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Márquez y Pou apadrinan la lucha del Clínic contra la ceguera

Marc Márquez, Josep María Campistol, Alfredo Adán y Josep María Pou, hoy, en el Clínic.

Marc Márquez, Josep María Campistol, Alfredo Adán y Josep María Pou, hoy, en el Clínic. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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Todo fue muy impresionante. Los que estaban allí, por qué estaban allí, lo que contaron con la voz entrecortada, por qué lo contaron y, sobre todo, qué les mueve a hacer todo esto cuando ellos, todos, están instalados en el mejor lugar del mundo, en un sitio de referencia mundial, el Clínic Barcelona Hospital Universitari, cuna de la ciencia pero, sobre todo, de la investigación y la asistencia sanitaria, no tenían necesidad alguna de convertirse en salvadores del mundo. O intentarlo.

Les mueve hacer el bien. Perdón, seguir haciendo el bien. Y no solo en Catalunya. No, no, pretenden llegar a todos los rincones del mundo. Como dijo el doctor Alfredo Adán, el ‘mago’ que devuelve la visión ¡lo juro!, “hay 37 millones de ciegos en el mundo y el 75% de ellos se podrían curar si nos lo propusiésemos. Y nosotros nos lo hemos propuesto. Todo, que lo sepan, empezó con un sueño. Los sueños son la repera: son gratis, pero es necesario que tu gente se los crean, que se alineen los astros y, entonces, se hacen realidad. Seguro. Como éste”.

Buscando más milagros

“Yo, en el 2012, volví a ver por ellos. Yo veía doble. No podía correr a 350 kms/h. ¡claro que no! ¡cómo iba a hacerlo!, pero es que tampoco podía vivir, ni leer, ni bajar escaleras. Y ellos me curaron. Ellos me devolvieron la vida. Y la moto. Y aquí estoy”, dijo Marc Márquez, embajador mundial del programa ‘Learn for Sight’ (aprender para ver), un ambicioso programa para que profesionales de países del Tercer Mundo (empezamos en Haiti, Chad y Senegal) se formen de manera gratuita en las últimas técnicas en oftalmología.

“Yo solo veía nubes, nuboso, hace ocho meses. Creí que todo se había acabado para mí. Y vine aquí, a este centro donde estos sabios te hacen sentir niño porque solo ellos saben de estas cosas, y me curaron. Es más, me curaron en 24 horas, no solo con su sabiduría o tratamiento, también con sus palabras bondadosas, sabias, sensibles”, contó el actor Josep María Pou que, al igual que Queco Novell, estaba ahí para lo que hiciera falta ¡faltaría más!, “esta gente se merece conseguir lo que se proponga”, contó el gran imitador que, cuando el video de presentación quiso saber qué era “lo que nunca te cansarías de ver”, dijo: “Seguir viendo jugar a Messi”.

"Yo veía doble, no podía vivir, ni correr y ellos me sanaron, me devolvieron la moto", recuerda Márquez, pentacampeón de MotoGP

Estábamos en el pequeño y coqueto auditorio de la sala Farreras Valentí, de l’Hospital Clínic, porque en el año, en el siglo, que el mundo derrocha millones, esta gente buena y sabia, emprendedora y cómplice necesita medio millón de euros, que añadir a los 3.5 millones de aportación pública, para poner su sueño en marcha en primavera. “Esto será lo grande, lo inmenso, lo útil, lo maravilloso, lo servicial que quiera la gente porque debemos aprender que hay que devolverle a la sociedad algo de lo que la sociedad nos ha dado”, señaló Adán, apoyado, secundado, por su colega Bernardo Sánchez Dalmau, el cirujano que hizo heptacampeón (“y espera, espera, que vamos a por el octavo ¿no Marc?”, sonrió el ‘monstruo’ Josep María Campistol, director general del Clínic, que actúa (con perdón) mejor que Pou.

