crisis sanitaria internacional

Un Pekín semivacío regresa al trabajo tras el Año Nuevo

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Adrián Foncillas

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Pekín se desperezaba este lunes con parsimonia tras la siesta vacacional de Año Nuevo prolongada por el coronavirus. Ya no es el decorado inerte de las semanas previas, pero todavía queda muy lejano el nervio de la capital de la segunda economía global. El regreso escalonado al tajo pretende atender las urgencias de alimentar la locomotora y blindarse del contagio. El tímido tráfico en las calles y los vagones de metro y autobuses semivacíos sugerían ayer que la población prioriza la segunda.

Los tres edificios de oficinas sobre el segundo anillo que delimita el centro de la capital siguen sellados desde que un visitante dio positivo dos semanas atrás. Es un complejo mastodóntico y autosuficiente, con restaurantes, tiendas y gimnasios, que obligaba a sortear las miles de bicicletas compartidas que los trabajadores amontonaban en sus aledaños por la mañana. Yang, comercial de una farmacéutica, ha trabajado en su encierro doméstico desde que llegó dos semanas atrás de su Nanjing natal. "Nos han dicho que quizá lo reabran la semana próxima, pero nadie sabe nada. La idea de meterme en una oficina con decenas de personas me aterra. Solo he salido dos veces de casa a comprar verduras, ese vendedor es la única persona con la que he hablado cara a cara", señala.

Limitaciones de movimiento

Solo el funcionariado y las industrias más sensibles retomaron la actividad la semana pasada, cuando concluyó oficialmente el Festival de Primavera, y los colegios y universidades no abrirán hasta marzo. El sector privado recomienda el trabajo desde casa porque la logística y el miedo complican lo contrario. A los 40.000 empleados de Huawei que han regresaron el lunes a la sede de Shenzhen se les tomó la temperatura y se les preguntó dónde habían estado las dos últimas semanas. Es una excepción: otros gigantes tecnológicos como Tencent, Microsoft y Alibaba y automovilísticos como Toyota, General Motors y Volkswagen han prorrogado las vacaciones.

Pekín, Shanghái, Guangzhou, Shenzhen, Hangzhou… hasta 80 ciudades han impuesto limitaciones de movimiento que lindan con el bloqueo. No es fácil que los millones de emigrantes laborales del interior puedan regresar a la efervescente costa oriental tras disfrutar del Año Nuevo con la familia.

Solo clientes extranjeros

"Solo contamos con el 10 % del personal, son los que no se fueron de Pekín. El resto de los trabajadores no pueden llegar y, cuando lo consigan, tendrán que estar dos semanas en cuarentena", sostiene el encargado de un restaurante español. El suyo es el único abierto en un centro comercial de Guomao, el corazón financiero pequinés. Este lunes no regresó el antiguo caudal de oficinistas. En Sanlitun, el epicentro comercial y de ocio, apenas resisten media docena de restaurantes. "Esta noche hemos servido 15 cubiertos. Nosotros somos fuertes y podemos aguantar, pero esta crisis se va a llevar por delante muchos negocios. Los extranjeros intentamos hacer una vida normal pero los chinos no salen de casa. La mayoría de nuestra clientela era local, pero ahora solo entran extranjeros", añade. La nueva normativa prohíbe servir a mesas de más de cuatro comensales.

La epidemia está aniquilando el sector del ocio. Restaurantes, bares, teatros, cines… "Los 12 estrenos previstos para las vacaciones fueron cancelados y nuestra película tampoco estará lista para verano, es una hecatombe", revela Ren, empleada en un estudio de animación. Ha cambiado su billete de regreso desde Taipei ya un par de veces y se plantea la tercera. Le angustia menos el virus que la reclusión monacal que le espera en Pekín.

Entre los 20 millones de pequineses apenas se han registrado 337 contagios y dos muertes pero el ambiente sugiere una plaga bíblica. La aparición pública por la mañana del presidente, Xi Jinping, manda el mensaje de que el país debe de regresar a los raíles sin desatender las precauciones. Xi, extrañamente invisible en lo más crudo de la crisis, visitó con mascarilla un céntrico hospital capitalino para que le tomaran la temperatura.

Con más de 900 muertes registradas, el coronavirus ha superado el umbral psicológico del SARS. Los expertos, sin embargo, inciden en los brotes verdes: la sostenida desaceleración de contagios fuera de la provincia de Hubei y la bajada de la tasa de mortalidad. La epidemia podría alcanzar su pico en dos o tres semanas antes de empezar a remitir.