MÁS ALLÁ DE ABUELOS Y CAMPAMENTOS

Vacaciones de verano: así intentan conciliar las familias

Renunciar al salario durante semanas, contratar una 'au pair' y teletrabajar desde una casa de campo son algunas de las ideas que padres y madres se sacan de la chistera

Un abuelo cuida de su nieta en la piscina de la urbanización en la que vive, a las afueras de Madrid.

Un abuelo cuida de su nieta en la piscina de la urbanización en la que vive, a las afueras de Madrid. / periodico

Olga Pereda

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Mañana es 21 de junio y los colegios cierran sus puertas. Llegan las vacaciones escolares de verano y también uno de los momentos más estresantes del año para padres y madres que trabajan fuera de casa: ¿qué hacemos con nuestros hijos e hijas? La primera opción y la más barata es la de los abuelos y abuelas, siempre y cuando estén bien de salud. La segunda son los campamentos urbanos, algo que no todas las familias se pueden permitir económicamente. “Contratar colonias durante tres semanas en julio y la primera de septiembre para dos niños implica gastarnos 1.500 euros”, explica Laura, periodista de profesión que ha pedido estos meses jornada intensiva para salir a las 15.00 horas y poder estar con los críos por las tardes. “Ya tengo hecho el puzzle estival, pero es tan complicado que no me aclaro ni yo”, se desespera.

Más allá de abuelos y campamentos, las familias se sacan de la chistera mil ideas para combinar su vida laboral con las largas vacaciones de sus hijos. Solicitar permisos sin empleo y sueldo durante unas semanas, alquilar una casa en un pueblo donde los casals son más baratos, contratar una 'au pair' extranjera o un monitor de tiempo libre son algunas opciones. También hay padres y madres que solicitan sus vacaciones laborales en meses diferentes para cubrir el máximo número de semanas. En todos los casos hay un denominador común: en caso de tenerla, la paga extra de verano y la devolución de la Renta van íntegras para poder conciliar.

Hablamos con madres trabajadoras madres trabajadoras(son ellas las que, generalmente, suelen elaborar el tetris veraniego) para que nos cuenten cómo sobreviven al cierre de los colegios, que volverán a abrir sus puertas a principios de septiembre. Si usted no tiene hijos y los quiere tener algún día mejor no siga leyendo el artículo. Conciliar (y más en verano) es muy complicado. Y tremendamente caro.

Renunciar al sueldo

Adela es licenciada en Empresariales, trabaja en Madrid como funcionaria del Estado (auxiliar) y recibe un sueldo de 1.400 euros. La nómina de su marido, en el sector privado, es bastante más elevada. El matrimonio tiene una hija de ocho años y un hijo de cinco. La jornada laboral de Adela comienza a las 9.00 horas y concluye a las 14.30. No se le está permitido trabajar desde casa, pero su convenio le brinda la posibilidad de acogerse al ‘horario Concilia’, que implica franjas flexibles de entrada y salida siempre que cumpla todas las horas. Cada año, Adela pide plaza en los campamentos municipales para sus hijos, una opción bastante más asumible económicamente que las colonias privadas. “Abren a las 7.45 horas, cierran a las 15.45 y dan de comer a los críos. Dejar a los míos durante una quincena nos sale por 95 euros, nada que ver con los 250 que nos cobran por uno privado”. Las plazas son por sorteo. El año pasado no les tocó, así que optó por una solución algo radical: solicitar una semana de licencia sin sueldo (renunciar a trabajar y a cobrar). “Pierdo nómina, sí. Pero casi me sale mejor que dejarme un dineral en los campamentos. Mis hijos son pequeños. Necesitan estar fuera de Madrid y disfrutar de sus vacaciones. Por eso, nos fuimos a una casa familiar que tenemos en Burgos y disfruté con ellos de una semana fantástica”. Este año Adela ha tenido suerte y ha conseguido plaza en un campamento público. “Si el año que viene no nos toca lo tengo claro: pediré otra licencia sin sueldo”, concluye.

No coincidir con la pareja

María es abogada. Antes de convertirse en madre, trabajaba “todas las horas del mundo” en un prestigioso bufete. Cuando nacieron sus dos hijos (que ahora tienen cinco y dos años) hizo un parón laboral y se dedicó a la crianza. Ahora ha retomado su profesión y trabaja como autónoma en una fundación. Al igual que Adela, ha solicitado varias semanas de permiso sin sueldo para encajar el “tetris familiar veraniego”. Aun así, se lleva el ordenador para atender las emergencias laborales que puedan surgir. Encajar todo el puzzle implica organizarse con su marido, que también es autónomo, para tener vacaciones en diferentes semanas, algo que se impone en muchas parejas. “Los cuatro solo vamos a estar juntos diez días. Es una pena porque el verano está para disfrutarlo en familia”, se lamenta María, que ha contratado una semana de campamento en el colegio al que van sus hijos (unos 120 euros por cabeza). La otra semana en la que ella y su pareja trabajan, llevarán a los peques con una sobrina mayor a la que pagarán “generosamente” y que también cuidará de dos sobrinos de la pareja.

Alquilar una casa y teletrabajar

Núria y Marc tienen dos hijos. Son publicistas y trabajan en Barcelona. En sus empresas les permiten teletrabajar, así que han alquilado una casa en un pueblo de Girona durante julio y agosto. “En las zonas rurales los casals son considerablemente más baratos, unos 69 euros a la semana. Los peques estarán allí por las mañanas y nosotros, trabajando en la casa. Si tenemos alguna reunión vamos a Barcelona en el día. Nos parece un plan muy bueno porque salimos de la rutina”, explica Núria.

Contratar una 'au pair'

Para muchas familias los campamentos dan poco margen de maniobra. Algunos cierran sus puertas a las 13.00 horas (sin dar de comer a los críos) y la mayoría, a las 15.30. Si uno sale de trabajar a las cinco o las seis de la tarde ¿qué hace? Una alternativa que se empieza a imponer es la de contratar una 'au pair' extranjera, opción que sale más barata que los campamentos para las familias con dos o más hijos. Carolina, mamá de una niña de siete años y un niño de tres, está “entusiasmada” con la inminente llegada de una joven americana de 20 años a la que acogerán en casa como una más de la familia durante el mes de julio y a la que pagarán 80 euros a la semana. “Otros años hemos cogido campamentos, pero a mis hijos no les han gustado especialmente. Se tienen que levantar a la misma hora y hacen prácticamente lo mismo que en el colegio. Este año nos hemos decidido por una au pair. He metido a los dos niños en una habitación y le dejamos una libre a ella. Cuidará de los críos, los bajará a la piscina, los llevará a ver a los abuelos… Más que por ahorrarnos dinero lo hemos hecho porque queríamos tener una experiencia familiar. Los niños mejorarán su nivel de inglés y convivirán con una persona de otra cultura”, explica.

Un monitor de tiempo libre

Mónica, que tiene una casa con jardín y piscina en Aranjuez, tampoco ha querido contratar campamento de verano para sus dos hijos. Ella ha optado por pedir una mano a su madre, de 80 años, y que organice los desayunos y la comida con los niños. Para no cansarla demasiado ha contratado un monitor de tiempo libre, que estará con los críos realizando actividades al aire libre hasta que ella termine su jornada laboral.

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