OTRA FORMA DE JUSTICIA

Dos condenados explican cómo se reinsertan en entidades solidarias

Los sentenciados coinciden en que quieren seguir colaborando con las oenegés una vez cumplan las horas de sanción

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zentauroepp46875336 guttman cugat190212123223 / Ricard Cugat

Gisela Macedo / Alba Jaumandreu

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Las medidas penales alternativas permiten a los órganos judiciales dar una respuesta menos aflictiva que las penas privativas de libertad para los sentenciados por faltas y delitos leves o menos graves. Estas medidas no solo suelen comportar un beneficio a la comunidad, sino que, en muchos casos, también traen beneficios para los sancionados. Francesc y Marc, este último con nombre es ficticio para no ser reconocido, son dos condenados a beneficios a la comunidad en el ámbito social que cuentan su experiéncia. 

Francesc tiene 32 años, vive en Barcelona desde hace cinco y trabaja en una multinacional. Fue sentenciado a realizar servicios a la comunidad en la Associació Catalana Pro Persones Sordcegues (Apsocecat) y asegura estar muy contento por la ayuda que les presta.

"Desde hace dos años, voy a la asociación una vez a la semana y me dedico a hacer tareas de mantenimiento de las páginas web relacionadas con la sordo ceguera que gestiona la asociación. Aquí tengo la sensación de estar haciendo algo útil y también me ha hecho abrir los ojos, porque nunca he había dado cuenta de que había tantas personas con estas dificultades", explica.

Ayuda para un padre al frente de una asociación

Ricard López es el presidente de la Apsocecat y de la Federación Española de Sordoceguera (Fesoce),  donde recibe desde hace años a personas que hacen servicios a la comunidad y asegura quiere continuar haciéndolo. "Soy un padre de una niña con sordociega que ha tenido que enfrentarse a la dirección de una asociación sin tener ni idea, así que los conocimientos de las personas que vienen a ayudar nos permite crecer como entidad", dice.

López tiene el convencimiento de que todo el mundo tiene algo que aportar a su asociación. "En el caso de Francesc, el hecho de que hable varios idiomas nos ha ayudado a la hora de traducir nuestras páginas web para así llegar a más gente, algo muy importante para nosotros porque nos da visibilidad", asegura.

Un voluntario más

Para el presidente de la asociación, cada sentenciado es un voluntario más. "Lo importante es que las personas como Francesc (quien fue condenado por una pelea en el ámbito conyugal) no se sientan castigadas, sino útiles. Cuando ellos llegan, automáticamente para nosotros se convierten en voluntarios y nadie sabe de su situación judicial", declara.

"Desde el inicio del programa, han pasado al menos 200 personas por nuestra asociación y, en general, la experiencia ha sido positiva. De hecho, uno de los "voluntarios" nos ayudó a conseguir el certificado ISO, que llevábamos años intentando conseguir y nos es de gran ayuda para poder optar a subvenciones", explica López, sonriendo.

"Lo importante es que no se sientan castigados, sino útiles"

Ricard López

— Presidente de la APSOCECAT

Explotar las habilidades, la clave del éxito

Manuel Cabrera, técnico de Justícia, explica que, para decidir qué servicio realiza cada persona sentenciada se lleva a cabo una entrevista con cada una para dar con las habilidades que puede explotar. "En el caso de Francesc, realizando tareas de limpieza en las calles, por ejemplo, sí habría sido útil, pero no habría explotado sus habilidades y se habría sentido frustrado", dice.

Francesc comparte opinión con el técnico, y asegura: "Si me hubieran puesto a limpiar calles o pintar paredes no lo habría vivido de la misma manera, porque ya hay personas que se dedican a ello, en cambio aquí doy un servicio que realmente se necesita".

Continúan ayudando

"Ya tengo decidido que continuaré colaborando con la asociación cuando termine las horas de servicio. Seguiré ayudando todo lo que pueda, porque ahora ya no lo veo como una obligación. Además, Ricard es muy buena persona y sé que le hacen falta personas que le echen una mano", afirma.

En esta línea, Ana Sestelo, coordinadora de Execució de Mesures Penals Alternatives  (EMPA), asegura: "Cada vez son más las personas que quedan vinculadas a las entidades donde han realizado los trabajos. En el caso de Barcelona, son más de 300 de un total de 3.000 las que continúan en contacto, según los últimos datos que hemos extraído".

