fenómeno complejo

Sitges ultima un plan con vigilantes privados contra el 'top manta'

La alcaldesa Carbonell cree que la ley de extranjería enquista el problema de la venta ambulante ilegal

Manteros en Sitges

Manteros en Sitges / periodico

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El Ayuntamiento de Sitges ultima un plan para contener la venta ambulante ilegal con vigilantes de seguridad privada. Después de dos pruebas piloto que se han llevado a cabo durante los últimos periodos vacacionales de la Semana Santa y Navidad, la alcaldesa Aurora Carbonell ha explicado que el proyecto constará de ocho agentes privados y cuatro de la policía local, 12 en total.

Se trata de un nuevo intento destinado a evitar que los manteros –durante el verano Sitges lidia con una población estable de entre 70 y 80 vendedores ambulantes ilegales– ocupen zonas de las que actualmente se han adueñado por falta de recursos policiales municipales para remediarlo. La intención es que el refuerzo de policías y vigilantes permita cubrir mejor el paseo marítimo, desde la punta de Anquines hasta la playa de San Sebastià. Aunque, aclara Carbonell, el del 'top manta' es un problema que no se puede solucionar únicamente con agentes seguridad, subraya en la misma línea que sus homólogos de poblaciones turísticas similares como Roses o Cambrils.

Estudio sobre los vendedores

Entre los meses de mayo y junio del 2018, el consistorio llevó a cabo un estudio de la población mantera que acoge y entrevistó a 31 vendedores. La mayoría de estos son varones que residen fuera del municipio (sobre todo en Vilanova i la Geltrú), que tienen entre 18 y 28 años, llevan en España entre 1 y 5 años y conocen oficios. "El problema es que con la ley de extranjería no podemos darles un contrato, y podrían trabajar legalmente para el municipio porque faena hay", razona la alcaldesa. "El problema se ha agravado en los últimos años. Al principio venían a Catalunya a buscarse la vida y muchos acababan en el ‘top manta’ pero ahora muchos vienen directamente para incorporarse directamente a esta actividad", resume.

"Lo que no tiene ningún sentido es que cada ayuntamiento haga la guerra por su cuenta y nos vayamos pasando el problema de un municipio a otro", reflexiona ante el dispositivo activado en el paseo de Joan de Borbó de Barcelona y que podría acabar provocando un aumento de la población de manteros en Sitges, una población de 28.000 habitantes que recibe cada año tres millones de turistas y se encuentra a media hora en tren de la capital catalana. Un trasvase que, por el momento, no consta al consistorio de Carbonell.