La lingüista Estrella Montolío desmonta manipulaciones en 'Tomar la palabra'

La lingüista Estrella Montolío, con su libro 'Tomar la palabra, ayer en Barcelona

La lingüista Estrella Montolío, con su libro 'Tomar la palabra, ayer en Barcelona / periodico

Patricia Martín

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"La divulgación del saber constituye un revulsivo contra la idiotez deliberadamente expandida, es un gesto rebelde contra la idea de que la gente somos plebe manipulable, una palanca para contar con ciudadanos formados, un instrumento cívico contra las 'fake news' y una herramienta de democratización del conocimiento". Con esta premisa, Estrella Montolío, lingüista de la Universitat de BarcelonA (UB), ha recogido en 'Tomar la palabra' una treintena de sus mejores artículos periodísticos, muchos de los cuales han sido publicados en EL PERIÓDICO. El ensayo se presentará este miércoles en Barcelona, en el Col·legi de Periodistes de Catalunya (19.00 horas).

El recién editado volumen supone un recorrido por el mundo de la comunicación interpersonal, social, política y profesional, desde el punto de vista del lenguaje, con atención especial al género, donde aún está muy arraigada la discriminación que sufren las mujeres. Montolío ha dado el salto de la universidad a los medios de comunicación, donde también dirige la sección 'Todo es lenguaje' en el programa 'Gente despierta', de RNE, entre otros motivos para ayudar a los ciudadanos a desmontar manipulaciones lingüísticas, en aras de una sociedad comunicativamente más formada. Y ha recabado sus artículos en un libro tras descubrir que la comunicación relacionada con el uso del lenguaje y la divulgación sobre humanidades y ciencias sociales interesa más de lo que a priori parece, según explica.

De las interrupciones a las metáforas

Desde el punto de vista del género, el ensayo demuestra que "la palabra femenina todavía hoy tiene menos poder, autoridad y legitimidad que la de los hombres", con varios ejemplos. Como el de Sheryl Sandberg, número dos de Facebook, quien además de denunciar públicamente que en su dilatada carrera como alta directiva sufre frecuentemente interrupciones, ha emprendido una "inteligente campaña" dirigida a empoderar a las mujeres con un simple gesto: levantar la mano. Pretende así romper con el mito de que las personas de sexo femenino son más populares si renuncian a erigirse en el centro del grupo. Esa tendencia "casi ritual" de las féminas a difuminar sus propios logros.

Asimismo, Montolío censura que la palabra 'hombre' se utilice para designar los avances de la humanidad, como la evolución en la prehistoria y la llegada a la Luna, porque supone un sesgo científico, económico y cultural que esconde las conquistas de las mujeres. Por no hablar de la metáfora sexista y arraigada en nuestro conocimiento de que son los espermatozoides los agentes activos que penetran el óvulo 'pasivo'. “Es la versión científica del cuento de 'La Bella Durmiente'", critica, cuando los hallazgos recientes demuestran que la activa capacidad de adherencia del óvulo es la que facilita la llegada del esperma.

“La sociedad sufre una sordera selectiva que ha acabado siendo un sesgo cognitivo discriminatorio de género”, concluye. Esta situación no es ajena a la política, en la que Vox ha creado una estrategia retórica para denigrar al feminismo con expresiones "altamente contaminadas en sentido negativo" como 'hembrismo' y 'yihadismo de género', tal como evidenció la lingüista en un reciente artículo de EL PERIÓDICO.

La manipulación política y las redes sociales

Y en 'Toma la palabra' refleja puñados de ejemplos de cómo el poder trata de manipular a los ciudadanos a través del lenguaje, incluido aquellos que basan su estrategia en distanciarse de los políticos, como Donald Trump, quien según la autora "explota para sus intereses comunicativos ciertas características del funcionamiento inconsciente del cerebro humano".

Asimismo, Montolío detiene su mirada en las redes sociales, recomienda a los políticos que sigan los consejos del 'Manifiesto para una comunicación no hostil en internet' y aboga por recuperar la conversación cara a cara tanto en las relaciones personales como en la empresa, "por sus beneficios cognitivos, psicológicos y de empatía".