La procesión de una vagina vuelve a provocar enfrentamientos a las puertas del juzgado

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Julia Camacho

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Los ánimos estaban calientes a la puerta del juzgado de Sevilla desde primera hora de la mañana. A un lado, los denunciantes, los representantes de la asociación de Abogados Católicos, con sede en Madrid y Valladolid, acompañados por algunos cargos de Vox en Sevilla y pertrechados con rosarios y pancartas con el lema "Respeta mi fe". A otro, los colectivos feministas que apoyan a las tres activistas que se sentaron en el banquillo por procesionar, en la manifestación del Primero de Mayo de hace cinco años, una vagina de plástico a modo de Virgen para denunciar la precariedad laboral, la violencia machista y reivindicar los derechos sexuales de las mujeres. La llegada de esa misma vagina de 2 metros entre aplausos y a bordo de un carrito de bebé al cabo de un rato desató la tormenta. “Putas, guarras”, “me dais asco”, “fascistas, comunistas, lo peor de lo peor”, resonó desde un lado. “Basta ya de justicia patriarcal”, “libertad de expresión” respondieron las feministas, mientras una mujer se encaró alguno de los demandantes con un sonoro “tu disfrutas con una vagina”.

La escena muestra la tensión que, en pleno siglo XXI, desata todavía cualquier referencia al rito católico por parte de sectores críticos con la iglesia. El juicio quedó visto para sentencia tras la declaración de las acusadas, que mantuvieron su inocencia y que nunca quisieron burlarse de nadie. Una versión que se esforzaron en rebatir los testigos aportados por Abogados Cristianos, entre éstos una agente de Policía que elaboró un atestado un año después de la procesión y tras visionar el video que se difundió posteriormente por redes sociales, informe que dio pie a la querella que reabrió el caso. “Me duele el estómago y me hace sufrir, Sevilla es una ciudad mariana, a María aquí nos la tomamos en serio”, llegó a decir en sala al escuchar algunos de los cánticos que se profirieron durante la procesión y que, como no obstante reconoció, no causaron enfado en ningún viandante.

Archivo inicial

Los hechos que se juzgan ocurrieron en mayo de 2014, y un primer intento de llevarlo ante la justicia se quedó en nada tras no hallar el juzgado infracción penal alguna en 2016, ya que entendía que "no creer en los dogmas de una religión y manifestarlo públicamente entra dentro de la libertad de expresión". Pero la asociación de letrados, la misma que se querelló contra Willy Toledo por insultar a Dios y la Virgen o el ‘padrenuestro’ supuestamente blasfemo de Barcelona, las denunció de nuevo por delito de odio, y logró reabrir la causa y sentar ahora ante el juez a las tres activistas. Pide un año de prisión para cada una de ellas, ya que argumenta que concurren las agravantes de alevosía y odio ideológico. La Fiscalía, que añade un delito contra los sentimientos religiosos, respalda su postura y les reclama multas de 3.000 euros. En su escrito de acusación, aseguró que las mujeres que participaron en el ‘Aquelarre feminista’ hicieron “mofa de los símbolos y dogmas para quienes profesan la religión católica”. La ofensa se ampararía además en que no solo usaron “referentes estéticos” propios de una procesión católica, sino que pasaron delante de varias iglesias y versionaron oraciones y proclamas que atacaban a la base de la fe católica.

“Si estas señoras quieren procesionar una vagina, me parece estupendo, pero que no la disfracen de la virgen maría, esos ataques a los católicos no son necesarios, no hacen un favor a ninguna mujer y lo único que quieren es arremeter contra los católicos”, zanjó a la entrada del juzgado Polonia Castellanos, representante legal de la asociación.

Las activistas, por el contrario, insistieron en que su intención nunca fue la burla de creencia religiosa alguna, sino que con la 'procesión de la archicofradía del santísimo coño insumiso y santo entierro de los derechos sociolaborales' quisieron unicamente reivindicar los derechos laborales de las mujeres en la manifestación del Dia del Trabajo. “Feministas”, “trabajadoras” y “luchadoras”, como se autodefinieron, explicaron que “los sentimientos de las personas los respetamos profundamente sean del tipo que sean, católicos, musulmanes o budistas, nada tenemos que ver con eso”. Antonia Ávalos, una de las imputadas, subrayó que la procesión estaba relacionada más bien “con el derecho a la libertad de expresión, a usar nuestro cuerpo, nuestro coño en una performance”. “En una ficción”, apostilló.

Durante el juicio, las tres acusadas han contado con el apoyo de la asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (Apdha) y de la Asamblea de Apoyo a las mujeres imputadas, que se concentraron durante la mañana a las puertas de los juzgados. Junto a ellas estaba también Maria Alyokhina, activista y miembro fundadora de 'Pussy Riot'  que estos días visita Sevilla para participar en un concierto. A través de un comunicado, el día antes, Masha, como es conocida, quiso dejar claro su condena contra un juicio “injusto y similar a la represión en Rusia”. Y es que, señaló, “todos venimos de una vagina”.