MECENAZGO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR

La universidad catalana inicia la senda del 'fundraising'

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Carlos Márquez Daniel

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Dicen los expertos que estamos entrando "en la era de oro de la filantropía". Eso aplica, afecta y beneficia a muchos sectores de la vida, como la universidad, donde en según qué países abunda la figura del mecenas, del hombre o la mujer que, con mayor o menor notoriedad, destina parte de su fortuna a financiar los estudios superiores. En Catalunya, el denominado fundraising no alcanza el 2% del presupuesto de las universidades públicas. Este jueves se ha discutido la cuestión en el aula magna de la Universitat de Barcelona (UB). Todos de acuerdo: para una buena educación hace falta dinero. A partir de ahí, las dudas jurídicas y fiscales. Pero también éticas y morales. ¿Debe permitirse que el sector privado entre en las aulas públicas?

Estos días se ha producido un debate muy intenso sobre los millones que el propietario de Zara, Amancio Ortega, destina a la sanidad pública. Aplauso desde la derecha y rechazo desde parte de la izquierda. Desde Podemos, Pablo Iglesias habló de rechazar "limosnas" y de destinar todos los esfuerzos en conseguir que las grandes empresas paguen todos los impuestos. La sangre no ha llegado al río cuando se habla de que personas físicas o jurídicas ayuden a financiar las universidades porque todavía es un fenómeno anecdótico. Pero todo se andará. En cualquier caso, el gerente de la UB, Oriol Escardíbul, ha señalado durante el seminario que lo mejor sería contar con pequeñas donaciones de muchas personas. Quizás porque depender de unos pocos patrocinadores tiene el riesgo de que si te fallan, el sistema se tambalea. 

Pedir está feo

Lo fácil es fijarse en el sistema americano, donde algunas universidades viven básicamente del fundraisingTheo Schuyt, de la Universidad de Amsterdam y uno de los mayores estudiosos de la materia en Europa, ha animado a los centros catalanes a crear equipos destinados a la capitación de fondos. Y una vez configurado el departamento, hay que seguir una sola norma: "No hay que pedir dinero, hay que conseguir que sean amigos tuyos". Difícil empresa, básicamente porque la gente no es tonta. Sucede lo mismo cuando te para por la calle un voluntarioso joven con el peto de ACNUR. Te trata como a un hermano, pero está muy claro que es lo que legítimamente persigue. En resumen: enjabonar, ganarse la confianza y empatizar; pero sin agobios. La UB ha tomado buena nota de las palabras de Schuyt de cara al departamento de fundraising que tiene previsto impulsar en un futuro próximo. Escardíbul no ha querido avanzar detalles, pero sí ha quedado clara la idea de buscar nombres y apellidos y no grandes corporaciones. 

Carmen Pérez-Esparrells, de la Universidad Autónoma de Madrid, ha versado sobre el modelo americano de mecenazgo. Ha aportado cifras inquietantes: El porcentaje de financiación privada en los centros privados supera el 55%, el 50% de las aportaciones en Estados Unidos provienen de particulares (el 35% son exalumnos) y de las 20 universidades con más fundraising, 10 son de titularidad pública. En lo más alto, las privadas Harvard, Stanford, Columbia, Yale y el MIT.

La doctora en Derecho Público de la UB Montserrat Casanellas ha aportado la visión legal del asunto. La conclusión es que España y Catalunya tienen las bases sentadas para facilitar el mecenazgo universitario, pero hay terreno por recorrer, porque se incentiva fiscalmente la donación de dinero, bienes o derechos pero no el voluntariado, la prestación gratuita de servicios, la cesión de créditos o la condonación de deudas. Sea como sea, tal y como ha concluido el experto holandés, lo que debe quedar claro es que "la universidad no está en venta".