El aumento del gasto en atención primaria es ínfimo respecto a la sanidad especializada

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Patricia Martín

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Lo llevan advirtiendo meses los médicos de los centros de salud y diversas sociedades científicas. Sin ir más lejos, Semergen, sociedad decana de facultativos de atención primaria emitió este martes un comunicado en el que avisa de que la medicina generalista corre un “grave peligro” ante la “reducción progresiva” de los presupuestos destinados a la misma. Las citas para el médico de cabecera o pediatra se demoran semanas, faltan profesionales y los que hay, están saturados de trabajo. Lo denunciaron los facultativos catalanes recientemente en una huelga histórica. Y un informe pone este martes negro sobre blanco que en España aumentó un 0,89% el gasto en atención primaria entre el 2012 y el 2016, mientras que la inversión en medicina especializada creció un 16%.

El estudio ‘La Sanidad en Cifras 2018’, elaborado por la Fundación Gaspar Casal para el Círculo de Sanidad, señala, no obstante, que el sistema sanitario español mantiene su buena posición en el ranking mundial, pese a los recortes que sufrió motivados por la crisis económica. Aún así, concluye que para que continúe entre los primeros puestos tiene que adaptarse al progresivo envejecimiento de la población y corregir las diferencias entre Comunidades Autónomas, que se agravaron durante la recesión.

En términos generales el gasto sanitario aumentó un 6,2% en las fechas indicadas, hasta los 101.721 millones de euros, el 71,2% de los cuales corresponden al sector público y el resto al privado, que se ocupa de casi un tercio de las prestaciones. No obstante, la contribución de la administración central se resistió un 4,6%, mientras que las administraciones autonómicas aumentaron el esfuerzo inversor un 4,7%.

Entre los aspectos positivos, el informe destaca que la tasa de infección hospitalaria disminuyó un promedio de un 8,5% y la de mortalidad intrahospitalaria tras una intervención quirúrgica un 2,4%. En cambio, aumentó el consumo de medicamentos, especialmente antidepresivos, que los investigadores asocian al envejecimiento de la ciudadanía y al estilo actual de vida, “donde le estrés juega un papel relevante en todos los segmentos de edad”.