Un futuro para vivir, crecer y criar

Pobreza infantil

Pobreza infantil / Pedro Armestre

GABRIELA JORQUERA. SAVE THE CHILDREN

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Tener hijos es una manera de habitar el futuro. Quizás por eso los seres vivos nos empeñamos tan porfiadamente en dejar nuestros genes repartidos por el mundo. Es nuestra posibilidad más cercana de trascendencia, de vivir más allá de la muerte. Pero también responde a nuestra necesidad de querer y cuidar. Nuestros hijos nos disparan hacia el porvenir, con sus vidas tan nuevecitas, con tantos años, posibilidades y riesgos por delante, y además nos anclan al presente, porque criar es responder de forma inmediata a un sinfín de necesidades.

Imaginamos el futuro de nuestros hijos con ilusión y esperanza, pero con temor y preocupación también, porque a veces la realidad tuerce los sueños y multiplica las preocupaciones.

«Cuando estaba embarazada todos me preguntaban: “¿estás embarazada?” “Sí, sí”. ¡Qué felices éramos! yo pensaba que me iba a alcanzar. Hacía cuentas: me pagaban 650 euros. De los 650 euros vamos a pagar (…) una habitación (…). De los 650 euros, vamos a pagar 300 euros en alquiler. De los 350 euros que quedan, 100 euros los reservamos para la compra de la niña, y de los 200, 100 los vamos a guardar y 200 van a ser para nuestros gastos. Pero no ha sido así. La leche se la tomaba, una leche, otra leche, otra... Es que ya no había. O sea, nos aguantaba la leche una semana, y los pañales, ¡cómo gastaba! Y digo: “y ahora, ¿qué hago?” Pero, una vez que ya ha nacido, pues, ya ha nacido. No me arrepiento de nada. Son lo mejor que he tenido», explica Patricia que tiene dos hijas.

No podemos olvidar que más de dos millones de niños y niñas están creciendo en pobreza, y que esos padres y madres están haciendo de tripas corazón para poder darles todo lo que necesitan, y sufriendo cuando no pueden.

«Mi marido trabajaba en la construcción. Teníamos una hipoteca y las cosas iban bien. En ese tiempo teníamos dos bebés, con once meses de diferencia, y mi marido se quedó sin trabajo. Es difícil, porque los bebés son mucho gasto, te faltan pañales, te falta leche… Nos quitaron la casa porque no podíamos pagar la hipoteca. Porque luego, él cobraba 426 euros, el subsidio después del paro. Lo primero que tienes que hacer es pagar la luz y el agua, porque muchas veces nos cortaron la luz, y después cobran para volver a tenerla. Ya no te preocupas por ti ni por tu comida, pero empiezas solo a pensar en los bebés, porque son bebés. Cuando llega la hora del biberón, hay que tener leche. Cuando lo tienes que cambiar, porque ya tiene el pañal lleno, él no va a entender que no hay dinero. Es muy agotador, mentalmente ya te quitan las ganas de todo...», cuenta Fátima, madre de tres niños.

En el último informe de Save the Children, El futuro donde queremos crecer exploramos el escenario que nos espera, ¿se parecerá más a nuestros sueños o a nuestros temores? La sociedad que estamos dejando a nuestros hijos e hijas ¿les dará oportunidades? ¿Les condenará?

Lo que muestran los datos es que nuestro futuro será bastante similar a nuestro presente, tal como podemos preverlo dadas las condiciones actuales. Se mantendrán algunas de las tendencias actuales: entre las personas ocupadas hay menos pobreza, mientras que el paro aumenta considerablemente el riesgo de ser pobre. Las proyecciones señalan que la pobreza será mayor cuantos más niños y niñas haya en el hogar. Lo más destacable es la creciente importancia que tendrá el empleo precario como factor de riesgo de pobreza y el repunte de estar jubilado como factor protector como grandes determinantes del riesgo de pobreza infantil.

La tasa de pobreza de hogares con niños seguirá siendo más alta que la de hogares sin niños. Y será más alta cuantos más niños haya en el hogar. Si no actuamos ya, la pobreza seguirá siendo parte de nuestra realidad la experiencia cotidiana de millones de familias, de padres, madres e hijos. De hecho, en el informe anual de la Comisión Europea(excluyendo a las pensiones, que sí reducen la pobreza de forma efectiva) se mantiene entre las más bajas de la UE, especialmente en lo que respecta a los niños, debido a la baja cobertura y la escasa adecuación de los sistemas de renta mínima garantizada y las prestaciones familiares. Tenemos un problema, que arrastramos desde hace décadas y que afecta nuestro presente y compromete nuestro futuro.

Si no hacemos algo en serio, en el futuro seguiremos teniendo las mismas vergonzantes tasas de pobreza infantil que tenemos ahora, y que afectan a más de dos millones de niños y niñas en España. La pobreza se trasmite de padres a hijos, y todo indica que en el futuro no seremos capaces de cambiar esa deriva de injusticia e inequidad.

¿Es este el futuro que queremos para nuestros niños y niñas? En Save the Children creemos que podemos ganarle el pulso al futuro. Empezar a hacer hoy lo que nos queremos encontrar mañana. Construir el futuro que queremos habitar haciendo cambios en los temas cruciales para el bienestar de la infancia. Para eso necesitamos implementar políticas públicas que ayuden a rebajar estas tasas de pobreza y a mejorar la natalidad, la conciliación, la educación, la salud y el bienestar de nuestras niñas y niños en el futuro.

En nuestro informe presentamos algunas de estas medidas: reducir la pobreza infantil incrementando las prestaciones por hijo a cargo, para proteger a las familias que están lidiando con la crianza y la pobreza; reducir las tasas de abandono escolar temprano a través de clases a apoyo y refuerzo educativo; disminución de la ratio docente-estudiante y optimización de los mecanismo de financiación; mejorar el acceso y el disfrute de la salud visual, la salud nutricional, la salud bucodental y la salud mental infantil; facilitar la conciliación familiar y laboral mejorando los permisos de paternidad y maternidad; y adecuar la inversión educativa de 0 a 3 años.

No debemos olvidar que como dice J. R. Alonso, «la mejor manera de construir el futuro es crearlo». Pongamos manos a la obra para construir un futuro en el que valga la pena vivir, crecer y criar. «En el futuro tal vez la gente colabore para reformar las cosas. Porque si la gente ayuda a construir algo, si por lo menos da ideas, pues, entonces se puede conseguir». Martina, 12 años.