CRISIS SANITARIA INTERNACIONAL

Vuelta a casa de los erasmus españoles en Italia

Vista general de la plaza de España de Roma, prácticamente desierta tras los decretos gubernamentales.

Vista general de la plaza de España de Roma, prácticamente desierta tras los decretos gubernamentales. / periodico

Víctor Vargas Llamas

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Silvia Morillas acaba de pasar el control de seguridad del aeropuerto romano de Fiumicino y casi merecería sentirse la protagonista de un filme de ciencia ficción que abandona el territorio justo antes de quedar arrasado por un virus letal. Pero el sentimiento que realmente abruma a esta estudiante madrileña que completa sus estudios de Derecho en Roma es el de la frustración. Impotencia, justamente por tener que marcharse de la capital italiana y dejar en un limbo incierto el futuro de su programa Erasmus a causa de las restricciones de las autoridades sanitarias. “De lo que tengo realmente miedo es de que tenga que recuperar los créditos previstos en mi estancia en la universidad de LUMSA, <strong>no de enfermar”,</strong> relata en conversación telefónica, en tono despreocupado. “En el metro, me inquietaba más agarrar el bolso para que no me robaran a que alguien me contagiara”, dice entre risas.

Al fin y al cabo, tampoco tiene garantizada la inmunidad a su llegada a España, que parece seguir los pasos de los balances epidémicos italianos. “Me hubiera quedado, pero regreso sobre todo por mi madre, que estaba intranquila viendo que me quedaba sola en mi piso compartido”, explica. La sensación no es muy diferente a la de Sofía Amor, que también sacó billetes para regresar a su hogar barcelonés  antes siquiera de saber que se cortaban las conexiones aéreas entre ambos países. “Me quedaría sin duda, sobre todo por la sensación de que en España estaremos igual en dos días”, dice. Y es que en su opinión, que estudiantes recién llegados marchen tiene mucho más que ver con la incertidumbre de “si la reacción de las autoridades será la oportuna”, si el sistema sanitario autóctono es tan eficiente “como el del Hospital Clínic”.

También cuestiona cierta inconcreción de las autoridades al divulgar la información sobre la epidemia, facilitando la aparición de “malentendidos y bulos”, alimentando el miedo. Continúa la actividad de la ciudad, no es cierto que falten existencias en los supermercados, el transporte público sigue su rutina. Pero Sofía también ha visto el reverso, el de la Roma angustiada, cuando acudía a cenar y los restaurantes más demandados “estaban semivacíos”, con los camareros tomando la comanda “a más de un metro”, separando generosamente las mesas con sus correspondientes comensales, con “locales cerrados y fiestas suspendidas”...  “Te preguntas dónde está la realidad y dónde Matrix”, zanja.

Pánico cotidiano

También María Gallart se hubiera aferrado a su trinchera académica, pero las crecientes restricciones le han llevado a apuntarse al 'éxodo', en su caso por vía marítima. “Es verdad que el estar aislada en otro país y lejos de tu familia te inquieta, pero yo no tengo miedo”, explica la joven barcelonesa de 21 años. Revela que desde el fin de semana, a  medida que se van precipitando las cifras negativas y que se imponen las medidas draconianas, el panorama ha cambiado mucho: “Una zona tan de moda como Trastevere y otra tan concurrida como el Vaticano están semivacías. Se nota que hay mucha gente alterada, con bufandas y guantes de látex en el vagón del metro”.

María trata de mantenerse ajena a los pánicos que se asoman a la vida cotidiana, pero reconoce que estos días solo sale a la calle para comprar lo necesario y no sabe con certeza si es verdad o un infundio más que le pueden multar si transita sin justificación de fuerza mayor. “Mi temor no viene por el coronavirus, sino por las repercusiones que me acarreará: si podré examinarme y graduarme este año”, confiesa. Preguntas para las que aún no hay respuestas formales desde las universidades. Ella tratará de proseguir con sus estudios vía 'on line', y alaba las facilidades que le han dado su facultad italiana y, en Barcelona, la Universidad Internacional de Cataluña, que responde a todas sus inquietudes.

Un apoyo, el de los centros de origen, que no puede ir mucho más allá de un<strong> acompañamiento académico</strong> y de actualizar las pautas de las autoridades. “Les transmitimos las recomendaciones del Ministerio de Sanidad y de la Conselleria de Salut, así como de las entidades locales, así como que cumplan con los protocolos de cuarentena en caso de que el viaje sea necesario”, subraya Isabel Valverde, vicerrectora  para proyectos para la Internacionalización de la Universitat Pompeu Fabra. Idénticas premisas a las que siguen en la Universitat Autònoma de Barcelona, la Universitat de Barcelona y la Universitat Politècnica de Catalunya.