"Si me hubieran puesto a limpiar calles, no lo habría vivido de la misma manera"

Francesc

— Sentenciado

De la élite a la ayuda social

"El lujo no siempre es una buena cosecha de futuro. El dinero no te da todo lo que necesitas ni mucho menos la felicidad. La élite te vuelve ciego y pierdes tus valores, los que desde pequeño te han acompañado". Este es el relato de Marc, pseudónimo con el que habla para no ser identificado, que después de tenerlo todo durante mucho tiempo ahora está en el Institut Guttman condenado a medidas de trabajo en beneficio a la comunidad.

Después de trabajar en la élite en el mundo del deporte, estudiar optometría y vivir rodeado de lujos, Marc lo perdió todo. "El descontrol que llevas en una vida de lujos te hace perder la noción del tiempo, del dinero y de la vida", afirma. Los embrollos económicos lo llevaron a los juzgados en donde, después de multas y múltiples juicios, acabó con una sentencia condenatoria. Marc hace ya dos años que está en el Institut Guttman y, de hecho, él mismo afirma que hace dos años que le cambió la vida: "El dinero te ciega, pero la Guttman me ha devuelto a la tierra". afirma con convencimiento. 

El deporte como solución

Aunque solo va dos horas a la semana, para poder combinarlo con su trabajo actual como entrenador de futbol, en la Guttman coordina deportes como rugby, baloncesto o voleibol, con la intención de que cuando los pacientes salgan del hospital tengan un recurso y se les pueda derivar a un equipo.

Después de dos años su trabajo dentro del hospital va más allá del deporte. "Acabas haciendo de psicólogo, necesitan que se les escuche y poderse expresar", comenta. La empatía es su principal característica, y lo demuestra emocionándose cuando recuerda pacientes con los que ha tratado. "Es doloroso cuando ves a alguien que decide no salir hacia delante. Cuando te pasa algo que te cambia la vida, a veces hay pacientes que no lo asumen", explica con dolor.

"Mi mundo ahora es el Guttman", dice sin dudar Marc, que pasea por los pasillos sin parar de saludar o charlar con los usuarios. Ahora él es mucho más que un condenado. Se ha puesto en el bolsillo a todos los pacientes y personal del hospital.  De hecho, su relación con algunos usuarios ha ido más allá de las cuatro paredes del hospital. "Vienen a verme al trabajo, vamos a cenar, hacemos actividades juntos, y ahora tenemos una amistad”". 

"El dinero te ciega, pero la Guttman me ha devuelto a la tierra"

Marc

— Sentenciado

La realidad sin prejuicios

Marc explica que le gusta hablar del Guttman, que cuando queda con amigos le gusta explicar lo que hace, pero que muchas veces no es recíproco y no toman consciencia, y afirma: "Mucha gente tendría que pasar por aquí para ver la realidad de la vida".

"La gente tiene prejuicios por las condenas. La gente no tiene sensibilidad", denuncia Marc, que aclara que a él no le da vergüenza explicar su situación y decir que está pagando una condena. "Nunca te imaginas que te puedan condenar y tener una pena de prisión en tus hombros", explica y añade, con un tono firme y a la vez sorprendente: "No me hubiera importado ir a la cárcel, aunque ahora no cambiaría la Guttman por nada".

Tomar consciencia

Montse B., delegada de Medidas Penales Alternativas de Marc, asegura que fue muy fácil ubicar a Marc, y que desde el primer momento quiso hacer alguna cosa útil. "Quería hacer cosas para ayudar a la gente y lo puso muy fácil", relata. 

"No me hubiera importado ir a la cárcel"

Marc

— Sentenciado

Las medidas de trabajo en benéfico a la comunidad son las alternativas con más sentido a un cumplimiento judicial, afirma la delegada judicial. "Tomas más consciencia de lo que has hecho y de las consecuencia", y así lo demuestra Marc: "Estar aquí me ha devuelto a la tierra".

A Marc se le ve en la cara que dos años después no quiere desprenderse de la Guttman, ni de su gente. "Cuando se acabe mi estancia aquí como condenado, quiero seguir como voluntario. Me ha atrapado", exclama. Explica que quiere seguir ayudando a personas que lo necesiten. "Mientras la salud me lo permita, seguiré viniendo todas la semanas a la Guttman a ayudar".