CRISTINA GUTIÉRREZ, EDUCADORA EMOCIONAL

"Deberíamos fomentar que nuestros hijos fuesen valientes"

Unos padres pasean junto a sus tres hijos en una avenida de Palma de Mallorca.

Unos padres pasean junto a sus tres hijos en una avenida de Palma de Mallorca. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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Esto no acaba de empezar. Esto lleva años en marcha. Este no es el primer libro de Cristina Gutiérrezeducadora emocional y directora de La Granja, tanto en Santa Maria de Palautordera (Barcelona) como en Fuentidueña de Tajo (Madrid), centros donde, anualmente, 19.000 niños y jóvenes, entre 3 y 18 años, conviven con animales y educadores, al aire libre, en una complicidad fantástica para tratar de conseguir el mejor libro de estilo de la vida.

Cristina acaba de publicar ‘Crecer con valentía’, su cuarto libro-guía, más para padres, sí, que para niños y/o jóvenes. Antes apareció ‘Entrénalo para la vida’, que versaba sobre la sobreprotección que los padres tienen con sus hijos. Luego se publicó ‘Palabras de niños', donde cientos de niños demostraban con su palabrería que piensan mucho más de lo que creen sus padres y son mucho más brillantes de lo que intuyen los adultos. Y, antes de ‘Crecer con valentía’, hubo ‘Emocuaderno’, una recopilación de prácticas de educación emocional para hacer en casa o en el colegio.

Cristina Gutiérrez tiene 52 años y dos hijos enormes, Sergi, de 20, y Alexandra, de 24. Y es, créanme, una de esas personas sabias que tratan de disimular sus extraordinarios conocimientos y consejos, que ayudan a encauzar la vida de los más jóvenes, poniendo todo su saber y experiencia a disposición de aquellos que quieren una orientación para mejorar la educación de niños, chavales y adolescentes.

Dar mayor libertad a los hijos

“Yo, lo único que pido, que reivindicó, después de 37 años viviendo, conviviendo, trabajando, estudiando, investigando, a nuestros niños y jóvenes, es que los adultos, especialmente, los padres, les dejemos ser como son, les dejemos crecer, le dejemos tropezar, caerse y levantarse. Porque, contrariamente a lo que pensamos los adultos, los niños se saben levantar solos ¡vaya si saben!”, señala Cristina, en su discreto despacho de La Granja catalana.

Por eso, en este último libro, Cristina levanta la voz para que los adultos dejemos, de una vez por todas, de proteger, “de sobreproteger”, a nuestros hijos, a los jóvenes. A Cristina le duele en el alma que estemos fomentando la generación ‘yo-yo’ ‘ya-ya’. Es decir, yo por encima de todos y todo lo quiero ¡ya! ¡ya mismo! ¡fácil!

"Debemos comernos nuestros miedos y no trasladarlos a nuestros hijos. Ellos tienen los bolsillos llenos de valentía, dejemos que la saquen"

Cristina Gutiérrez

— Educadora emocional y autora de 'Crecer con valentía'

“Niños, jóvenes, adolescentes, casi adultos, de 7 a 18 años, a los que hemos sobreprotegidos entre todos”, comenzó contándome Cristina. “Por la manera de tratarlos, de educarlos, de convivir con ellos, les hemos hecho creer, y a ellos les ha encantado y se han agarrado a la idea, que son lo más importante que tenemos. Ya ves, aquella madre, aquel padre, que va de cabeza por su hijo, por todo lo de su hijo, que si se olvida el cuaderno de deberes en el ‘cole’, o vuelven a buscarlo, o encuentran el truco, con la complicidad de otros padres de la misma clase, de solucionarle el problema al niño para que haga los deberes que no podía hacer por su mala cabeza”. Y esos niños, insiste Cristina, van por la vida con el ‘yo-yo’ por delante: yo primero, yo soy antes que nadie. Por supuesto antes que su madre, que corre con todo el desgaste.

Niños y padres con miedo

Cristina reivindica que la valentía forme parte de la educación de nuestros hijos, de los jóvenes, “porque desarrollar la valentía es vital para sobrevivir como especie, es vital para avanzar”. La valentía es la capacidad de afrontar los miedos. “Si no tengo miedo, no hay valentía. Habrá temeridad, inconsciencia, arrojo, atrevimiento. Ser valiente es tener miedo, sí, pero, aún así, hacerlo, tirarte en paracaídas, subirte al caballo, lo que sea”.

