PEDERASTIA EN EEUU
Los Boy Scouts se declaran en quiebra para hacer frente a miles de demandas por pederastia
Una deposición judicial asegura que hay casi 8.000 presuntos abusadores y más de 12.000 víctimas
Ricardo Mir de Francia
Periodista
Especialista en política internacional y reportero. Fue corresponsal en Washington durante una década, donde cubrió las presidencias de Obama, Trump y los inicios de Biden. Antes estuvo otros seis años en Oriente Medio. Licenciado en Periodismo por la Pompeu Fabra y con estudios de posgrado en Derecho Internacional, se ocupa actualmente de la guerra en Ucrania. Interesado también en temas de investigación, geopolítica de la energía, cambio climático y economía.
Ricardo Mir de Francia
La pederastia ha contaminado hasta las más sagradas instituciones de la sociedad estadounidense. Desde la Iglesia Católica, a las universidades pasando por el equipo olímpico de gimnasia rítmica o la más insigne de sus organizaciones juveniles. Los Boy Scouts se han declarado este martes en quiebra ante la oleada de demandas por abuso sexual a menores que enfrenta la organización, unos abusos cometidos por sus líderes y monitores de campo durante varias décadas. La maniobra financiera permitirá a los Scouts seguir operando con cierta normalidad mientras pone en marcha un fondo para compensar a las víctimas, que le serviría para impedir que los litigios se resuelvan en los tribunales. La quiebra llega en plena hemorragia de afiliaciones a la organización, que llegó a tener cuatro millones de miembros en los años setenta.
Los Boy Scouts han sido una de las piedras angulares en la formación de la juventud norteamericana. Desde su fundación en 1910, unos 130 millones de estadounidenses han pasado por sus campamentos, han vendido sus galletas para recaudar fondos o se han nutrido con los valores de una organización que promueve el patriotismo, la solidaridad y la fe en Dios. Pero casi también desde el principio los abusos sexuales han pervertido su misión original. Ya en los años treinta del siglo pasado, la prensa publicó que los Scouts contaban con un archivo interno donde ser describía a cientos de sus monitores como unos “degenerados”.
Esos archivos se mantuvieron en secreto hasta hace solo unos meses, cuando una auditoría interna reveló que hasta 8.000 voluntarios de la organización fueron apartados de sus funciones a lo largo de las décadas por haber abusado presuntamente de los menores que participan en sus programas. Por entonces el escándalo era ya de dominio público, gracias a varias investigaciones periodísticas publicadas en la última década. Las dimensiones de los tropelías sistémicas se confirmaron recientemente en los tribunales. Una deposición judicial sostiene que hay 7.819 presuntos abusadores y 12.254 víctimas.
Muchas de esas víctimas han tenido que conformarse hasta ahora con sufrir en silencio, pero los cambios aprobados desde el año pasado por varios estados respecto a la prescripción de los delitos sexuales a menores, les ha abierto las puertas de los tribunales. Un beneficio compartido también por las víctimas de la Iglesia. “Es indignante que algunos individuos se hayan aprovechado de nuestros programas para dañar a niños inocentes”, dijo Roger Mosby, el presidente de los Scouts, antes de expresar su confianza en que el fondo que pretenden crear tras acogerse a las leyes de bancarrota proporcionará una “compensación justa” a las víctimas.
La quiebra afecta exclusivamente a la matriz nacional de la organización, por lo que sus sucursales locales, que son las que gestionan la mayor parte de las actividades, podrán seguir operando con normalidad. Pero entre los abogados de las víctimas la desconfianza es notoria. Creen que la maniobra busca congelar las demandas en los tribunales, ofuscar las atrocidades y proteger los activos inmobiliarios de la organización. “Esta quiebra no tiene que ver con sus finanzas. Es más bien un intento de silenciar a las víctimas y ocultarle la verdad al público”, le ha dicho a Associated Press una de las víctimas.
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