Día de la Mujer

10 ejemplos de cómo la mujer es relegada a ser invisible

Las desigualdades de género se perpetúan hasta nuestros días hasta en los ámbitos menos pensados

Muchas discriminaciones pasan desapercibidas, pero condicionan la vida de la mitad de la población

mujerinvisible

mujerinvisible / periodico

Valentina Raffio / Ramon Curto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El mundo en el que vivimos ha sido diseñado por y para los hombres. Sí, en masculino. Y es que mientras la marea violeta se prepara para un nuevo y combativo 8M, las desigualdades de género siguen enquistadas en nuestra realidad. Los datos dan prueba de ello. La violencia contra las mujeres sigue haciendo estragos. La brecha salarial entre hombres y mujeres persiste hasta nuestros días, mientras ellas, además, cargan con hasta el 75% del trabajo invisible y no remunerado que implica el cuidado del hogar y de la familia. Pero eso no es todo. Pero eso no es todo. El relato que hemos construido sobre la historia de la humanidad también gira alrededor de ellos, destacando sus logros como los únicos protagonistas. Incluso la ciencia, ese estamento tan aparentemente neutro e imparcial, ha avanzado tomando como referencia el conocimiento aportado por los varones, creando así un conocimiento sesgado que distorsiona la veracidad de sus resultados.

La periodista y activista británica Caroline Criado Pérez resume el origen y las consecuencias de muchos de estos sesgos (más o menos conscientes) en el aclamado libro ‘La mujer invisible’ (Seix Barral). “Tomar el modelo masculino como referencia universal, como neutral, produce una distorsión de base. Significa que cuando se diseñan cosas que sirven para todo el mundo, se diseñan para ellos. Eso tiene un coste humano y económico”, explicó la autora a este diario. Y es que mucho del sexismo que persiste hasta nuestros días se basa en la (equivocada) idea de que el vivimos en un mundo neutro. Pero ni los humanos somos totalmente objetivos, ni los datos son imparciales. Prueba de ello, estas diez historias que muestran como las mujeres siguen siendo invisibles en un mundo de hombres. Pero ni los humanos somos totalmente objetivos ni los datos son imparciales.

Gran parte del conocimiento que tenemos sobre nuestra especie y, sobre todo, sobre nuestra salud, parte de estudios en los que se ha tomado como referencia el molde de un hombre caucásico, de entre 25 y 30 años y unos 70 kilos. Y ha sido hasta ahora la imagen del ser humano de referencia encargado de representar a todos los demás, creando así un conocimiento fragmentado y poco inclusivo. Este sesgo de base también ha acabado distorsionando las ideas que configuran nuestra visión del mundo. Si no, basta fijarse en cómo se habla de la «historia del hombre» como sinónimo de «historia de la humanidad». Y no solo. Prueba de ello, estas 10 historias que muestran cómo las mujeres siguen siendo invisibles en un mundo de hombres, ilustradas por Ramon Curto.

1. Ellas pintaron las obras rupestres

La falta de información se rellena con prejuicios. Y cuando en las historias del pasado falta información sobre el género de sus protagonistas, se presupone que estos fueron hombres. Las pinturas rupestres, por ejemplo, han sido atribuidas a los varones de la tribu porque, dado que en estas se representaban escenas de caza, se daba por hecho que tanto la tarea como su representación debía ser obra de estos. Estudios sobre la cuestión, sin embargo, muestran que la mayoría de los artistas del Neolítico eran mujeres. Hasta el 75% de las huellas halladas en cuevas de España y Francia pertenecieron a hembras. Este sesgo contextual también afectó al estudio del ‘Guerrero de Birka’, un esqueleto hallado rodeado de armas y que durante años se catalogó como un soldado vikingo. Pero recientes análisis genéticos de estos restos óseos muestran que se trata de una mujer guerrera. Su caso no es una anomalía. El 37% de los esqueletos enterrados con armas pertenecieron a mujeres o niñas.

2. ¿Por qué se olvidan de las deportistas?

El riesgo de situar al hombre como referente es que toda la historia gire entorno a él. Cuando en el 2013 el tenista Andy Murray logró una victoria en Wimbledon, su logro se relató como la primera victoria británica en 77 años, contando como precedente la victoria de Fred Perry en 1935. Esta narrativa, sin embargo, olvidaba el triunfo de la tenista británica Virginia Wade en 1977. En esta misma línea, Murray también fue elogiado por ser el primero en ganar dos medallas olímpicas de tenis, aunque por aquel entonces Venus y Serena Williams ya habían ganado cuatro cada una. Lo mismo ocurre cuando se esgrime que la selección norteamericana de fútbol nunca ha ganado una copa del mundo, obviando que el equipo femenino lo ha logrado ya en cuatro ocasiones.

