Oposiciones a cuerpos de seguridad

La Masia de los Mossos

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Guillem Sànchez

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Al salir del restaurante indio del Eixample donde celebraba con su novia que por fin había aprobado las oposiciones a agente de los Mossos d’EsquadraHéctor (Barcelona, 37 años) se topó con los altercados. Ese 15 de octubre, a primera hora, se había conectado al ordenador y había leído 'apto' en la pantalla. Una palabra que perseguía desde el 2011. En la calle había barricadas en llamas. Entre los clásicos que coreaban los manifestantes esos días estaban versos como: "Ser policía, vergüenza me daría" o "Los Mossos también son fuerzas de ocupación". 

Maholi (La Garriga, 30 años) llegó a España procedente de Ecuador. De pequeña, cuando jugaba sola en casa, siempre acababa preguntándose por qué los villanos son villanos. O más concretamente: "¿Qué les mueve a hacer el mal?". Años después quiso averiguarlo estudiando Criminología. Y después, Investigación Privada. Y después, un posgrado en perfiles delincuenciales. Cuando comenzó a sentirse preparada para intentar ser policía estalló la crisis económica que secó las promociones durante siete años. Finalmente, en el 2017, convocaron nuevas plazas. Pero a ella esa oportunidad la sorprendió embarazada de gemelos. Tras dar a luz y agotar la baja maternal, regresó a su puesto de secretaria. Al poco tiempo, oyó que de nuevo había oposiciones. Consciente de que no sería un camino sencillo, se levantó de la silla y comunicó a sus jefes que lo dejaba para prepararse.

Más o menos entonces, un profesor de autoescuela, Xavi (Barcelona, 37 años), escuchaba sin ganas a conductores que se habían quedado sin puntos y echaban la culpa a la Guardia Urbana. Sin saber muy bien por qué, optaba por responder que sin normas de tráfico las muertes y los heridos en la carretera se dispararían. Al sentirse una y otra vez atrapado en el papel de quien defiende una labor que no es la suya, comenzó a pensar que se había "atascado profesionalmente". Cuando leyó que la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona buscaban nuevos agentes y que ya no había límite de edad -ni tampoco de altura-, dejó caer entre sus amigos el farol de que iba a presentarse. La sorpresa fue descubrir que él lo deseaba de verdad. 

Los fantasmas personales

Héctor suspendió las oposiciones a Mossos d’Esquadra en el 2011 y en el 2017 se lesionó preparando la prueba del circuito de agilidad. Para Maholi, el test de resistencia, la extenuante Course Navette, se había convertido en un suplicio que podía convertir la renuncia a su trabajo de secretaria y a horas con sus hijos en un esfuerzo sin recompensa. Y a Xavi le costaban tanto los ejercicios de cálculo que el examen de aptitudes psicotécnicas amenazaba con encadenarle a la autoescuela.

Cada uno tuvo que vencer a un fantasma distinto. Héctor superó el circuito, con un cinco pelado. Maholi corrió hasta estar a punto de echar los higadillos y alcanzó la distancia mínima para ser apta. Y Xavi, lápiz en mano, se peleó con las preguntas matemáticas y logró que esta vez salieran los números.  

El 18 de noviembre, Héctor, Maholi y Xavi se conocieron en el Institut de Seguretat Pública de Catalunya (ISPC) el primer día de clase de una formación de casi 8 meses, penúltimo escollo para ser policías. Si aprueban, algo que no conseguirán un 10% de los 1.442 aspirantes (700 a Mossos d'Esquadra y 742 policías locales) de la promoción, harán prácticas durante otro año. Entre inscribirse a unas oposiciones y convertirse en policía a todos los efectos pasan unos 30 meses. Los que se apunten a la próxima, cuya inscripción sigue abierta hasta este 29 de noviembre, comenzarán la formación en el ISPC en otoño del 2020, se graduarán en verano del 2021 y superarán las prácticas en primavera del 2022. . 

"Ser policía no es una vergüenza, es un orgullo. Y aquí no hablamos de política, aquí venimos a estudiar", responde Maholi cuando se le pregunta sobre la imagen oscilante que arrastran los Mossos tras un mes de disturbios y años de 'procés'. "Este es un trabajo que te permite ayudar y proteger a gente normal, como tus padres o tus vecinos, queremos ser policías por eso, porque es algo que te nace desde dentro", zanja Héctor.