colectivo vulnerable

Decenas de menas siguen quedándose sin hogar al cumplir los 18 años

Miembros de la asociación 'Exmenas'

Miembros de la asociación 'Exmenas' / periodico

Elisenda Colell

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Los centros que acogen menores migrantes solos, sin referentes familiares en Catalunya, siguen echándolos a la calle al cumplir la mayoría de edad. Lo confirman fuentes de varios centros de emergencia, abiertos desde otoño, y las entidades sociales y sanitarias que les atienden una vez son sin hogar. No hay datos oficiales que digan cuantos jóvenes están en esta situación. Quien los podría tener, el Govern, lo niega. Solo admite unos 260 jóvenes que cumplieron la mayoría de edad el año pasado pero dicen que “decidieron cerrar expediente por decisión propia y voluntaria”.

Motivo de la baja: mayoría de edad. Es lo que consta en el expediente de uno de los jóvenes magrebís que, según ha podido comprobar este diario, fue expulsado de un centro de emergencia de la ciudad de Barcelona. Se estuvo allí seis meses, aunque debería estar solo uno hasta ser derivado a un recurso más estable. No es el único. En Vilanova del Vallès fuentes de los servicios sociales explican el caso de dos jóvenes expulsados en las últimas semanas. “Se han quedado en la calle y no sabemos qué ofrecerles, eran unos de los más colaboradores del centro, no entendemos esta decisión”, explican estas mismas fuentes. En el Maresme trasciende un tercero. Y la larga retahíla podría ir siguiendo hasta constatar que, aunque menos de los que podrían serlo, la Generalitat no puede cumplir su promesa de no dejar a ningún joven sin ayudas.

Es cierto que el Govern está dando prórrogas para que muchos jóvenes que cumplen la mayoría de edad se puedan quedar en los centros algunos meses para tramitar el permiso de residencia. Según explicó a este diario la Directora General d’Atenció a la Infància, Ester Cabanes, a mediados de mayo eran unos 600. El problema, es que hay 1.035 jóvenes que van a cumplir la mayoría de edad este curso, y solo 170 plazas para ellos en pisos de inserción, según publicó el mismo Govern en abril.

"Es su voluntad", dice el 'Govern

Consultada por este diario, la conselleria d’Afers Socials quiere dejar claro que los jóvenes que hacen la mayoría de edad no pueden estar bajo su tutela, al ser ya adultos capacitados. Facilitan datos del año pasado, cuando 803 menores migrantes cumplieron la mayoría de edad. De estos, dicen, la mitad, el 54% siguen atendidos con ayudas económicas, pisos asistenciales, o formación. Un 13% ya es autónomo económicamente o ha ido a casas de familiares más lejanos y solo contemplan un 33%, 268 chicos, con los que no tienen relación. “Tienen el expediente cerrado por decisión propia y voluntaria”, aseguran. 

Fundaciones constatan 'mena' en la calle

“Nosotros atendemos 75 jóvenes que están en la calle tras cumplir los 18 años y piden ayudas”, explica Daniel Ibarz director de la fundación Bayt al-Thaqafa. La entidad confirma que como, como una gota malaya, hay adolescentes expulsados del sistema de protección y, a veces, sin documentación regularizada. Algunos centros, lejanos de la capital, les traen los menores a hacer formación de castellano para el día que cumplan 18 tengan alguna red, ya de modo preventiva. “Constantemente nos llaman los centros de la DGAIA pidiéndonos si podemos alojar a los jóvenes”, explica. Y a todo ello se le suman jóvenes atendidos en otras comunidades, como Ceuta o Melilla, que a los 18 vienen a probar suerte en Barcelona. 

La respuesta es que no dan abasto. "Muchos jóvenes acaban en pisos okupados, otros en la calle, y algunos les intentan colocar en pisos de la entidad si encuentran plazas". A todos les facilitan el local de la fundación para que, al menos, tengan un sitio donde relajarse, hacer formaciones y ser escuchados. Y a la falta de recursos, se le tiene que sumar el racismo. “Hay centros formativos que, directamente, nos dicen que no quieren acoger a estos jóvenes”, asegura.

La realidad, se impone. “A medida que pasan más tiempo en la calle van a peor, los indicadores son malos, pero creemos que como mínimo tienen alguien que les escucha”, lamenta. Indicadores de delincuencia- algunos empiezan a flirtear con el hurto para tener algo donde agarrarse- pero sobretodo indicadores de salud mental, a veces, de la mano del consumo de drogas. “Los casos más graves los derivamos a los centros especializados en salud mental transcultural, pero estos chicos está claro que sin un hogar ni formación van a ir a peor”, subraya.

