La vuelta al cole no es igual para todos

Niños en una escuela.

Niños en una escuela. / periodico

MIREIA RECASENS. SAVE THE CHILDREN

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Entre nervios, chillidos y mochilas, en unos días los niños y niñas volverán a las aulas. La vuelta al cole es siempre un gran día para los más pequeños: reencuentros con los amigos, nuevos compañeros y ganas de aprender. Empieza un nuevo curso escolar para profesores y alumnos, pero no todos los niños y niñas lo hacen en las mismas condiciones. Algunos han tenido un verano intelectualmente enriquecedor con visitas a museos, viajes familiares, práctica de actividades deportivas, etc.; mientras que otros se han pasado los días solos en casa sin hacer actividades estimulantes. Esto significa que el verano condiciona la vuelta al cole mucho más de lo que nos imaginamos.  

La desigualdad socioeconómica se nota en las aulas y determina cada vez más las oportunidades educativas y el éxito escolar de los niños. La reducción de la inversión pública en educación conlleva un aumento del gasto de las familias, y esto se traduce en que la calidad de la educación de los niños y niñas pasa a depender muchísimo más de la renta familiar. En este sentido, las familias con rentas más altas pueden dedicar más recursos en la educación de sus hijos e hijas, mientras que los niños de los hogares más pobres están más expuestos al abandono escolar. Un 32,5% de los niños que viven en familias en situación de pobreza en Catalunya abandona prematuramente los estudios, según datos de Save the Children.

Actualmente el riesgo de pobreza y exclusión afecta a un 28,6% de los niños, niñas y adolescentes catalanes, es decir, a 404.000. En un año, la pobreza infantil ha aumentado un 10%, tratándose ya de la tasa más elevada por grupos de edad.

Son niños y niñas que viven en familias que no pueden darles todo lo que necesitan para que puedan desarrollar todo su potencial. Según cálculos de Save the Children, los padres y las madres tienen que destinar entre 1.500 y 2.000 euros de gasto educativo a lo largo del curso escolar –con diferencias en relación al coste de vida del lugar donde resida–. Esto se suma a los muchos otros gastos que los hogares con hijos e hijas a cargo tienen que afrontar.

El gasto más alto para la franja de edad de los 0 a los 3 años es el de conciliación. Este incluye el coste de la guardería o actividades extraescolares y representa entre un 30% y casi un 40% dependiendo de la comunidad autónoma donde se reside. Para las franjas de 4 a 6 años y de 7 a 12 años, las partidas más elevadas son las de educación, alimentación y conciliación. Los gastos de alimentación, educación y gastos extraordinarios aumentan a partir de los 13 años.

Según el estudio sobre percepción de la pobreza infantil de Save the Children, para un 36,2% de los hogares comprar material escolar les supone una dificultad financiera aunque la mayoría puedan asumirlo. Pero donde realmente se ven los impedimentos económicos de las familias es en las actividades extraescolares. La encuesta refleja que un 31,3% tiene problemas para permitírselas y un 24,8% afirma que no ha podido pagarlas por falta de dinero. Asimismo, un 17,3% asegura que se ha quedado sin excursiones o campamentos a lo largo del curso escolar, y un 32%, a pesar de que ha podido hacerlo, le ha supuesto dificultades.

En este sentido, es esencial que se continúen impulsando actividades como los campamentos de verano que llevan a cabo cada año organizaciones como Save the Children para los niños y las niñas más vulnerables para que puedan vivir las mismas experiencias que sus compañeros y empezar el nuevo curso en el mismo escalón. También es importante que se mejoren los trámites para solicitar becas ya que, uno de cada cuatro estudiantes del 20% de la población más pobre no recibe ninguna a pesar de cumplir los requisitos económicos. Eso pasa generalmente por la falta de información, la complejidad de solicitud o los requisitos académicos.

La educación es la herramienta más poderosa para luchar contra la pobreza, pero para que así sea tiene que dar a todos los niños y niñas las mismas oportunidades. Y para que todos empiecen el curso de la mejor manera posible, hace falta que la educación esté en el centro de las políticas sociales.