"Las madres y hermanas asesinadas deben ser consideradas víctimas"

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Patricia Martín

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Alma, corazón, rigor, infinita capacidad de trabajo. Con estos y otros muchos calificativos positivos definieron a María Castellano Arroyo (Jaén, 1948) representes de algunas de las más altas instancias médicas, en la presentación de un libro sobre su trayectoria, que explica cómo se convirtió en un referente de la medicina forense, pionera en el abordaje de la violencia de género y primera mujer catedrática de una facultad de Medicina, entre otros muchos méritos que figuran en su currículum.

Usted ha roto muchos techos de cristal. ¿Se ha sentido discriminada en alguna ocasión por ser mujer?

No. Yo me sentido apoyada por mis maestros y por mi marido. Por supuesto que hemos tenido situaciones difíciles, pero directamente relacionadas con mi circunstancia de ser mujer, no.

¿Qué opina de las cuotas para las mujeres?

Yo siempre digo que, en igualdad de méritos, siempre [hay que elegir a] una mujer. Esa es la mejor forma de proteger que llegue a todos los sitios, pero no soy muy partidaria de las cuotas, porque parece que te han dado el puesto por ser mujer y, sin embargo, has llegado por tus propios méritos. La aspiración es que quienes ocupen puestos de relevancia social sean gente extraordinaria en sus capacidades y cualidades, hombres o mujeres. Y hay muchas mujeres con méritos propios.

¿Comparte, como el movimiento feminista, que estamos en una emergencia por el abultado número de asesinadas y violadas?

Comparto que estamos en una sociedad muy descontenta, preocupada y desatendida y que estamos necesitados de medidas que traigan serenidad, tranquilidad y bienestar.

"El agresor se aprovecha de la intimidad que da el hogar para producir un daño oculto"

Con un bagaje de casi 1.500 informes forenses en denuncias por violencia de género, ¿qué conclusiones ha sacado sobre este tipo de agresiones, que algunos partidos minimizan?

Yo conocí la violencia sobre las mujeres en una tesis del doctor Cobo titulada ‘Tipos de violencia contra la mujer’. Ahí había varios tipos, entre ellos el maltrato hacia la pareja o expareja. Este grupo se convirtió después en objeto de estudios sucesivos. Antes a mí me gustaba hablar de violencia familiar, en el sentido de que el agresor se aprovechaba de la intimidad que da el hogar y del conocimiento de los miembros de la familia para producir un daño oculto, que iba dirigido a lo más sensible de la persona a la que se quería dominar. Poco después se empezó a identificar como violencia de género. Pero sigue habiendo casos, como el último, el lunes, en Galicia, donde el delito contra la expereja sí es violencia de género y contra su excuñada y exsuegra no. ¿Es más grave? En definitiva se ha llevado por delante unas vidas inocentes de la manera más cruel y despiada y yo creo que no cabría esa diferencia de jerarquía en la gravedad. Quizá haya que revisarlo, para que toda violencia contra las mujeres en el ámbito familiar sea rechazada socialmente.

¿Propone entonces que las madres, hermanas y otros allegados de la mujer maltratada, que sean agredidos o asesinados, sean consideradas víctimas de la violencia de género?

Claro. Yo reclamé hace años que los hijos fueran considerados víctimas, porque vi que sufrían muchísimo y eran víctimas psicológicas de esa violencia. Y luego empecé a reclamar que se potencie el papel de la familia, que tiene que estar ahí, ayudando a la mujer para que la violencia salga a la luz y para la mejor resolución del conflicto.

"El movimiento feminista rechaza gastar una peseta en los agresores, pero hay que analizarles para prever el riesgo"

¿Qué otras medidas propone para atajar esta lacra?

Tenemos que crear equipos de intervención familiar formados por psicólogos, médicos y trabajadores sociales que apoyen a la víctima y ayuden al agresor a afrontar el conflicto antes de que se produzcan gravísimos problemas de violencia. Además los médicos, en sus consultas, tienen que ejercer una labor de detección. Y, cuando la mujer denuncia, la intervención del equipo forense es imprescindible. Hay que estudiar qué personalidad tiene la víctima, como se le puede ayudar mejor a reorganizar su vida, a ser autosuficiente, pero sin dejar de lado al agresor. El movimiento feminista rechaza que se gaste una peseta en los agresores. Pero yo digo que hay que analizar su personalidad, cómo ha elaborado la relación con la mujer, el conflicto, si es que se siente perjudicado, tiene ansiedad, depresión, orgullo, deseo de venganza, etc. para determinar su perfil de riesgo. Además, si tiene alguna adicción, eso no es una excusa que justifique su conducta, pero si se le pone medidas para que se trate, se elimina una situación de riesgo.

¿Existe un perfil de víctima o de agresor?

No, cada caso tiene unas características y circunstancias. Cada caso se comprende cuando estudias a la víctima y al agresor y te das cuenta porque surge el conflicto, la violencia y cómo va evolucionado y se puede prever el riesgo.

¿Qué opina de la intención de Vox de reformar la ley integral y aprobar una legislación contra toda la "violencia intrafamiliar”?

Siempre me he mantenido ajena a la política. Pero España ha sido un país pionero en la lucha contra la violencia de género y creo que con las leyes que tenemos, si tuvieran los recursos suficientes y focalizadas las situaciones y necesidades reales, para que las víctimas tuvieran protección y los agresores los tratamientos necesarios, de manera que no llegaran a convertirse homicidas, sería bueno para todos. Ahora es verdad que no podemos dejar a personas que sufren violencia desprotegidas porque no haya recursos, porque todos van a un sector de la población, pero no modificaría las leyes.

La comisión de Deontología del Consejo General de Médicos, a la que usted pertenece, se ha pronunciado en contra de la eutanasia. ¿Qué solución se puede dar, desde el punto de vista médico, a enfermos como María José Carrasco, que sufren enfermedades muy discapacitantes y que quieren, pero no pueden por sí mismos, acabar con su vida?

Toda persona enferma y que sufre, tiene derecho a recibir los cuidados necesarios para que su vida tenga sentido. Los cuidados paliativos deben llegar a todos los rincones. Y es imprescindible que los pacientes tengan claro que pueden expresar sus voluntades anticipadas. Eso requiere que el médico nos cuente lo que nos va a pasar y los recursos que hay a nuestro servicio. Y en esas voluntades se puede rechazar determinados tratamientos y la vida artificial.

¿Desde que logró la cátedra, cómo ha cambiado la medicina forense?

Antes el médico forense se adscribía a un juzgado de instrucción, eso hacía que su trabajo se desarrollara en soledad, en el ámbito rural y con unos medios limitados. A partir del año 95, se organizó la medicina forense en los institutos de medicina legal, como institutos provinciales, lo que permitió que se ejerciera en equipo, con más medios. Ahora falta integrar mejor la medicina forense y la universidad. Es necesario que se cree una especialidad médica, como las demás, en las que los médicos se especialicen, con rotaciones hospitalarias, con estancias en los institutos de medicina legal, en los laboratorios, etc. Estos especialistas bien formados luego podrían dedicarse al asesoramiento de las instituciones judiciales, a la docencia o a la investigación.