salen adelante como pueden para compaginar sus empleos con el cierre de los colegios en Madrid. No es fácil. Es un problema vital de primer orden.

Lourdes, madre de tres hijos pequeños, trabaja como responsable en una tienda de cosméticos. Sus jefes le ofrecieron la siguiente solución: "Si no puedes venir a trabajar, tendrás que gastar días de vacaciones". Tiene 30 al año, así que la crisis del coronavirus y el cierre escolar le implicará quedarse con unas mínimas vacaciones en verano. Se ha negado y, al final con mucha negociación a cara de perro, ha conseguido ir a su puesto de trabajo solo unas horas al día.

Algunos padres pueden teletrabajar. Pero teletrabajar con niños pululando en casa es imposible. Imposible por más que el catálogo infantil de Netflix y Filmin sea bueno y extenso y los progenitores posean unos (caros) auriculares con candelación de ruido. "Asumiré que voy a hacer muy pocas cosas de trabajo. Vamos, salvaré el expediente y punto. Y también tengo claro que mi peque se va a tragar más dibujos que en su vida", explica Eva, abogada y empleada en un despacho internacional, que le ha dado vía libre para teletrabajar estas dos semanas de cierre escolar. Es madre sola y habitualmente cuenta con una estudiante universitaria que le echa una mano varios días a la semana. No puede contar con ella porque el pánico en el que ha entrado Madrid ha hecho que la joven -también sin clases- se vaya a casa de sus padres, en otra comunidad autónoma. Eva ha optado por comprar una consola de segunda mano y que su hijo se zambulla -antes de tiempo- en el mundo de los videojuegos. "Es algo que le iba a regalar la próxima Navidad, pero veo imposible poder esta en casa y que me deje tranquila al menos una hora para poder sacar curro adelante", concluye.

"Trabajo en un banco extranjero y, aunque parezca impensable, no tenemos ningún protocolo para teletrabajar". Álvaro, padre de un bebé de dos años y una niña de 5, está agobiado pero lo tiene relativamente más fácil: él y su mujer -médico, con jornada solo de mañana- tienen contratada a una cuidadora todo el año, así que bastará con tirar de chequera y alargarle el horario.

En muchos colegios, el personal en prácticas de Infantil se está ofreciendo a madres y padres que buscan desesperadamente una cuidadora. Sus móviles son apuntados a toda prisa para, en caso de urgencia, poder llamar alguien y que cuide en casa a la prole.  María, mamá de un niño de 5 años, llevaba idea de llamar, pero, al final, ha optado por teletrabajar -sea lo que sea eso- y dejar a su hijo al cuidado del portero de su finca, que se ha ofrecido a echar una mano "para lo que haga falta". María también recibió un mensaje de su madre dejando claro que "la casa de la abuela estaba permanente abierta" para el nieto. María, sin embargo, no se atreve a dejárselo. "Las personas mayores tienen más riesgo, así que toca dejar a los abuelos tranquilos", comenta.

 Camila es una estudiante de relaciones laborales en la universidad Complutense. Y, además, buena persona. La tarde del martes bajó al portal de edificio donde vive y puso una nota dejando claro a los vecinos que si alguien lo necesitaba podía dejarles a sus peques a su cuidado. De forma altruista. "Gracias por el revuelo pero no somos ningunas heroínas. Hay miles e invisibilizadas cuidando día a día", contestó en Twitter.