SALIR DEL ABISMO
Un regalo para el alma de las víctimas de la violencia doméstica
Música, teatro y arte transforman y ayudan a la reinserción, así lo entiende la entidad Apropa Cultura y así lo viven muchas mujeres que han sufrido violencia machista
Natàlia Farré
Periodista
Natàlia Farré
Ni víctimas ni supervivientes. Ambas cosas adjetivizan y permanecen. "El concepto está tan mediatizado por la cultura patriarcal que víctima suele asociarse a alguien incapaz, a alguien dañado irreparablemente", apuntan desde la Associació Lligam. Y no. Lo suyo no es irreversible. Es un estado circunstancial. Aquí y ahora. Son mujeres que viven una situación de violencia de género. Pero existe un antes y luchan por un después. La batalla no es fácil. Cuando el maltrato acaba, el camino sigue siendo arduo. Hay que recoger los pedazos y engancharlos. Para ello, todo sirve y todo es necesario. La cultura, también.
De hecho, "el acceso a la cultura es un derecho universal reconocido". Y, de hecho, "la cultura es une experiencia transformadora". Palabras de Sonia Gainza, directora de Apropa Cultura, la iniciativa que lleva 12 años acercando equipamientos culturales y entidades sociales. "Somos un recurso de ocio cultural inclusivo", afirma, ello significa que ayudan a los grandes centros del país –TNC, Auditori, Liceu, Museu Nacional...– a ofertar un programa adecuado (también en precio, 3 euros) para colectivos en riesgo de exclusión.
Los beneficios son tan grandes y la iniciativa tan bien valorada, que lo que empezó siendo una propuesta del Auditori suma ahora 127 equipamientos en 35 ciudades catalanas. Y programa dedicado a las mujeres en riesgo de vulnerabilidad. "Para algunas mujeres una visita a un museo es darse cuenta de que tienen opinión y pueden expresarla; para otras ir al teatro es volverse a sentir dentro de la sociedad, reencontrarse con sus emociones y las ganas de vivir. Y las hay que asisten por primera vez a un concierto porque sencillamente jamás habían tenido la oportunidad". Lo cuenta Apropa, pero lo confirman las usuarias.
La emoción de ir al Liceu
A Anne –nombre ficticio por el miedo a ser localizada por su agresor– le brillan los ojos cuando recuerda su reciente experiencia en el Liceu gracias a Apropa y a Lligam, la asociación que le brinda ayuda. Anne es originaria de un país europeo con un fuerte sustrato cultural, así que siempre gozó de la música, el teatro y el ballet. Pero todo se truncó cuando conoció a su expareja y llegó su hija. Empezaron las agresiones y el aislamiento. Y se acabó cualquier atisbó de normalidad. A Anne se le atropellan las palabras de la emoción cuando cuenta que pudo llevar a su "niña" al Petit Liceu a ver 'Mans a l’òpera', donde sonó una famosa aria que siempre lleva en el móvil e intenta que su pequeña escuche junto con otras muchas.
Para Anne estas salidas son vitales, con ellas no solo recupera "algo perdido" sino que está absolutamente convencida de que la "cultura es lo único" que realmente tiene y algo "esencial" para "salir adelante". Hay más mujeres que comparten este sentimiento. Ahí van algunos testimonios, anónimos, por supuesto: "Es mágico, siento que crezco y que aprendo". "La cultura es un regalo para el alma, te hace reflexionar y te devuelve la dignidad".
La fuerza de Karol
Y ahí está Karol, que no se esconde bajo ningún pseudónimos porque ya se siente con fuerzas para contar su historia y reivindicar sus derechos. Su experiencia es similar a la de otras muhcas mujeres. Una pareja que "aísla, culpabiliza, y deja la autoestima por los suelos". Tocó fondo pero se está emporedando gracias a su familia, que cerró filas para ayudarla, y al Espai Ariadna. Reivindica el acceso a la cultura y las salidas que ha podido hacer con Apropa. Habla con pasión del Museu Blau, el Dhub y el CCCB. "Es maravilloso, te permite desconectar y remontar. Ser más persona y más crítica. Y ver que no todos los hombres son iguales".
Karol ya tiene a punto la camiseta que ella y sus compañeras lucirán este lunes: 'Somos el grito de las que no están'. Y la pancarta que sostendrá: 'Me visto como quiero y me desvisto con quien quiero. Y habla del "lujo" que representa poder acceder a la cultura, aunque el verdadero lujo es ver su empoderamiento y ganas de vivir. Bravo por Karol, y por todas.
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