La directora de La Granja asegura, tras 37 de docencia e investigación, “jamás me había encontrado tantos niños con tantos miedos y tantos padres y madres tan asustados”. Cuando los padres tenemos miedo es imposible no sobreproteger a nuestros hijos y lo que estamos haciendo es desprotegerlos.

“No tiene sentido que los padres les llevemos la mochila, no tiene sentido que les hagamos los deberes, no tiene sentido que le subamos la cremallera de la chaqueta, que le atemos los zapatos…porque todo eso lo único que hace es entrenarlos en la pasividad, en la cobardía. La valentía es acción, es decir, soy capaz de afrontar el miedo; la cobardía es pasividad, no lo afronto, me asusto”, insiste Cristina, mientras acaricia la versión catalana de su libro con ambas manos.

Cuando hacemos todas esas cosas, cuando creemos que actuamos en beneficio de nuestro hijo, lo que estamos haciendo, según relata Cristina Gutiérrez en su libro, es enviarle un mensaje muy dañino: hago todo esto porque tú no puedes, porque tú no puedes llevar la mochila, atarte los zapatos, subirte la cremallera, hacer los deberes…”Le transmitimos inseguridad. Le estamos diciendo que no confiamos en él y el niño acaba creyéndose que no puede. ¡Los niños tienen los bolsillos repletos de valentía, dejémosle que la saquen!”

Temor nada más nacer

Cristina cree saber, tras miles y miles de horas de charlas con padres y niños, por qué se produce esa sobreprotección y, sobre todo, porque no dejamos que nuestros niños sean valientes, lo intenten por ellos mismos. “Primero, porque en cuanto nace tu hijo ya empiezas a sufrir, a tener miedo. Debemos evitar que el miedo se convierta en un sentimiento y vivir eternamente con miedo. Por ejemplo, no quiero que vaya de colonias, de campamento, porque ¿y si no le gustan los compañeros? ¿y si no le gusta la comida? ¿y si me encuentra a faltar? Al final la pregunta que debemos hacernos es ¿quién quieres que eduque a tu hijo, tú o tus miedos?”.

"Llevo 37 años trabajando con niños y jamás, jamás, había visto tantos chavales y padres con tanto miedo"

El segundo motivo que justifica ese comportamiento es la aceleración con la que vivimos. “Vamos tan rápidos haciendo cosas, que nos olvidamos de ser. Tenemos mucha prisa. Es más fácil y rápido defenderlo yo, que aprenda a defenderse él solito. Escojo la solución rápida y menos adecuada para su educación y evolución porque es la que me interesa a mí. Y todo sin darme cuenta”.

Y, por último, lo que Cristina llama “la familia perfecta”. Cuerpo perfecto, carrera perfecta, pareja perfecta, casa perfecta, dentadura perfecta y, por supuesto, hijo perfecto. “Hay muchos niños, no se puede imaginar cuantos, de entre 6 y 10 años, que suelen decirme que la felicidad de sus padres depende de que ellos se sientan orgullosos de él. Tienen la sensación de que su misión en esta vida es hacer felices a sus padres y, en ese sentido, viven con una tremenda presión por miedo a decepcionarles. Los hay que cuando meten un gol saben que sus padres se alegrarán más que él”.

Acercandoles a la cobardía

Cristina cree que es vital confiar en nuestros hijos, en los niños, en los jóvenes, en los adolescentes. Sobre todo porque, luego, cuando deban afrontar los auténticos problemas, en la universidad, en la vida cotidiana, en sus trabajos, con los compañeros, con los amigos, con su pareja, no nos tendrán a nosotros a su lado.

“Lo que tenemos que hacer es generar oportunidades para que entrenen su valentía. Y, en ese sentido, debemos dejarles que solucionen sus problemas, que se enfrenten a ellos, que tropiecen, se caigan y se levanten solos. Si no pueden, entonces les ayudamos”, insiste Cristina, que añade: “Si no les dejamos ser valientes, les estamos acercando a la cobardía. Y la cobardía solo te inmoviliza. Eso es lo que ocurre cuando estamos tan, tan, tan encima de ellos, los paralizamos”.

Cristina Gutiérrez pide que los padres sean valientes. “Cómete tus miedos, pero que no sean los suyos. Dejemos de dar órdenes a nuestros hijos y hagámosles preguntas para que contesten, se entrenen, hablen, se expresen, acierten y se equivoquen, con nosotros al lado”.