LA LUCHA POR LA IGUALDAD

La calle mantiene el pulso contra el machismo en el 8-M

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Elisenda Colell

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Miles de mujeres salieron a la calle en toda España para reclamar la igualdad de derechos efectiva entre hombres y mujeres. Aunque hubo menos afluencia en las manifestaciones que en años anteriores, se mantuvo la llama contra el machismo en una jornada poco propicia: se trataba de un domingo y llevaba añadido el temor de las aglomeraciones por el miedo al contagio de coronavirus. A pesar de ello, un año más, unas 50.000 personas en Barcelona y 120.000 en Madrid clamaron al unísono contra las violaciones, la brecha salarial, los asesinatos machistas y la precarización en la que viven inmersas las mujeres por el simple hecho de serlo.

"Antes, si llenábamos la plaza de Sant Jaume, con que fueramos unas 5.000 personas ya era todo un éxito", recordaba Montse Cervera, una feminista de las históricas, "de toda la vida". "Durante un tiempo, muchas pensaban que se había logrado la igualdad, pero las más jóvenes se han dado cuenta de que aún queda demasiado por hacer", avisaba. Lo confirmaban Gina y Helena, dos adolescentes de 14 años que fueron por primera vez a la manifestación feminista. "El otro día una persona que no conocía de nada me tocó el culo. Estoy harta de tener miedo cuando vuelvo a casa; no quiero ser la siguiente", explicaba Gina. Helena, además, clamaba contra las imposiciones a su cuerpo. "Tenemos que estar delgadas, ser altas, bonitas… Ya basta de que nos valoren por esto", criticaba.

Ellas eran solo tres personas de las decenas de miles de personas que llenaron las calles de Barcelona, desde la plaza de la Universitat hasta Arc de Triomf, en la tercera protesta más masiva del 8 de marzo. A diferencia de los partidos políticos, la sociedad salió a la calle de forma unitaria. En Catalunya se contaron cientos de actos en más de 200 pueblos y ciudades, y en toda España se elevan a más de 1.000 los eventos de reivindicación. Las manifestaciones más numerosas, en Madrid y en Barcelona, sumaron 170.000 personas, lejos de la cifras de medio millón de asistentes del año pasado. La huelga laboral tuvo escaso seguimiento, al ser domingo. Sin embargo, el clamor feminista se siguió emitiendo desde los pequeños pueblos del Pirineo hasta la costa andaluza.

No es para menos. Las mujeres trabajadoras cobran un 23% menos que los hombres, y entre las pensionistas la brecha es del 35%. En España hay más de medio millón de mujeres con medidas de protección policial por estar en riesgo de agresiones machistas por parte de sus parejas o exparejas. Cada día se denuncian cinco violaciones y 36 casos de agresiones y acoso sexual, según los datos del Ministerio del Interior. Y 1.047 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas desde que hay registros, 14 en lo que va de año. "Exigimos políticas públicas, recursos y medios suficientes: queremos protocolos y circuitos diversos. ¡No Somos víctimas! ¡Somos supervivientes!", clamaba el manifiesto unitario de la marcha en Barcelona.

Este año el feminismo también quería dar voz a todas aquellas mujeres inmigrantes que trabajan en empleos precarizadas y que no pueden acudir a las protestas. De ahí que la cabecera de la marcha en Barcelona llevara por lema "Juntas y diversas por una vida digna". "Las mujeres que trabajamos en el hogar y en los hoteles estamos invisibilizadas y esclavizadas, muchas no tienen derechos, contrato ni papeles", explicaba Isabel, una mujer chilena que con su delantal quería visibilizar a todas sus compañeras que no podían salir a la calle. "Dame gasolina para la ley de extranjería", coreaban sus compañeras del Sindicato de Mujeres del Hogar, SindiHogar en la manifestación.

El ambiente fue festivo y no se registró ningún incidente grave. Se cantó y se bailó, especialmente la canción de ‘El Violador Eres Tú’. Una coreografía que nació en Chile y que ha dado la vuelta al mundo para denunciar las agresiones sexuales y la visión "machista” de la justicia y el poder. Leónida y Pastora González, dos hermanas de 66 y 76 años, miraban como las chicas bailaban desde su asiento improvisado en una marquesina del autobús. "Estamos agotadas, pero muy contentas de estar aquí", decían sonrientes. "El año pasado mi marido no me dejó venir, pero este año no he querido faltar", explicaba la mayor. Apenas pudieron estudiar, y siempre se han tenido que relegar a los sueldos más bajos en sus puestos de trabajo, algo que ahora notan en sus "pírricas" pensiones. "Antes no nos dábamos cuenta, pero estamos muy discriminadas por ser mujeres, y no quiero que ellas tengan que pasar por esto", sentenciaba Leónida. Pastora, orgullosa, le cogió de la mano. "Hemos puesto nuestro granito de arena, ahora solo falta que nos escuchen y que cambie algo".