Problemas de salud mental

Hay tres unidades especializadas en atender psicológicamente a estos jóvenes. El Servei d'Atenció Psicopatològica i Psicosocial a Immigrants i Refugiats (SAPPIR) gestionado por la fundación Sant Pere Claver, el Programa Atenció a la Salut Mental de les persones Immigrades (SATMI) del Hospital Sant Joan de Déu, y la Unidad de Psiquiatría Transcultural del Hospital Vall d’Hebrón. Esta última la comanda el psiquiatra Francisco Collazos, que pide una intervención especial para estos chicos. “Si la adolescencia ya es un factor estresante para muchos jóvenes, imagínese todo lo sufrido durante el tránsito y súmele el hecho de quedarse en la calle”, asegura el doctor.

Muchos jóvenes acaban desarrollando “problemas de conducta”, que no es un trastorno mental en sí, sino una forma de actuar en contra de todo el rechazo vivido. Por ejemplo, que le puede llevar a ser muy impulsiva incluso agresivos. “Hay chicos que acaban sumidos en las drogas y algunos sí que desarrollan algún trastorno psicótico”. Drogas, como por ejemplo el haixix, la cola, el abuso de Rivotril o otros tranquilizantes, que precisamente les calman el estrés y la angustia con la que viven de forma constante.

Collazos pide, en primer lugar recursos psicosociales para estos jóvenes. Es decir, que aparte de darles un alojamiento les faciliten herramientas educativas y sociales. “Si están en la calle es muy difícil”, explica. La realidad, es que en el Vall d’Hebron no pueden atender todas las demandas que les llegan. “Estamos intentando formar a los educadores para que puedan hacer un primer cribaje en los centros de menores”, explica.

De momento, los jóvenes más vulnerables, que tienen estos problemas más conductuales y con relaciones a los tóxicos, son los que antes acaban en la calle. Y es que los centros de protección no pueden alargar o mantener prórrogas con aquellos chicos que presentan consumo de tóxicos o que protagonizan algún incidente.

Los extutelados, ayudando como pueden

Quien también está desbordado es la Unió de Joves Extutelats de Catalunya. Su portavoz, Giyaur Rahman, explica que “constantemente hay jóvenes migrantes que acaban en la calle” y prevé que “cada vez serán más”. La asociación recibe llamadas de centros de Tarragona, Olot o Girona para que acompañen a jóvenes que van a ser expulsados. 

De momento, están ayudando a cuatro chicos que llevan dos meses en la calle de Barcelona. “Lo hacemos desde el voluntariado, hay que poner recursos para ellos”, señala. Y es que, este joven constata que muchos de estos chicos abandonan los centros como inmigrantes en situación irregular. “No tienen ni permiso de residencia, no entendemos por qué la Generalitat les deja en la calle así, se quedan fuera de cualquier ayuda social y menos formativa”, aclara.

Demoras con la documentación

Un problema que ocurre por dos motivos. Si bien es la Generalitat quien tramita los permisos de residencia de los niños tutelados, hacen falta al menos dos documentos: sus pasaportes y el documento que acredita que están siendo tutelados. “El consulado de Marruecos ha paralizado los envíos de muchísimos pasaportes y esto lo hace todo imposible”, explica Rahman. De hecho hay familias marroquís que optan por enviar la documentación a través de los autobuses.

El otro, según fuentes del sistema de protección, es que hay menores que formalmente “no están tutelados”. “Tenemos más de treinta expedientes en espera que nos lo firme la Generalitat des de hace varios meses”, apunta una trabajadora social de un centro de acogida que, por miedo a perder su empleo, prefiere no revelar su nombre. El problema es que no son el único, al menos es lo que reconocen oralmente los responsables de los Equipos Funcionales de Infancia (EFI) en reuniones a los trabajadores.

“Si en verano llegan más chicos, tendremos que echar a muchos que ya son adultos y no tienen documentación alguna”, se temen varios educadores y trabajadores sociales del sistema de protección. Que puede pasar a largo plazo? Como van a acabar estos jóvenes sintecho con el paso del tiempo? El doctor Collazos lo explica con una frase del doctor y experto en pedagogía de la salud, Stéphane Franck Tessier. “Abandonar niños en la calle es como colocar bombas de efecto retardado en el corazón de las ciudades”.