INTERCAMBIO CULTURAL

Aprender catalán a miles de kilómetros

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zentauroepp47305882 n ria m rquez connectant amb la seva parella ling stica de 190311115517 / El Periódico

Alba Jaumandreu

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Aprender catalán a 1.529 kilómetros. Este es el reto de Staša Vranješ, una joven de 25 años que aprende el idioma de Pompeu Fabra desde Belgrado (Serbia). Estudia Cultura y Literatura Italiana y catalán como segunda lengua en la facultad de Filología de la capital serbia. En la universidad fue donde Staša se interesó por el catalán y conoció el abanico de opciones que ofrece el 'Consorci per a la Normalització Lingüística' para aprender el idioma. 

Es miércoles, son las siete de la tarde y suena un aviso de Skype. Staša acepta la videollamada y sí, como cada semana, es Núria Márquez, una profesora de un instituto de Catalunya de 52 años, que además, es miembro de Voluntaris per la Llengua, en la rama virtual, iniciativa nacida en el 2017 que ya ha juntado a más de 700 parejas. Ambas invitaron a este diario a unirse en uno de sus encuentros. 

Su objetivo es hablar en catalán durante una hora intercambiando opiniones sobre la vida, relatando hechos culturales de su ciudad o contando recetas. Staša intenta hacer el 'pà amb tomàquet', pero no lo consigue porque dice que en Serbia los tomates no son iguales que los de Catalunya.

Staša quiere aprender a hablar catalán porqué está "enamorada de la lengua y la cultura catalana", y se siente muy conectada a su gente. De hecho, esta es la intención del Consorci: conectar gente de todo el mundo. En el programa virtual participan  37 países distintos y 13 comunidades autónomas españolas. 

Hace casi un año que Núria y Staša empezaron a hablar una vez por semana, y ahora se han convertido en buenas amigas. De hecho, Staša visitó Barcelona para conocer a Núria y ahora hablan prácticamente cada día. "Núria se ha convertido como mi madre en Catalunya", afirma riéndose.

Ver 'Merlí' y escuchar a Llach

Núria, que ya ha tenido tres parejas lingüísticas, cree que el voluntariado lingüístico es una herramienta para proteger y preservar la lengua y la cultura catalana: "Me siento orgullosa de hacer esto. Quiero enseñar y acercar el catalán a todos aquellos que lo quieran aprender". Staša explica que su truco, aparte de hacer muchos ejercicios y hablar con Núria, es ver series de TV3 a través de internet. Ahora está viendo 'Merlí', pero ya ha visto 'Polseres Vermelles' y 'Cites'. Además, escucha grupos como 'Txarango' y cantantes como Lluís Llach.

Su principal motivación para aprender la lengua es promover el catalán en Serbia y hacer el "primer diccionario serbio–catalán". Y eso a su amiga Núria le supone un enriquecimiento personal brutal.

A 9.489 kilómetros

David Martínez Rea, un traductor de 27 años residente en Monterrey, México, se enamoró del catalán durante un viaje a la Comunitat Valenciana y Catalunya. "El catalán me cautivó desde el primer momento. Me parece una lengua muy bonita", confiesa David, y añade que la gente se sorprende de que quiera aprender catalán, aunque él lo tiene muy claro: "Me encanta".

Hace dos meses que David empezó a conversar con Georgina Navalles, una joven de 24 años que actualmente reside en el Reino Unido. "Me pareció la mejor manera de seguir conectada a mi tierra y a mi lengua", explica Georgina, otra 'voluntaria por la lengua'. Además, confiesa que fue su abuela quien la enganchó al voluntariado lingüístico: "Ella tenía parejas lingüísticas y es importante que los jóvenes nos involucremos en promover nuestra cultura".

Su abuela ha sido una de las 130.000 parejas lingüísticaque ha formado desde el 2003 el Consorci per a la Normalització Lingüística (CPNL), dependiente de la Generalitat de Catalunya, en su formato presencial.

Aunque la diferencia horaria es un poco un embrollo, cada miércoles a las nueve de la noche David y Georgina encuentran el momento para hablar: "Siempre empezamos con la misma frase: '¿Cómo te ha ido la semana?'. A partir de ahí todo fluye", cuentan.

Intercambio cultural

Hablando de viajes, tradiciones, comida o fútbol se les pasa la hora volando. David explica que alucinó con las fiestas de Navidad catalanas: "¿Como podéis golpear un tronco y llamarlo Tió?”, ríe. Georgina, que estudia un máster en Relaciones internacionales, aprovecha las conversaciones con David para hablar de política y conocer más de cerca la situación de México.

"Las videollamadas se han convertido en un espacio de escucharnos y compartir", coinciden ambos. "Hablar con Georgina me ha abierto un mundo. He encontrado una amiga a quien explicarle muchas cosas", confiesa David.

Esta iniciativa les ha permitido conectar dos culturas, además de conocer gente. "Estoy muy agradecido a Georgina, si no fuera por ella no podría practicar el catalán", cuenta David. Y Georgina le anima diciendo que aunque solo sean 10 sesiones obligatorias, seguirán hablando siempre que puedan. "Esto ya no hay quien lo pare".