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La noche de los genios

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Da un poco de vértigo pasear entre tanto cerebrito, entre tanto talento. Puede que sin querer, en un mismo vagón de metro, se junten genios de la informática, la genética, la medicina y la ingeniería. Pero lo más seguro es que no hablen entre ellos, porque no saben los unos de los otros, porque en la rutina diaria se estila poco lo de confiarse a un desconocido. En Barcelona, una vez al año, y desde 1992, sí se produce ese 'karma' de recogida lucidez. Son hombres y mujeres que sobresalen en lo suyo y que en algún momento de su carrera profesional se convirtieron en becarios de La Caixa. Son ya 37 años patrocinando genios. Han sido más de 5.000 y coinciden, sobre todo, en el hambre de conocimiento. 

La cita es en CaixaFòrum, la antigua fábrica Casaramona recuperada para albergar todo tipo de exposiciones y eventos. Aunque hablar de becas trae al imaginario un joven recién salido de la universidad, con empuje y ganas de comerse el mundo, aquí el mito se resquebraja y transita hacia figuras muy diversas, con una trayectoria ya labrada pero todavía por completar. También hay chavales, pero la ayuda de esta fundación, más que por lo que pone en tu DNI, se fija en qué caminos dibuja tu inquietud. Y es así, con una idea, con un proyecto, con una ambición, que uno puede conseguir alguna de estas becas que en estas casi cuatro décadas han repartido por todo el planeta 275 millones de euros. 

Madre e hijo

Una de las que cruza la puerta de este inmenso edificio es Susan Webb, integrante de la primera promoción de becas de La Caixa. De padre británico que llegó a Barcelona tras la primera guerra mundial para trabajar en La Canadiense, blande una hoja de servicios de aplauso. Nacida en 1952, a los 30 años se marchó a la Universidad de Texas para realizar estudios de postdoctorado sobre Neuroendocrinología de la reproducción. Fue presidenta de la Asociación de Becarios y disfruta de estas reuniones por lo que suponen de "transversalidad", por la "oportunidad de hablar con expertos en materias completamente alejadas" a la suya. Tiene tres hijos y uno de ellos, médico como ella, también consiguió la ayuda de la firma financiera para realizar un doctorado en Neurología. "No tuve nada que ver", bromea esta dama de ojos azules. 

Es imposible no sacar a relucir las precarias condiciones en las que trabajan los investigadores en este país. Eduard Portabiólogo computacional, realizó toda su carrera en universidades públicas catalanas y tras un doctorado de cuatro años se marchó con su mujer a California con una de esas ofertas de empleo que alguien de su perfil no podía rechazar. Pero la tierra tira demasiado y decidió volver. Para asegurar el tiro, intentó facilitarse el aterrizaje. Por eso solicitó la beca, de tres años, con la que ahora labora en el Barcelona Supercomputing Center. Se dedica a investigar cómo la genética influye en la respuesta contra los tumores. "Acabo de descargarme los datos de medio millón de pacientes británicos y eso ocupa 2.000 gigabytes. Eso solo puede hacerse con ordenadores como los que tenemos en el centro". Es consciente de que a La Caixa le viene bien el tema de las becas a nivel de imagen corporativa, pero por otro lado aplaude que la entidad funcione como una especie de "Ministerio de Educación y Ciencia en pequeño", apoyando la formación continuada de profesionales de todo tipo. 

Genios que se quedan

La francesa Anna Labernadie ha hecho el camino contrario al que trazan la mayoría de investigadores que buscan una oportunidad en España. Si lo que se lleva es buscar un porvenir fuera, ella se vino aquí para intentar encontrarlo. Es experta en Biología del cáncer y desarrolla su conocimiento en el Instituto de Bioingeniería de Catalunya. Tiene tres años de beca y su idea es quedarse. "Sé que es difícil, pero aquí hay muy buenos institutos y centros de investigación". El arqueólogo Adrià Breu persigue lo mismo. Pero en su caso, a través de la Universitat Autónoma de Barcelona, donde se ha especializado en "los primeros usos de la cerámica en la península Ibérica y cómo afectaron a la cocina". La beca le permitió realizar un master en Ciencias Arqueológicas en la Universidad de Bradford (Reino Unido), uno de los referentes mundiales en su campo. 

Pau Guinart es un caso especial. Lo suyo son las letras. El arte, el cine, la literatura. Estudió Filosofía e Historia. Luego se fue a Londres a cursar un master en Tragedia Griega. Y bajo el patrocinio de La Caixa, estudió dos años de cine en Nueva York. Admite que ha tenido suerte, que las cosas le han ido bien. Y a los 37 años, tras pasar 10 fuera de casa, vuelve a Catalunya. Pero no a su Escala natal, sino a Barcelona, una ciudad que tiene ganas de "redescubrir". Cuando tenía poco más de 20 años dio la vuelta a Catalunya en burro; está claro que con beca o sin ella, es un tipo capaz de cualquier cosa.