3. Sin baños públicos para ellas

Estos sesgos más o menos conscientes se trasladan a la realidad aumentando las desigualdades entre unos y otros. El acceso a las instalaciones sanitarias también sufre el efecto de la brecha de género. En Bombay, por ejemplo, mientras los urinarios públicos masculinos se cuentan por miles, más de la mitad de mujeres que residen en la ciudad no disponen de un aseo público. Este problema, que afecta a más de dos millones de personas, implica que las jóvenes tienen que hacer sus necesidades al aire libre de noche o en lugares apartados, quedando así expuestas a situaciones de peligro.

4. Los niños, los dueños de los parques

La presencia de niñas en los parques públicos disminuye a partir de una cierta edad. Mientras que en los primeros años de vida, niños y niñas comparten espacio de manera más o menos uniforme, a partir de los 10 años las pequeñas parecen ‘desaparecer’ del terreno de juego. Todo apunta a que juegos típicamente dominados por los pequeños, como el futbol u otras actividades deportivas que requieren espacio, son los responsables de crear un entorno de competencia que acaba con la exclusión de ellas. De ahí que algunos expertos proponen dividir estos espacios en porciones más pequeñas para que todos y todas encuentren su lugar.

5. Más opciones en la selección a ciegas

La presencia de mujeres en instituciones de prestigio también sufre una brecha. La filarmónica de Nueva York, por ejemplo, apenas contaba con mujeres en su orquesta hasta que se impusieron las audiciones a ciegas como método de selección. Este cambio de criterio supuso un incremento de las contrataciones de mujeres, que hoy en día ya suponen casi la mitad de la orquesta. De la misma manera, también se ha observado que los artículos científicos en los que se oculta la identidad (y el género) de los autores suelen crear una brecha de género menor de lo habitual.

6. Unas oficinas mal diseñadas

 

Algunos estudios apuntan a que muchas oficinas cuentan con problemas de diseño que dificultan el acceso de las mujeres, como es el caso de puertas demasiado pesadas, escaleras o suelos de cristal que pueden incomodar a las personas con falda o adoquines demasiado estrechos para quienes caminen con tacones. La temperatura de estos espacios también presenta un importante sesgo, ya que los cálculos para establecer la medida ideal se han establecido en función de las necesidades de un hombre medio de unos 40 años y unos 70 kilos. Este cálculo crea un entorno de unos cinco grados más frío para las mujeres.

7. Sin protocolos de seguridad para ellas

Aunque los estudios sobre seguridad laboral hayan avanzado significativamente, apenas hay datos sobre el efecto de algunas labores tradicionalmente ejercidas por mujeres. No se sabe qué consecuencias acarrea la exposición a largo plazo a los químicos utilizados para las labores de limpieza. Algunos estudios sobre este tema calculan que una persona dedicada al cuidado de personas mayores, por ejemplo, podría levantar en un día más peso que un minero o un obrero de la construcción. Y sin indicaciones sobre cómo realizar estos procedimientos sin causarse un daño físico.

8. Uniformes unisex que no se adaptan

Los uniformes diseñados para las fuerzas armadas, teóricamente creados a partir de un molde unisex, solo se adaptan correctamente a la fisonomía de los soldados varones. Las mujeres del cuerpo denuncian, entre otras, fundas de pistolas que no se ajustan bien a las caderas, correas incómodas, botas demasiado anchas y chalecos que no se adaptan a la forma del pecho. Estos trajes mal adaptados entorpecen el trabajo de hasta el 57% de las profesionales del sector. Esta falta de uniformes adecuados para las mujeres también se puso de manifiesto cuando la NASA tuvo que anular el primer paseo espacial íntegramente femenino por la falta de trajes de la talla de las astronautas.

9. Móviles grandes en bolsillos pequeños

Algunos estudios sostienen que el tamaño de los móviles, cada vez más grandes, no se adapta a las necesidades de las mujeres. El ancho medio del palmo de ellas se sitúa entre los 18 y los 20 centímetros, mientras que las nuevas pantallas ya superan los 14 centímetros. A esta diferencia, además, hay que sumarle el hecho de que muchas de las prendas diseñadas para mujeres apenas tienen bolsillos en los que estos dispositivos puedan entrar cómodamente. Una investigación periodística del colectivo Pudding.cool calculó que tan solo el 40% de los bolsillos frontales de los pantalones de mujeres pueden albergar cómodamente un dispositivo móvil. 

10. Desprotegidas por los tests

Los errores de diseño van más allá de algo anecdótico. El diseño de coches, los asientos, los cinturones e incluso los airbags (y otros dispositivos de seguridad) se pone a prueba tomando como referencia modelos masculinos. Y, dado que los tests de seguridad vial se realizan con maniquís que emulan el cuerpo, la estatura y el peso de un hombre medio, las medidas de protección creadas podrían dejar desprotegidas a todas aquellas personas que no encajen en este molde. Especialmente a las mujeres. 

Suscríbete para seguir leyendo