CRIMEN DE RODALQUILAR

Ana Julia Quezada, culpable de asesinato con alevosía

El jurado considera probado que mató a Gabriel Cruz de forma "intencionada y repentina" pero descarta el ensañamiento

Ana Julia Quezada (c), autora confesa de la muerte de Gabriel Cruz, al comienzo de la vista hoy en la Audiencia de Almería.

Ana Julia Quezada (c), autora confesa de la muerte de Gabriel Cruz, al comienzo de la vista hoy en la Audiencia de Almería. / periodico

Julia Camacho

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Con gesto altivo, mirando únicamente al tribunal e incluso girándose levemente para dar la espalda a los padres cuando les oyó murmurar mientras el tribunal desgranaba cómo cree que mató a Gabriel Cruz. Ana Julia Quezada escuchó ayer por la tarde sin apenas inmutarse cómo el jurado popular la declaraba culpable de un delito de asesinato con alevosía por la muerte de Gabriel Cruz, ocurrida en febrero del 2018. Pero también de dos delitos de lesiones psíquicas y otros dos de daños morales a los padres del menor. Una decisión que aboca a Quezada, a falta de que la jueza Alejandra Dodero dicte sentencia, a convertirse en la primera mujer condenada a prisión permanente revisable. La defensa, no obstante, ya anuncia recurso por "cuestiones técnicas varias", al considerar que por ejemplo los dos delitos accesorios son similares.

Tras un día y medio de deliberación, los nueve componentes del tribunal, dos hombres y siete mujeres, dan por válido que Quezada llevó al niño a la finca familiar de Rodalquilar (Almería) y, "de forma intencionada, súbita y repentina, le lanzó contra el suelo o pared de la habitación, y tras el impacto del niño, procedió la acusada, con sus propias manos, a taparle la boca y la nariz con fuerza, hasta vencer su resistencia y provocar su fallecimiento".

La acusada, de 45 años y autora confesa del crimen del niño de 8 años, ha encajado el veredicto sin ningún gesto de aparente tristeza, lejos de los sollozos que soltó durante las anteriores sesiones del juicio, al presentarse como una infeliz que en un golpe de ira acaba de forma accidental con la vida de un niño que, según indicó, le insultó porque quería que sus padres volvieran a estar juntos tras su divorcio. Antes al contrario, el jurado ha dejado claro su "especial maldad" e incluso "perversidad" al enterrar el cuerpo del niño en la finca familiar, ocultar la ropa en el armario de la casa que compartía con Ángel Cruz o intentar desviar las sospechas hacia una expareja. Y considera que sí hubo intención de humillar a los progenitores al alentarles y acudir a manifestaciones públicas con camisetas impresas con el rostro del niño al que había matado.

A ojos del jurado, la batería de pruebas esgrimidas por los agentes de la Guardia Civil que investigaron el caso ha sido suficiente para desmontar punto por punto ese relato que la defensa mantuvo hasta el final. Unos testimonios que pusieron de relieve la personalidad mentirosa y calculadora de Ana Julia, a la que ni su hija quiso ver. Pero también sus esfuerzos desde el primer momento para tratar ocultar lo ocurrido, erigiéndose portavoz del padre del menor, Ángel Cruz, y conociendo así de primera mano los detalles de la investigación a fin de poder adelantarse unos pasos e incluso dirigir las sospechas del caso contra una expareja con la que acabó mal.

En su declaración de culpabilidad, el jurado ha tenido en cuenta la premeditación de Ana Julia y la situación de prevalimiento sobre el menor, ya fuera por la superioridad física o la sorpresa de Gabriel ante un ataque que se produjo por parte de una persona del entorno más cercano que además se lo llevó a un lugar apartado y solitario. Circunstancias estas que a ojos del tribunal permiten establecer la agravante del parentesco.

La autopsia realizada por los forenses del Instituto de Medicina Legal (IMD) también ha sido un elemento de peso en la decisión del jurado a la hora de descartar el ensañamiento que reclamaba la acusación particular, pese a que los forenses establecieron que el forcejeo con el menor tapándole la boca y la nariz pudo durar más de 10 minutos. Según este informe oficial, los golpes que presentaba el cuerpo del niño se produjeron a causa de ese forcejeo y el instinto de supervivencia del niño. De esta forma, el jurado no da por probado que se produjera una “somanta de palos”, como lo definió la acusación particular en base al informe médico (que no forense) aportado por la familia, tras la cual el niño quedó “aturdido durante 45/90 minutos, tiempo tras el que la acusada, se subió sobre el niño tapándole la boca y la nariz, hasta provocar su fallecimiento”.

Respecto a los delitos de lesiones psíquicas y contra la integridad moral de cada uno de los progenitores, el jurado ha valorado que el fingimiento de Ana Julia en los días posteriores a la desaparición del menor se produjo con intención de causar mayor dolor a los padres, con quienes permaneció alentándoles a buscar al niño.