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La Eurocámara respalda la abolición del cambio de hora en el 2021

Cambio hora

Cambio hora / periodico

Silvia Martinez

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¿Horario de invierno o de verano? La pregunta, lanzada en septiembre pasado por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en el marco de una propuesta que abogaba por terminar con el cambio de hora bianual, lleva meses suscitando controversia en la Unión Europea. Pese al ímpetu arrollador con el que se lanzó la idea –pretendía ponerla en práctica ya durante este 2019-, son muchos los gobiernos e instituciones que no lo tienen claro. Entre ellos el Parlamento Europeo, que este martes se ha posicionado a favor de la abolición -por 410 votos a favor, 192 en contra y 51 abstenciones-, aunque a partir del año 2021. Falta ahora la decisión final del Consejo de ministros de la UE.

Al igual que el grueso de los estados miembros, también la Eurocámara es partidaria de terminar con el gesto de adelantar o retrasar los relojes el último domingo de marzo y el último de octubre. Para empezar, porque el motivo por el que fue instaurado en los años 70, a raíz de la crisis del petróleo -aumentar el ahorro de energía- es insignificante e irrelevante. Según Bruselas, los ahorros energéticos son mínimos hoy en día, de entre el 0,1 y 0,2% del consumo eléctrico anual y este ha dejado de ser un argumento válido. "Ahora ya no se ahorra energía porque con las nuevas tecnologías y la nueva forma de vida los cambios no permiten ahorrar", insiste la ponente del informe de la Eurocámara, Marita Ulvskog.

Más accidentes de tráfico

Por el contrario, justifican muchos eurodiputados, tras el cambio de hora se producen más accidentes de tráfico, también de trabajo y se ve afectada la salud. Y, sobre todo, hay una demanda social que "va siendo hora de que de sea escuchada", sostiene Ulvskog, quien asegura que estees uno de los asuntos por el que más cartas ha recibido. "Este tema se ha convertido en una de las grandes cuestiones de la UE y lo entiendo bien, porque es algo simple que afecta a todos. Es importante tomárnoslo en serio. No habrá decisión este año, ni el año que viene, pero el hecho de que tengamos una fecha tope ayuda", opina la eurodiputada y exministra de transportes finlandensa Merja Kyllönen.

Evitar la fragmentación

Esa fecha tope será el 2021, la misma sugerida por el Gobierno austriaco en octubre del año pasado cuando los gobiernos calificaron de no realistas los plazos propuestos por Bruselas de actuar de inmediato. Los eurodiputados son partidarios de que el último cambio de hora para aquellos países que opten por quedarse de forma permanente con el horario de verano tenga lugar en marzo de 2021. Mientras, los países que prefieran mantener el horario de invierno podrán cambiar los relojes por última vez en octubre de 2021.

En su posicionamiento, la Eurocámara hace también un llamamiento a los gobiernos europeos para que coordinen los cambios de forma que eviten la fragmentación de horarios. El plan incluye un mandato a la Comisión Europea para que evalúe las decisiones de los Estados miembros y evitar que haya disrupciones en el funcionamiento del mercado interno. En este sentido, si el Ejecutivo comunitario determina que la elección de un horario por parte de un país podría minar el funcionamiento del mercado único podría proponer retrasar la aplicación de la nueva directiva un máximo de 12 meses y presentar una nueva propuesta legislativa.

Los gobiernos, sin posición común

"La elección de establecer un horario estándar es prerrogativa de los Estados miembros. Estoy convencida de que decidirán de forma coordinada porque nadie quiere que haya una fragmentación", advertía este lunes durante el debate previo celebrado por el pleno la comisaria de Transportes, Violeta Bulc, sobre el elemento que más preocupa entre los políticos europeos. "Hoy en día ya tenemos tres husos horarios en la UE y eso no provoca perturbaciones en el mercado interno", añadió.

Con la posición política clara, la Eurocámara ya está en disposición de empezar las negociaciones con el Consejo, aunque todavía tendrán que esperar algunos meses. Los gobiernos de la UE no han llegado todavía a una posición común. La última vez que los 28 celebraron un debate fue en diciembre pasado, bajo presidencia austríaca de la UE, y la gran mayoría constataron la necesidad de disponer de "más tiempo" para realizar consultas internas. España, por ejemplo, es uno de los países que todavía no tienen posición y cuyos expertos no se ponen de acuerdo.

De momento, el asunto regresará a la mesa de los Estados miembros el próximo 4 de abril en un grupo de trabajo técnico del Consejo sobre transporte terrestre. La intención de la presidencia rumana de la UE, que dirige este semestre la unión, es hacer balance de la situación y determinar si los Estados miembros tienen ya una posición que permitiría relanzar las discusiones entre los ministros e incluir un posible debate en la agenda del consejo de ministros de transportes de la UE del mes de junio.