protección del medio ambiente

Alemania debate la creación de un impuesto al carbono

El gobierno de Merkel se debate para adoptar una medida que rebaje los niveles de CO2 y permita a Alemania cumplir los objetivos climáticos de 2030 tras años de fracasos

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Carles Planas Bou

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Alemania parece acercarse a la creación de un impuesto al carbono. En los últimos meses, el gobierno federal de la canciller Angela Merkel debate la introducción de un gravamen medioambiental que lleve a una drástica reducción de combustibles fósiles altamente contaminantes como son el carbón, el petróleo y el gas.

A pesar de que la falta de medidas ambiciosas para paliar el cambio climático genera una situación de emergencia en el país, el ejecutivo sigue dividido sobre esta cuestión. Durante meses la ministra de medio ambiente, la socialdemócrata Svenja Schulze, ha presionado para que se aplique este tributo al dióxido de carbono (CO2), algo a lo que se oponen sus socios conservadores, que optan por reformar el sistema europeo de intercambio de emisiones, y que desde el ministerio de Economía ven con escepticismo.

Sin embargo, la medida parece contar con el visto bueno de Merkel. Para reducir la contaminación “la forma más efectiva es fijar un impuesto al CO2”, señaló la canciller en su última rueda de prensa antes de ir de vacaciones. Ante la lentitud de la Unión Europea, Berlín optará por la acción a nivel nacional. Determinar el precio de ese impuesto, aseguran, será una pregunta “más difícil” de responder.

Por otro lado, la cancillería también plantea encarecer los certificados para poder emitir gases contaminantes y ampliarlos al sector energético, del transporte y de la construcción para que esa reducción tenga un mayor impacto. La ministra quiere que ese impuesto al carbono repercuta en el precio de los vuelos.

El 2007 el primer gobierno de Merkel se propuso unos objetivos muy ambiciosos para recortar las emisiones contaminantes de la locomotora económica de Europa y potenciar las energías sostenibles. Más de una década después, Alemania ve como su falta de acción le imposibilita cumplir con los objetivos climáticos de 2020. La reducción de CO2 tenía que ser del 40% y actualmente es del 32%.

Para tratar de revertir esa situación, Berlín intenta ganar tiempo con otro paquete de medidas que presentará en septiembre y que fija nuevos objetivos para el 2030. La ley de protección del clima que pretenden aprobar antes de que termine el año incluirá una potenciación de las energías limpias, reducir su dependencia del carbón -es el principal consumidor de lignito del mundo- y quizás un impuesto climático. Todo ello con la intención de rebajar un 55% las emisiones en relación a 1990.

Fiscalidad climática

La fiscalidad ambiental es una herramienta ya utilizada en otros países como Canadá, que en octubre del año pasado estableció un impuesto sobre el carbono para encarecer y penalizar el uso de combustibles fósiles. La medida aprobada por Ottawa se añade al coste del combustible, repercutiendo al consumidor, aunque después el gobierno garantiza una devolución a las familias como “incentivo de acción climática”.

España tiene la presión fiscal más baja de Europa en este tipo de impuestos, que se sitúa en un 1,6%, mientras que en Dinamarca es del 3,9% del total. En la vecina Francia el gravamen al carbono hizo explotar el movimiento de protesta de los ‘chalecos amarillos’. En Alemania parece que se empieza a construir un consenso para ponerlo en marcha.