VERTIDOS TÓXICOS

Los vecinos del Besòs: "El río ha estado mucho peor"

Centenares de usuarios se saltan la restricción del parque fluvial para ir en bicicleta, salir a correr o pasear a sus perros a pesar del peligro del agua contaminada

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Anna Rocasalva

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El vecino de Sant Adrià del Besòs, Joan Jiménez, escudriña el parque fluvial del Besòs desde la altura de la calle Sant Pere. “El río está bien; si no, no habría todas esas gaviotas”, concluye, señalando el grupo de pájaros que chapotean en el agua. Jiménez tiene una especie de “ojo clínico” para estas cosas; no en vano lleva más de 20 años saliendo a pescar “el mejor pescado que ha probado nunca” en la zona de playa que une Sant Adrià con Badalona, afirma.

Ayer, cuando le llegaron fotos al móvil del incendio de la planta industrial de Montornès del Vallès, no se lo podía creer. “Me asomé a la ventana y vi la humareda en el horizonte”. Por eso, a primera hora de la mañana, el vecino de 65 años se ha ido a investigar el estado del agua por su cuenta. Tenía que verlo con sus propios ojos.

“He visto los patos en perfectas condiciones en la desembocadura del río, así que estoy relativamente contento de que la cosa no haya sido tan grave”, comenta. “Eso sí, ahora me lo pensaré dos veces antes de comerme un pez que haya pescado en el mar cerca del Besòs”, lamenta. En la calle, un gran letrero luminoso reza: “Parque cerrado”.

Saltándose las restricciones

El Parque Fluvial del Besòs atrae a unas 6.000 personas a diario, entre ciclistas, corredores y vecinos que sacan a pasear sus mascotas; y hoy, aunque con menos afluencia, el goteo de usuarios es incesante, a pesar de las restricciones, el agua contaminada, y el viento helado y el cielo gris, con una luz sobreexpuesta que parece casi irreal.

Cerca del delta del río, el grupo ciclista BCN-BIKE, formado por más de una quincena de señores mayores, tratan de sortear la barra de hierro que impide la entrada. “¿Cómo que está prohibido circular por el parque? ¡Pero si yo me he bañado en este río y sigo vivo!”, exclama el ciclista Raúl Vicente, de 66 años, y vecino de Santa Coloma de Gramenet. “Hombre Raúl, pero eso era cuando eras pequeño. Acuérdate que en los 70 el agua estaba llena de basura”, le contesta su compañero, Julián Jiménez. “¡Aquello hacía tanta peste que ni los vecinos abrían las ventanas!”, agrega. 

“Yo no entiendo cómo las autoridades han permitido este desastre”, comenta otro ciclista, Vicente Fernández, añadiendo leña al fuego a una conversación que termina derivando en una discusión sobre los impuestos y los derechos de la ciudadanía.

Entretanto, muchos otros usuarios saltan la barra de hierro, totalmente desconocedores de los vertidos tóxicos que fluyen por el agua del Besòs. Como el badalonés Carlos Pulido. “Hoy toca entrenar así que pedalearé hasta la Roca del Vallès y aprovecharé para buscar piso”. Todo en uno. Pim, pam. “Ni idea de que hoy estaba prohibido circular por aquí pero mientras no toque el agua no pasa nada, no?”, añade, mientras se aleja como una exhalación.

Los animales, los más perjudicados

Un coche de agentes rurales pasa lentamente por el parque mientras sus ocupantes miran con reprobación a los vecinos que dejan sueltos a sus perros. “Kira no puede salir en todo el verano porque se ahoga con el calor y ahora es cuando más disfruta”, se justifica la propietaria del bulldog francés, Míriam Hernández. “Es que a nosotras este tramo del río nos da la vida, pero ya procuraré que no se acerque al agua”, se excusa.

En cambio, otro propietario de perros lleva atados a sus dos labradores porque sino “se irían directamente al agua”, comenta. “Vengo de la zona de Santa Coloma y me siento como ‘ahogado’. Si el aire también está contaminado, no sé por qué he dejado de fumar”, bromea.

“Desconocemos qué productos químicos se vertieron en el agua o si permanecen en forma de partículas en suspensión en el aire”, explica una de las agentes rurales, “por eso es muy importante que la gente cumpla la normativa. Aunque no hay que ser alarmista porque hoy, a diferencia de ayer, sólo hemos encontrado 15 carpas y una garza real muerta”, admite. “Lo importante es recuperar sus cuerpos para que no entren en la cadena trófica y se extienda la contaminación”, resume el otro agente rural.

Olores químicos

Más arriba, hacia la zona de Can Zam de Santa Coloma de Gramenet, el aire se vuelve un poco más rancio, con un regustillo a pescado y a detergente. Justo allí, en el césped delante del río y ajenos a todo, el joven Ahmed J. y su paciente madre, llevan horas tratando de que su hijo se haga viral en un vídeo de ‘TikTok’. 

No sabían que el río podía estar contaminado. De hecho, Ahmed le traduce la situación a su madre utilizando las palabras “agua envenenada” en árabe. Pero, tras la pequeña alarma inicial, la familia decide apartarse un poco del cauce y seguir con la grabación, ya que han venido desde el barrio de Sant Roc de Badalona.

Ahmed baila ante su madre al son de la música del móvil. Al final, parece que ya da igual la contaminación y que el día se esté volviendo cada vez más gris. Total, seguro que con los filtros de la ‘app’ el vídeo saldrá genial.