COMUNICACIÓN DIGITAL

Seis consejos a los padres para que sus hijos no se estrellen en las redes sociales

Un padre y su hijo navegan por las redes sociales, en su casa de Madrid.

Un padre y su hijo navegan por las redes sociales, en su casa de Madrid. / periodico

Olga Pereda

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'Influencers', 'youtubers', 'gamers', 'foodies', 'tekkies', 'likes', selfis… Si eres padre o madre y desconoces estos términos eres un “negligente”. La desconexión digital es un “serio problema” para los progenitores con hijos a partir de 6 años, una edad en la que hay que empezar a hacer un trabajo de concienciación. “Puede que prefieras mantenerte al margen. Pero cuando tengan 16 años, olvídate. Ya no hay posibilidad para arreglar nada. Entrarás en shock y pensarás que jamás te lo podías haber imaginado”. El periodista David Ruipérez (Madrid, 1979) acaba de publicar 'Mi vida por un like' (editorial Arcopress), ensayo sobre el impacto de las redes sociales en niños y adolescentes. El libro nació después de que una de sus hijas le soltara un día: “Papá, ¿por qué no me grabas un vídeo haciendo manualidades y lo subes a YouTube?” La niña, en ese momento, tenía 6 años. Seis.

¿Cómo manejar esta situación? ¿Qué hay detrás de las redes sociales?¿Cómo se comunican los jóvenes a través de las aplicaciones? ¿Cómo evitar que se estrellen? ¿Los niños 'youtubers' son unos explotados? Repasamos las seis cosas que los padres y las madres deberían hacer para saber lidiar con los 'influencers', las redes sociales y la droga del siglo XXI: los 'likes'.

1. Evita la desconexión digital

Ruipérez -que para escribir el libro ha entrevistado a decenas de catedráticos y expertos en tecnología- acusa de “negligentes” a los padres que rehuyen de las redes sociales. Hay progenitores que usan Facebook, Twitter o Instagram, pero deberían ser conscientes de que los jóvenes manejan estas aplicaciones de manera radicalmente diferente. Un ejemplo de esa desconexión digital que hay que subsanar sería tener un hijo de entre 10 y 16 años y no saber qué es TikTok [una red en la que se pueden crear, compartir y descubrir vídeos breves]. “Hay que estar al día, hay que dedicarle mucho tiempo”, recuerda.

2. Enseña a relativizar los 'likes'

A todos nos gusta gustar. El conflicto nace cuando, en la era de las redes sociales, el 'like' domina tu vida y se convierte en una especie de droga. “Tengo alumnos que publican fotos importantes para ellos y las eliminan, simplemente, porque no reciben ningún me gusta. Al borrar la imagen la persona niega algo importante de sí misma”, explica en ‘Mi vida por un like’ el autor de 'Psicología en la era digital', el profesor universitario John Suler. Estar en manos de las opiniones de la gente es “un arma de doble filo”, añade Ruipérez, que recuerda a los padres y las madres que los jóvenes -al contrario que ellos- usan las redes sociales para publicar, básicamente, selfis. “Deberíamos ser capaces de inculcarles que el éxito o el fracaso en la vida no puede estar determinado por las redes sociales, donde, además, el éxito es completamente artificial”. El modelo de “éxito a toda costa” ha calado profundamente en los niños, subraya Pablo Francescutti, profesor de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid). El peligro está en que inventarse una vida idealizada y exponerla 'online'. “Te la inventas porque no te gusta la tuya y ahí entraríamos en un proceso patológico”, analiza Ruipérez.

3. Muestra la otra cara del glamur

Si un menor está cegado por la (presunta) vida glamurosa de los influencers -los gurús del siglo XXI- lo que recomiendan los psicólogos y los pedagogos es mostrarles la cara B. Ruipérez enumera algunos de los problemas que conlleva convertirse en un esclavo de las redes sociales. La primera es la ansiedad por el ritmo de trabajo que implican los vídeos, los compromisos sociales o publicitarios y los viajes. La segunda es que se trata de un trabajo duro porque detrás de cada vídeo o cada foto hay muchas horas invisibles de trabajo y edición. La tercera es que por más admiradores y seguidores que tengas recibirás comentarios sin filtros, ofensas crueles e insultos que dejan huella en ti y en tu familia.

4. Jamás expongas a tus hijos

A medida que el influencer gana seguidores, este va mostrando más su intimidad. Se conoce como 'efecto Kardashian'. Y es una fórmula de éxito porque -apunta el autor de ‘Mi vida por un like’- al público le gusta mucho conocer la vida privada de sus ídolos virtuales, que empiezan por mostrar la casa, hablar de alguna enfermedad que sufren o exponer a la pareja. Capítulo aparte merece el 'sharenting', palabra que procede de 'to share' (compartir) y 'parenting' (crianza): compartir la crianza de tus hijos. “Es obvio que a los padres nos gusta enseñar fotos de nuestros hijos [en el ámbito privado] pero si estás obsesionado por mostrar en las redes cada minuto de la vida de tus pequeños tienes una actitud enfermiza”, critica Ruipérez. Y pone como ejemplo a Verdeliss, madre de siete hijos e 'influencer' que retransmite cada segundo de su vida familiarVerdeliss, desde las ecografías hasta los partos o los desayunos y las compras. Su última hija nació prematura y también retransmite su estancia hospitalaria. “Es escandaloso y repugnante”, zanja Ruipérez. “Esos menores no han dado su consentimiento para exponer su imagen. En unos años veremos hijos cuya vida ha sido televisada denunciando a sus padres. Estoy convencido”.

5. Jamás explotes a tus hijos

Cuando la hija de Ruipérez le propuso grabar un vídeo y subirlo a Youtube, el periodista la convenció de otra idea mejor: grabar el vídeo y enviarlo exclusivamente al chat de la familia. Los niños 'youtuber' -algunas son máquinas de hacer dinero- se han convertido en un asunto peliagudo. Las Ratitas, por ejemplo, son dos hermanas a las que sus padres graban cada segundo, ya sea llorando porque están feas sin maquillar, dando brincos por casa o abriendo paquetes de regalos. La Fiscalía de Menores está estudiando algunos de sus vídeos. “Detrás de cada niño 'youtuber' hay un padre o una madre que colabora en esa tarea no sabemos con qué fin. Los niños tienen que jugar no hacer vídeos para Youtube. Un niño que a los ocho años es una estrella necesitará un psicólogo el día que deje de serlo”, concluye el periodista,  que destaca la explotación y la frustración que padecen los menores.

6. Ármate de paciencia

Una vez leído ‘Mi vida por un like’, preguntamos a madres y padres cómo gestionan ellos las redes sociales en casa. La respuesta brinda al desánimo. Montse, que tiene dos hijos de 12 y 9 años, asegura que la teoría está bien, pero lo complicado es ponerlo en práctica. “Poner límites supone un conflicto constante. Los móviles y las aplicaciones son adictivas: Instagram, Youtube… ¿Cómo lidias con eso? ¿qué haces cuándo ves que tu hijo consume vídeos de manera compulsiva y mantiene infinitas conversaciones por WhastApp? Yo me negué durante mucho tiempo a que tuviera smartphone, pero es que se convirtió en un paria. Así que al final lo tuvo”, comenta. Conclusión: mucha paciencia para soportar las discusiones constantes.

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