Estábamos en uno de los mejores centros hospitalarios del mundo. Y, encima, facultad. “Estamos en el sitio ideal”, dijo Campistol, “para intentarlo. Aquí enseñamos, atendemos a los pacientes, investigados, innovamos, esas cuatro patas son nuestro espíritu, nuestro ADN y por eso peleamos ahora para que el sueño de Adán y Sánchez Dalmau se haga realidad”. Sueño que no es otro que curar a esos 36 millones de ciegos o potenciales ciegos del mundo. “No hay imposible. No por nuestra parte”, añadió Campistol, que señaló que el Clínic atendió, el último año, a 50.000 pares de ojos e hizo 5.000 intervenciones.

Lo dijo Pou, no una sino dos veces, con su maravilloso verbo y entrecortándosele las palabras porque estaba recitando al gran Martí Pol: “Salvemos los ojos cuando ya no quede nada”. Lo dijo Márquez: “Yo sigo pensando que fue un milagro, pero no, fueron sus manos, sus conocimientos, su experiencia, su ciencia. Yo veía doble y, tras seis meses, gané. A mí, lo que me pidan”.

Construir un gran proyecto

‘Learn for Sight’ (aprender para ver), aprender para enseñar, aprender para ayudar, aprender para trasladar esos conocimientos donde sean, para formar oftalmólogos de todo el mundo, licenciados en bioingeniería, residentes del Clínic, y llevarlos allí donde pueden curar, sanar, dar luz, necesita dinero, sean grandes donaciones o micromecenazgos.

El Clínic Eye Training Center (CETC), único en el mundo en un hospital y facultad público, será un área puntera de formación en cirugía que se integrará en la nueva área quirúrgica de Oftalmolohía, en el recinto de la Maternidad. “Si consigues dinero, te regalo los quirófanos”, le dijo Campistol a Adán. “Vamos a formar a 500 especialistas al año”.

"Yo solo veía nubarrones y ellos me curaron. Como escribió Martí Pol 'salvemos los ojos cuando ya no quede nada'", cuenta Pou

El flamante CETC contará con varios espacios. Habrá un aula de formación y un laboratorio de simulación, o ‘Dry Lab’, que permitirá dar a conocer las diferentes plataformas quirúrgicas y diagnósticas y que los alumnos adquieran competencias básicas y específicas. También habrá un espacio ‘Wet Lab’, de cirugía experimental (“con ojos de cerdo”, dijo Adán), para proporcionar formación sobre cirugía de catarata, retina, córnea, glaucoma y cirugía oculoplástica.

La nueva área quirúrgica del Institut Clínic de Oftalmología (ICOF), que se inaugurará la próxima primavera, ocupará una superficie de 1.000 metros cuadrados y tiene, en total, un presupuesto de cuatro millones de euros. Permitirá implantar las técnicas más innovadoras en cirugía oftalmológica como la intervención de catarata con láser de femtosegundo e implantes intraoculares con nuevos materiales; ópticas y diseños; cirugía microincisional de vitrectomía; trasplantes de córnea con técnicas selectivas, cirugía de glaucoma con microimplantes o cirugía 3D.

Una de las cosas que más entusiasman a Campistol, Adán, Sánchez Dalmau y todo su equipo es que, al estar juntos el área de formación y el boque quirúrgico, permitirá a los alumnos ver en directo las 40 intervenciones quirúrgicas diarias que se realizan en el centro. “Es la mezcla ideal, perfecta, de enseñar practicando, curar mientras formas, conectando lo real con lo virtual”, sentencia Adán, que repite que necesitan medio millón de euros ("luego, seguiremos precisando de ayudas") para completar los cuatro largos que cuesta el sueño de sembrar, salpicar e implantar en el mundo más necesitado a especialistas que hagan posible esa estadística que debería mover nuestro pequeño mecenazgo “el que sea, por pequeño que sea”, para empezar a curar, “solo con unas gafas o, mejor aún, fotografiando el ojo dañado con un móvil”, a buena parte de esos 37 millones de ciegos que hay en todo el planeta.