Las dificultades de la emigración

Houda Oua-Adoud: "Se piensan que por ser marroquí no pagaré el alquiler"

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zentauroepp47431972 sos racisme canovelles190321113918 / Anna Mas

Alba Jaumandreu

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Ser inmigrante y que se note, no es fácil. Llevar el velo, tener la piel oscura, o los ojos rasgados. Tener características físicas que te señalen como extranjero no es sencillo cuando se respalda la discriminación.

Esto lo sabe muy bien Houda Oua-Adoud, una joven de 22 años que ha sentido en su propia piel el racismo. La joven de origen marroquí hace 14 años que vive en Catalunya, aunque no renuncia a sus raíces.

Sus orígenes le han impedido poder acceder a un vivienda digna. En junio del año pasado Oua-Adoud empezó a buscar un nuevo piso para ella y su familia –padre, madre y dos hermanos de 11 y 14 años-, ya que seis meses después tendrían que marchar de su residencia.

La joven se encontró con más dificultades de las que se pudiera haber imaginado. Del primer mes de búsqueda, pasó al siguiente y al siguiente, así hasta seis meses. El motivo, un tanto cruel, no es otro que el racismo.

"Cuando me indentificaba, todo eran excusas"

Houda Oua-Adoud

— Víctima de racismo

Oua-Adoud empezó a llamar a inmobiliarias. Trato cordial y una conversación fluida, pero llegaba el momento de identificarse: “Me llamo Houda”, entonces la reacción era: “Bueno, el propietario no quiere alquilarlo de momento. O, lo siento, el comercial no está aquí”.

La joven, con cierta perspicacia, decidió cambiar la estrategia: “Hola me llamo Sara, busco un piso para mí familia”, entonces, con un nombre español, el dialogo fluía, eso sí, hasta que tocaba ver el piso. El velo alertaba de su religión y todo eran excusas, asegura. “Una vez cuando llegué al piso y el propietario me identificó, decidió hacerme esperar al otro lado de la acera. En aquellos minutos vi como llamaba a una compañera, que subió al piso y se encerró. Cuando subimos a verlo hicieron ver que estaba lleno y no se podía entrar”.

La familia de Oua-Adoud llegó a buscar pisos de 850 euros en la zona de Canovellas y Granollers, que asegura “es una barbaridad”. Después de varias decepciones y mucha rabia, Oua-Adoud decidió ponerse en contacto con SOS Racisme. Ellos a su vez con las inmobiliarias, aunque sin respuestas alguna, y los ayuntamientos que “aunque de entrada te reciben bien, después la soluciones son ínfimas”.  

"Cumplíamos todos los requisitos, menos el de la religión"

Houda Oua-Adoud

— Víctima de racismo

Oua-Adoud cuenta que llegó a sentir un punto de inseguridad y de miedo: “No teníamos donde ir y se nos acababa el tiempo. Pensamos en separar-nos los cinco en casas de familiares”, aunque reconoce que al final es más rabia que miedo.

“Presentaba todos los papeles, la renta, mis ingresos, los de mi padre, etc. Cumplíamos todos los requisitos, menos el de la religión”, cuenta con rabia y añade: “Se creen que por ser marroquí no pagaré el alquiler”. Ahora viven en un piso, aunque afirma: “Estamos bien para no decir mal. Seguimos buscando algo mejor, porque encuentras lo que encuentras y el tiempo se te echa encima”.

Normalizar el racismo

Oua-Adoud, que lo ha intentado todo para denunciar la discriminación, quiso poner a prueba a las inmobiliarias para desenmascarar el racismo. “Llamé a una inmobiliaria con mis datos reales, y me dijeron que el piso no se podía ver. Al cabo de dos minutos llamó mi amiga catalana y la citaron al cabo de media hora para ver el piso”. “Esto es racismo”, exclama.  

De hecho, Oua-Adoud ha tenido que escuchar frases tan crueles como: “No quiero alquilarte el piso por ser marroquí”. Aunque no lo entienda, sí que razona el porqué de esta discriminación. “En los medios de comunicación nunca escucho hablar de algo bueno sobre los marroquís. Solo hablan de nosotros si hay atentados, y los que los cometen no son musulmanes”.

Otras formas de racismo

Oua-Adoud no solo ha sufrido racismo cuando buscó piso, sino también para encontrar trabajo. Asegura que una cadena de supermercados le pidió que para trabajar se quitara el velo. “No puedo trabajar en tiendas, por llevar el velo”, denuncia. Finalmente, su trabajo fue de teleoperadora: “Nadie me ve por el teléfono, y puedo ir como quiera”.

No solo el trabajo es un problema. La joven cuenta que el primer día que empezó a ir al gimnasio, bajó la directora y le pidió que para hacer deporte allí se quitara el velo. Oua-Adoud se negó y sigue yendo con él. “Yo pago mi cuota y puedo ir como quiera”, afirma.