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Protesta global

Así era Greta Thunberg en los inicios de las protestas por el clima

La joven activista Greta Thunberg en las protestas contra el cambio climático en Estocolmo

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Carlos Márquez

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Esta información se publicó el día 2019-03-15. El contenido hace referencia a esa fecha.

Esta información se publicó el día 15 MAR 2019. El contenido hace referencia a esa fecha.

Mañana muy fea en Estocolmo. Nubes, llovizna y un frío de mil demonios que no invita al neófito a pensar que el cambio climático sea un peligro. "Ese es uno de los problemas principales, que la gente no se da cuenta de que es una amenaza real y cada vez más grave, y que pronto será irreversible", señala a este diario Greta Thunberg. Para entenderlo, es un poco como el colesterol, que un día te mata y no te has dado cuenta. Esta activista sueca de 16 años, que en agosto pasado inició una huelga escolar todos los viernes para protestar contra el calentamiento global, ha convertido su inquietud personal en un movimiento planetario. Los jóvenes han salido a la calle este 15 de marzo en más de 2.050 ciudades de 123 países. Lo han hecho con un mismo mensaje: la exigencia de cambios inmediatos en materia de política medioambiental. Y si antes se protestaba para salvar la Tierra, que también, ahora se trata, simplemente, de tener un futuro. De supervivencia. 

El tiempo dirá si esta marea verde es un episodio pasajero. Pero tiene algo que la diferencia de las anteriores mareas ecologistas. Y no solo el hecho de que esté inspirada en la lucha de una adolescente muy peculiar. Es distinta, sobre todo, porque está protagonizada por jóvenes (las mujeres son mayoría) a los que les gustaría tener el futuro en sus manos. "Es normal que casi no haya adultos, porque ellos ya piensan más en el pasado que en el mañana", asegura Greta, que suele regalar un titular con cada frase. A las nueve, frente al Parlamento sueco, apenas se han congregado unas 300 personas. Todavía no se ha cortado el tráfico y un policía local intenta controlar  a los chavales montado en un ‘segway’ que pilota con gran agilidad. A mediodía serán miles -se habla de cerca de 10.000- los que ocuparán este espacio del Estocolmo más turístico. La menuda impulsora del ‘Fridays for Future’ (viernes por el futuro) porta, como siempre, la primera pancarta que blandió en solitario en agosto del 2018, en la que se lee ‘huelga escolar por el clima’ escrito en sueco. Viste el chubasquero amarillo que la hace inconfundible y que muchos otros jóvenes locales han copiado, y también las trenzas que la dotan de una apariencia infantil que se desvanece en cuanto empieza a hablar. Por aquí andan sus compañeros de la escuela, sonrientes y orgullosos de que su amiga haya conseguido inspirar a tanta gente. Uno de ellos admite que tiempo atrás no era la niña más popular del cole "porque es un poco distinta", pero ahora hay coincidencia en que se ha convertido en su mejor embajadora.

Vayamos por partes

Greta responde por turnos a televisiones de todo el mundo. La mayoría coinciden en preguntarle cuál será el siguiente paso después de haber levantado a medio planeta. Ella repite siempre lo mismo: "Voy a seguir viniendo todos los viernes hasta que mi país cumpla con el acuerdo de París". En resumidas cuentas, que se evite que la temperatura suba una media de dos grados para evitar que la Tierra empiece a tomar decisiones sin tener en cuenta a la especie humana. Su obstinación, en parte explicada a través del síndrome de Asperger que padece (es uno de los síntomas de este trastorno del espectro autista), puede parecer simplista, carente de objetivos secundarios o superlativos. Pero ella tiene muy claro que no se puede mirar más allá de un muro hasta que no has conseguido derribarlo. Apenas ríe, anda despacio, se hace fotos con todo el mundo, mueve la cabeza cuando se ruboriza al preguntarle por la reciente nominación al Nobel de la Paz.

Es una líder involuntaria que gestiona como puede una fama que no quiere pero sí sabe bien cómo explotar. Por eso detrás de ella va un pequeño ejército de colaboradores que despejan el camino y la protegen. Saben que es el símbolo de una generación que no tiene ninguna intención de pedir permiso para cambiar las reglas de juego. Porque para ellos esto no va de ecologismo, sino de nuevas prioridades y otra manera de enfocar la vida. Lo harán, dicen, porque los mayores les están robando el futuro. Deben pensar que nada puede generar más miedo a los que dominan el tablero. Sobre todo en el ámbito de la política y la economía. "Cuando empecemos a cambiar los hábitos de consumo, las grandes multinacionales no tendrán más remedio que escucharnos", advierte una de las manifestantes. 

Greta dice que no cree que en el mundo haya gente mala. "Tan solo están mal informados". Por eso es tan significativo que sean los jóvenes los que levanten la voz, sin más paraguas que las ganas de seguir viviendo en un planeta habitable. Basta con repasar algunas de las pancartas que han blandido durante la protesta. ‘Yo me pierdo la lección -en referencia a la huelga escolar- para darte una a ti’; ‘¿para qué demonios estudiamos si no tenemos futuro?’; ‘si tú haces los deberes, yo haré los míos’, ‘si vosotros no actuáis como adultos, lo haremos nosotros’; ‘Greta presidenta’; ‘sé parte de la solución, no de la polución’ o, quizás la menos poética, ‘el planeta está más caliente que mis novios’.

Sorprende el desparpajo, los gestos y la unidad con la que se manifiestan. No todos se han documentado como Greta, ni mucho menos, pero sí se han convencido de que aquí no hay medio ni largo plazo. Lo dicen alto y muy claro, porque así suena el lema que más se repite en la concentración de Estocolmo: unos preguntan gritando "¿Cuándo cambiaremos el clima?", y el resto responden "¡Ahora, ahora, ahora!”. ¿Y si no lo consiguen? "Tendremos que aprender a vivir con su desastre", sostiene Greta. Pero si eso es así, y si consiguen ser mayoría, su cambio de vida hará añicos muchas de las industrias que,  su modo de ver, mueven los hilos de la civilización. Basta con recordar cómo vive esta joven activista de padre actor y madre cantante de ópera: es vegana, nunca viaja en avión y solo compra cosas nuevas cuando es estrictamente necesario.

Cuestión de prioridades

Una pareja de "verdes seniors" sigue la protesta con gran emoción. "Esto es el inicio de algo muy grande", reza la mujer. "Tengo la piel de gallina, y no es por el frío", añade su marido. Un hombre que va con su hijo de 6 años admira de estos jóvenes su valentía. Dice que al pequeño le ha explicado que el planeta está enfermo, y juntos pintaron una Tierra con una enorme tirita que ahora muestran orgullosos. Ante el Parlamento sueco se han acercado colectivos profesionales de todo tipo. Diseñadores, arquitectos, psicólogos, médicos, abuelos..., todos por el futuro. También maestros. Una profesora dice que esta protesta es "mucho más urgente que ir a clase", aunque, admite, algunos directores de escuela no lo están viendo de la misma manera.

En el escenario instalado junto al Parlamento se suceden los discursos y las actuaciones musicales. Todo en sueco... Le toca a Greta y una estudiante de 17 años se presta para la traducción: "Básicamente ha dicho que nosotros tenemos el poder de cambiar las cosas". Es la primera vez de esta chica en los viernes de protesta contra el cambio climático. "La semana que viene volveré". 

Así les hemos ido contando en directo las diversas manifestaciones de este viernes por la mañana contra el cambio climático: