La protección del litoral

La ley de costas lleva al cierre a 12 clubs náuticos de playa

SOC VELA

SOC VELA / Sergi Conesa

Óscar Hernández

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Por su ubicación hay dos tipos de clubs náuticos, de puerto y de playa. Mientras los primeros están en tierra firme y protegidos por espigones, los segundos se ubican en medio de la arena. Por eso estos últimos están amenazados por la ley de costas que, para preservar el litoral, limita a 300 metros cuadrados sus dimensiones (sin contar la zona de  embarcaciones). "Es una superficie insuficiente para  los equipamientos necesarios para la práctica de la vela", denuncia la Federació Catalana de Vela. Doce, de un total de 63, no pueden cumplir el requisito y tendrán que  cerrar. 

El cierre de clubs de playa ya se ha cobrado este año tres víctimas: el Club Nàutic Cabrera de Mar, que cerró la pasada primavera; el Club de Vela Canet de Mar, que lo hizo poco después, y finalmente el Club Nàutic Pineda de Mar cuya asamblea de socios aprobó por unanimidad su cierre y desmantelamiento el pasado sábado 9 de noviembre, hace una semana. "Es una situación crítica para la vela, tanto a nivel competitivo como lúdico –afirma Xavier Torres, presidente de la FCV–. El Club Nàutic Pineda de Mar es el nuevo afectado de una ley que deja de lado a miles de personas que disfrutan del deporte en todo el territorio. Se cierran las puertas del mar a los ciudadanos".

Décadas de historia

En la mayoría de casos se trata de clubs con decenas de años de historia (el de Pineda tenía 29 y el de Cabrera acababa de celebrar su 50 cuampleaños). Y quedan otros ocho que están en la cuerda floja: Torredembarra, Cubelles, Castelldefels (el náutico y el marítimo), Sitges, Bétulo, Calella, Vilassar y Base Náutica Pineda. A medida que van finalizando las concesiones llegan las inspecciones y las primeras multas de 60.000 euros por incumplimiento de la ley de costas.

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El problema se inició en el 2013 cuando el Ministerio de Transicion Ecológica reformó la ley de costas, promulgada en 1988, que limita el espacio de estas instalaciones en la arena a 300 metros cuadrados. "En un club se necesitan vestuarios, un local para los socios, un bar y sitio para guardar material. Y con esas dimensiones es imposible. Si al menos hubieran permitido que los que ya existen puedan continuar igual", lamenta Torres quien, al frente de la FCV, se ha reunido varias veces con representantes de la Conselleria de Territori y también del Ministerio de Fomento, como la delegada de Costas en Catalunya, María Toledano, para intentar frenar los cierres anunciados.

La solución de Cabrera es irse a Premià

"Nosotros ocupábamos unos 1.500 metros cuadrados entre estructuras y terrazas y hacía 20 años que no nos renovaban la licencia. Hasta que nos obligaron a eliminar 1.200 metros bajo amenaza de multa por ocupacion ilegal. Contratamos al abogado Lluis Recoder, que había sido 'conseller' de Territori y él mismo nos dijo que podíamos aplazar unos años el cierre presentando recursos, pero que al final tendríamos que marcharnos", cuenta Joaquim Borràs, presidente del Club Nàutic Cabrera de Mar, desmantelado hace unos meses.

"No podíamos seguir. Los socios se van si ven que no hay futuro y sin ellos no tenemos dinero para continuar. Asi que buscamos algun club que no fuera de playa y que estuviera cerca para que nos acogieran. Y llegamos a un acuerdo con el de Premià de Mar adonde nos fuimos unos 30 socios, una centenar de personas si contamos a sus familiares", añade Borràs. Este club les permite usar sus instalaciones en el puerto, mientras las embarcaciones de vela están varadas en la playa colindante. "Es que las embarcaciones de estos clubs de playa tienen que salir al mar desde la misma arena. No pueden maniobrar en un puerto porque carecen de timón. Se trata de patines de vela y tablas de windsurf y padelsurf, en su mayoría", puntualiza.

En el caso de que algún club de playa que no cumpla la nueva normativa y se resista al cierre y desmantalamiento de sus instalaciones, sus presidentes se exponen a responder con su patrimonio personal a multas de hasta 60.000 euros, como la que les ha llegado a los socios del club de Pineda, quienes al cerrar podrán reducirla. "Lo que lamentamos es que esta modificación de ley de costas no afecta de la misma medida a los locales de restauración que están en primera línea de mar, que pueden continuar si ya tenían esas dimensiones antes de la ley, lo que no permiten a los clubs de playa aún siendo más antiguos", critica el presidente de la federación de los clubs de vela.

El difícil futuro de los regatistas

Tanto Torres como otros aficionados a la vela consultados coinciden en que la desaparición de los pequeños clubs compromete el futuro de este deporte náutico. "Estos clubs náuticos de playa han sido cantera de grandes regatistas catalanes que hasta han conseguido medallas olímpìcas", apunta el presidente de los clubs de vela. Entre ellos están Josep Maria van der Ploeg, del Club Marítim Prat, oro olímìco en Barcelona 92 en Finn, y Sandra Azón, del Club Nàutic El Masnou, plata olímpica en Atenas 2004 en 470.

Entre las consecuencias inmediatas para los próximos seis meses, a medida que vayan cerrando el resto de clubs de playa que no pueden adaptarse a la limitación de espacio impuesta por Fomento, la FCV destaca la pérdida de unos 250 puestos de trabajo y que unos 3.500 socios se queden sin actividad en toda Catalunya. Fuentes de la administración central aclaran que la regularización de los clubs depende de la Generalitat. Sin embargo la Conselleria de Territori i Sostenabilitat sostiene que ha pedido reuniones con la ministra de Transición Ecológica para que modifique la normativa y salvar los clubs de playa sin éxito. 

Un tipo de navegación genuinamente catalana

Aunque la limitación del espacio de los clubs náuticos de playa que contempla la ley de costas afecta a todo el litoral español, las consecuencias afectan sobre todo a Catalunya. Y por dos motivos. Por un lado, estos clubs no existen en el litoral atlántico ni cantábrico, porque allí las mareas los hacen inviables. Las embarcaciones ligeras de vela no pueden varar en la arena en esas costas ya que la distancia al agua varía en decenas de metros en solo unas horas, fenómeno que no se produce con tanta intensidad en el mediterráneo.

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