ACCIÓN SOLIDARIA EN L'ESPLUGA DE FRANCOLÍ

La bodega destruida por la riada del Francolí vende el vino sacado del barro

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Carlos Márquez Daniel

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No quedó prácticamente nada. Pero al ir apartando árboles, vegetación y paredes derribadas, descubrieron que el barro había creado un manto protector. Y debajo, centenares de botellas de vino que aguardaban su momento, todavía por etiquetar. La bodega Rendé Masdéu de L'Espluga de Francolí, una vez asumido el mazazo y con la mirada puesta en la reconstrucción, ha decidido poner a la venta parte del caldo recuperado. Concretamente, el Trepat del Jordiet, el cual han podido identificar por la forma del cristal. 

Sucederá los días 1, 2 y 3 de noviembre, de 11 a 15 horas, en la denominada zona cero del desastre acaecido el martes 22 de octubre, cuando una riada que siguió a una lluvia imposible se llevó por delante todo lo que encontraba a su paso, desbordando cauces y arrollando toco cuanto estuviera cerca del Francolí. Entre otras cosas, la bodega y el restaurante asido, del que tampoco ha quedado nada. Ya al día siguiente de la tragedia, Arnau Roig, nieto del fundador de esta empresa vinícola cuya querencia por los caldos se remonta al siglo XVII, aseguraba que la intención era reconstruir. Aquel día, y los que siguieron, decenas de vecinos, de amigos del pueblo, se pusieron hasta el cuello de barro para echar una mano en las tareas de rescate de botellas. Crearon una cadena humana y fueron sacando género. Una a una, hasta que llegaban a la furgoneta, todavía recubiertas de fango. Ya entonces, la idea de una venta solidaria sobrevoló la zona. "Lo estudiaremos, es una buena idea", apuntaba el joven Arnau a este diario. 

Cada botella (añada del 2017) tendrá un precio de 15 euros, algo superior al de otros años, pero con mucha más historia que contar.  "Pasado el estado de 'shock', ahora vivimos un tsunami solidario que nos empuja hacia el renacimiento", reza la bodega, a través de un comunicado en el que agradecen la ayuda que les está animando a seguir "compartiendo placer en forma de vino". Guillem Roig, enólogo de Rendé Masdéu, explica que el vino está listo para beber, con siete meses de crianza en ánfora de barro y un año en botella. Estaba previsto que se usaran para la campaña de Navidad. Se venderán sin etiqueta, con el cuello limpio, pero tal y como salieron del barro.